Es licenciado en Sociología por la Universidad de Deusto, licenciado en Psicología por la Universidad de Barcelona, Master en Sociedad de la Información y el Conocimiento por la Universitat Oberta de Catalunya, Diplomado en Administración de Empresas (SEP) por la Stanford Business School, Graduado en Periodismo por la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid. Estudios especializados en macro y microeconomía con el profesor Peter Navarro de la universidad de Irvine (California), y en mercados financieros con el profesor Robert Shiller de la universidad de Yale.
Durante catorce años (1976-1990) fue profesor titular de Marketing de ‘ESADE’. Ha sido profesor invitado de las escuelas ESCP de Madrid y Fundesem de Alicante.
Es miembro de la ‘Conway Hall Ethical Society’, de la ‘American Marketing Association, de la Academy of Management’, de la ‘Skeptics Society’, del ‘Col·legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya’ y del capítulo español de antiguos alumnos de la ‘Stanford Business School’.
Múltiples libros publicados. Su última obra en 2022:
CONTRA EL PENSAMIENTO UNICO
“Cualquier fenómeno de cualquier
naturaleza puede tener distintas lecturas según el plano desde el que se
analice. Todas pueden ser auténticas y solo se comprende la globalidad si se
integran en un todo común, en el que aparece el núcleo, la estructura y la
periferia del fenómeno.
En el caso del conflicto de
Ucrania, los medios de información del mundo liberal-conservador se han quedado
en la periferia, que permite una lectura emocional del tema. Y lo han hecho de
forma unánime, como siguiendo un guion pre-establecido. Nos hablan de muerte y
de destrucción, de buenos y malos, de héroes y villanos. Incluso le han puesto
una marca: “la guerra de Putin”. Como ya dije en una reciente ocasión: Nos
toman por idiotas.
Una primera reflexión de carácter
filosófico-religioso nos lleva a citar el maniqueísmo, un pensamiento
religioso de origen persa surgido en el siglo III, que concibe el cosmos como
una realidad dualística enfrentada: el bien y el mal. No hay matices ni zonas
grises. Ni puntos fuertes, ni puntos débiles. O se es bueno o se es malo. El
maniqueísmo ha hecho fortuna porque resulta cómodo cuando no se tienen razones
suficientes para contrastar opiniones. Nos quedamos en la superficie. ¿Qué dice
el catecismo dominante sobre este fenómeno? Lo que dice es bueno y lo contrario
es malo. Así se ha hecho con el conflicto de Ucrania, aderezado además con
imágenes que despiertan nuestros sentimientos más elementales.
Es por ello que para acercarse
con un mínimo de rigor a este conflicto, hay que acudir a fuentes ajenas al
barullo mediático convencional. Y en este caso, por razones obvias, nos hemos
documentado de fuentes norteamericanas, país cuyo Estado es uno de los
principales protagonistas del evento. Hemos de añadir que en contra de lo que
algunos analistas puedan opinar, Estados Unidos y su complejo mecanismo de
equilibrio de poderes (“check and balance”) permite que afloren
informes muy precisos y objetivos de la realidad mundial, tanto en el ámbito
político, como en el económico o en el social.
En este caso hemos gozado de dos
entrevistas (una publicada en “Skeptic” y otra en el “The New
Yorker”). En la primera Michael Shermer, reputado historiador de la ciencia,
entrevista a Oliver Stone, uno de los grandes directores de cine americanos,
con extensa obra premiada, tanto en películas como en documentales. Uno de esos
documentales (2017) consistió en una serie de entrevistas con Vladimir Putin.
En la vida de Oliver Stone hay una parcela que le marcó personalmente: luchó en
la guerra de Vietnam, donde obtuvo dos “Corazones Púrpura” y una “Estrella de
Bronce”. Es un veterano de guerra, no un turista accidental.
En la otra entrevista, el
conocido colaborador de “New Yorker” Isaac Chotiner,
especializado en extensas entrevistas con figuras relevantes de la política y
de la sociedad norteamericanas, dialoga con John Mearsheimer, uno de los
grandes científicos políticos del mundo anglosajón, que desde su cátedra en la
universidad de Chicago postula la teoría del “realismo ofensivo” sobre
la lucha entre países por la hegemonía mundial.
La riqueza intelectual de estas
conversaciones no cabe en esta columna, por lo que me limitaré a presentar las
ideas clave que han ido surgiendo a través de los debates.
DEL TÁNDEM SHERMER – STONE (Conclusiones)
Tras el asesinato de John
F.Kennedy, el complejo militar-industrial y las agencias de seguridad
norteamericanas tomaron el poder, condicionando la actuación de los poderes
tradicionales.
Ningún presidente posterior a
Kennedy se ha atrevido a limitarlos, a pesar de los sucesivos escándalos
materializados en Wikileaks. Tampoco lo ha hecho el Congreso.
El pensamiento paranoico es una
columna vertebral de la cultura dominante de esas élites.
En 1961 los mandos militares del
Pentágono se plantearon liquidar la Unión Soviética. Kennedy los contuvo.
Quizás se auto-sentenció.
En 1962 se estuvo al borde de una
guerra nuclear, que no estalló por el acercamiento personal entre Kennedy y
Kruschev.
Los misiles de Cuba fue la
respuesta estratégica de Kruschev a los misiles Júpiter instalados por la OTAN
en Turquía.
En 1962 la superioridad americana
sobre la soviética en términos nucleares era de 17 a 1. La supuesta amenaza
soviética era una falacia.
En 1963 Kennedy y Kruschev
ratificaron el único tratado serio sobre armas nucleares firmado hasta la
fecha.
En 1991 se perdió la oportunidad
de integrar a la Federación Rusa al mundo occidental y sus valores, e iniciar
una etapa de prosperidad y paz mundial. ¿Quién se opuso a ello y por qué?
Desde entonces la OTAN se ha ido
extendiendo y en la actualidad hay misiles antibalísticos en varios países del
este de Europa.
Si los rusos instalaran equipos
nucleares en México o Canadá, ¿qué haríamos nosotros? Lo mismo que ha hecho el
gobierno de Vladimir Putin. Ni más ni menos.
En el 2014 hubo en Ucrania un
golpe de Estado anti-ruso que impuso un gobierno pro-americano.
La continuidad de Ucrania (o lo
que quede de ella) pasa por un estatus de “país neutral”, como lo fueron
Finlandia y Austria después de la II Guerra Mundial.
Hay que volver a los acuerdos
entre Gorbachov, James Baker y George Bush de 1989-1991, que pusieron fin a
la “guerra fría” y que, en palabras de James Baker, entonces
Secretario de Estado, aseguraban que la OTAN no avanzaría “ni una pulgada
hacia el Este”.
El presidente Zelensky (en su
condición de actor) se ha convertido en un presentador de las bondades del
martirologio.
Hay temas de alcance mundial
(como el cambio climático y el terrorismo islámico) que sin la cooperación de
Rusia y China nunca se podrán resolver o paliar.
El gobierno norteamericano no se
halla en condiciones de dar lecciones a nadie. Sus constantes fracasos (Irak,
Afghanistán, Egipto, etc.) han demostrado los errores de su política exterior.
DEL TÁNDEM CHOTINER – MEARSHEIMER (Conclusiones)
El conflicto de Ucrania nació en
abril del 2008, cuando en la cumbre de la OTAN en Bucarest se hizo una
declaración en la que se abría la organización a Georgia y Ucrania.
De forma inmediata el gobierno
ruso declaró que ello significaba para Rusia una amenaza existencial.
Lo de Rusia con Ucrania es
similar a la “doctrina Monroe” de Estados Unidos, extendida a todo
Occidente. Nadie en el mundo occidental se atreve a cuestionar el liderazgo
norteamericano. No parece razonable que el gobierno de Ucrania haga lo propio
con su vecina hegemónica en aquel territorio.
La historia de que Rusia está
dispuesta a invadir otros países de Europa del Este y que Putin está interesado
en crear una Rusia mayor y reinventar la Unión Soviética es una estupidez.
Se falsean constantemente las
palabras de Putin. Por ejemplo, cuando dijo “Aquel que no encuentre a
faltar a la Unión Soviética es que no tiene corazón”, se argumenta que pretende
recuperar el proyecto. Cuando de hecho, a continuación añadió: “Quien la
quiera de vuelta no tiene cerebro”.
Los países occidentales y
especialmente el gobierno norteamericano es el principal responsable del actual
desastre.
No parece probable que el
gobierno ruso pretenda ocupar militarmente Ucrania y tomar Kiev. Lo que sí
parece probable es que desee implantar en Kiev un gobierno no beligerante con
Rusia. Un gobierno neutral, no un gobierno pro-americano.
Hemos de competir con China, no
con Rusia. Hemos de conseguir que Rusia se decante hacia nuestra balanza y no
hacia la de China.
Si la OTAN no se hubiera movido
hacia el Este, lo más probable es que no hubiera sucedido nada: ni lo del
Donbass, ni lo de Crimea, ni la guerra actual. El gobierno ucraniano hubiera
continuado siendo el gobierno de un país neutral, pero próximo por razones
culturales, lingüísticas e históricas a la Federación Rusa.
Estados Unidos ha tratado de ir
creando por el mundo “democracias liberales” y ha fracasado.
Lo esencial de la “Doctrina
Bush” era que, si podíamos crear una democracia liberal en Irak, luego por
efecto dominó otros países como Siria, Irán e incluso Egipto se incorporarían
al modelo. Arabia Saudita, una autocracia ortodoxa, no se incluía en el pack
por razones obvias (el petróleo).
No hay que confundirse entre lo
que es correcto estratégicamente y lo que es moral en el mismo sentido. Estados
Unidos se asoció con la Unión Soviética para luchar contra los nazis y fue una
decisión sabia estratégicamente, aunque no lo fuera moralmente (valores
enfrentados). En el caso de Ucrania las razones estratégicas son mucho más
importantes que las reticencias morales.
Es como si hubiéramos abierto una ventana y el aire fresco hubiera penetrado en la habitación y nos hubiera recuperado de nuestro aburrido letargo. Cuatro ciudadanos norteamericanos independientes, de reconocida valía en sus campos, explican al mundo el porqué de todo ello. Saben de qué hablan, tienen experiencia directa, se han documentado. No les importa hacer autocrítica sobre su propio país. No se ocultan bajo ninguna bandera.
No se quedan en la superficie
(las bombas, los refugiados, los edificios destruidos). No se trata de saber lo
que pasa (ni en esto ni en nada). Hay que ahondar y tratar de averiguar el por
qué. Hay que pasar de la información al conocimiento.
Y en eso estamos”.
ALFONSO DURÁN PICH
Fuente: "Contra el Pensamiento Único"