Foto: Bryan Adams
De todos es sabido que el tiempo
es el peor enemigo de las cosas y de las personas. Convierte todo lo nuevo en
viejo, lo bello en lúgubre, la vida en muerte. El paso del tiempo produce
irritación, tristeza, nostalgia, desgaste; dicha oxidación lo transforma todo
hasta que desaparece. El tiempo es, por tanto, nuestro mejor maestro en la vida,
pero al mismo tiempo nuestro único compañero en la muerte. Rammstein lo
expresa así en su nuevo album Zeit que, traducido del
alemán, significa tiempo, un espacio intangible que no espera a nadie, ni
a reyes ni a campesinos, pues como bien reza una de las canciones: «Seguimos
muriendo hasta que vivimos. Morimos vivos hasta la muerte (Zeit)».
Gran concepto el que envuelve a
este depurado trabajo. La mayoría de críticas han reflejado buenas
calibraciones. Por ejemplo: «Estamos ante un conjunto de canciones
introspectivas, incendiarias y extremadamente inteligentes» (Kerrang!).
«Zeit puede ser un álbum más reflexivo de todos los discos anteriores,
pero sigue siendo una bestia enérgica y arrogante» (NME).
«El disco de la banda alemana equilibra la belleza de la combustión lenta
con el poder de la fuerza industrial» (Revolver).
Zeit ha irrumpido en el
mercado como la octava pieza de estudio de la arquitectura sónica rammsteniana.
Su esencia se forma en base a 11 temas que combinan la potencia y la
sensibilidad del más intenso metal industrial, junto a sensibles melodramas
operísticos. Todo ello dentro del estilo propio que ha caracterizado a la banda
desde sus orígenes. Podemos decir que Zeit es producto
de ese confinamiento pandémico que ha generado en diversos artistas diversas
conciencias emotivas. En el disco quedan reflejadas. De ahí que estemos ante un
trabajo recio, elaborado con cabeza y muy crítico con diversos temas. Como
sonido en general, no aporta nada nuevo, pero su fuerza y mensaje son
demoledores.
Todas las canciones del disco
están cantadas en su idioma original, el alemán, teniendo en cuenta que, en
otros discos, la banda ha incorporado el inglés, el francés, el ruso e incluso
el español. Sin duda, el lenguaje teutónico encaja perfectamente en el peculiar
estilo de la formación germana.
El disco se ha presentado bajo distintos
formatos físicos y digitales, pero incluye unidades especiales para fanáticos y
coleccionistas: CD estándar con un digipak y folleto de 20 páginas,
CD de edición especial con un digipak y 6 paneles más un folleto de
56 páginas que incluye un estuche. Pero también se ha lanzado como cassette y
doble LP en vinilo (180 gramos con libreto de 20 páginas de gran formato) y
como distintas unidades limitadas con presentaciones especiales.
Zeit se ha editado a través
del sello Universal y se grabó con el productor Olsen
Involtini en La Fabrique Studios de St. Rémy de
Provence en Francia. Las fotos de la portada y del interior del disco
fueron tomadas por el músico y fotógrafo canadiense Bryan
Adams, quien muestra a la banda frente al edificio Trudelturm, sito
en Berlin Adlershof. Esta extraña construcción es también conocida
como el túnel del viento. Fue construida entre 1934 y 1936 para comprender
que las aeronaves sin piloto que caían en barrena podían ser controladas de
nuevo y evitar que se estrellaran. El monumento tiene aproximadamente unos
20 metros de altura y su forma fálica despierta muchas interpretaciones.
Una de ellas es el claro simbolismo crítico que refleja el principio, desarrollo y fin de la existencia, proceso que, en cierta manera, se inspira en el filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel y su tratado sobre la dialéctica. Conceptos como tesis, antítesis y síntesis fueron asociados al proceso existencial de las cosas y de las personas: nacimiento, crecimiento, envejecimiento y final. En todo ello, el tiempo (Zeit) es el protagonista de dichas cambios y evolución. Para Hegel y para Rammstein, el mundo está compuesto de objetos y entidades que se definen por sus propiedades siempre en mutación. Ese tiempo es la clave para definir la relación que existe entre las personas y su entorno.
Otra interpretación se basa en la forma del monumento, falo simbólico que se erige como manifestación vital del poder masculino y de los elementos que lo componen: la puerta es la hendidura por donde todo penetra o sale, empieza o acaba; la escalera representa la transición de la existencia (lo que va o viene), y la oquedad inferior es el sostén que conduce al origen de todo. En la imagen puede verse como los hombres salen de la puerta, abandonan el interior de edificio a través de la escalera que les conducirá a su destino.
El disco arranca de forma muy
intensa gracias a Armee der Triste (el ejército de
los tristes), un afligido himno a ese conglomerado humano que deambula
hacia su final pero que, lejos de estar abatido, enarbola la fraternidad como
estandarte de lucha y supervivencia: «¿Estás triste como yo? ¿Tienes lágrimas
corriendo por tu rostro? Ven a nosotros y haz fila. Queremos estar tristes,
pero estar juntos». Es una canción que denota una pena impuesta, pero en su
mensaje y radica un lamento positivo que busca reconstruir la solidaridad entre
las personas a fin de no desfallecer y hacer frente las pesadillas que azotan
el mundo. Vivimos en la atmósfera de la muerte, pero aún estamos vivos.
Pero esa lucha se enfrenta a otro
de los grandes dilemas del disco y que se vincula como aliado a nuestro
peregrinaje por la vida. Nos referimos a Zeit, ese fragmento
que mide el movimiento en su constante relación con lo precedido y sucedido, es
decir, lo que se inicia cuando arranca la vida bajo determinadas coordenadas
pero que nadie sabe cuándo va a terminar: «Algunas cosas deberían ser, otras
no. Vemos, pero somos ciegos. Sin luz, solo proyectamos sombras» (fragmento
que alude a la teoría del conocimiento de Platón en su Mito de la
Caverna). Luego, ese tiempo sigue asumiendo su transición como una sutil
forma de crueldad: «Después de nosotros habrá un ‘antes’, pero la juventud
se volverá una dificultad (…) El tiempo nunca tiene piedad». Es desalmado y
perverso, ajeno al sufrimiento del ser.
Zeit es una
balada triste, de profunda nostalgia, con ciertos contrapuntos suaves y
enérgicos, algo así como una historia que se narra hacia atrás para evitar su
final. Describe a los seres humanos muertos, flotando inertes bajo las
profundas aguas de la incertidumbre dentro de un maligno estado de suspensión
agónica. Es la necesidad que tiene el ser de volver a empezar, porque acabar no
es bueno. Urge pues rebobinar, regresar a ese estado inicial donde la vida
florecía y brillaba antes de ser golpeada y aniquilada por la experiencia.
Con ello llegamos a Schwarz (negro),
el color de la ausencia, el tono del dolor, de la muerte, «porque cada vez
que estoy solo, me siento atraído por la oscuridad, donde la muerte del sol es
mi placer. Cada vez que oscurece, el alma se pierde en la lujuria. Y por ello
bebo el negro bajo tragos y en profundo (…) La noche siempre pertenece a las
sombras». Es una canción que se narra como un cuento de niños pero que al
instante estalla y penetra como el acero candente. El ritmo es áspero,
contrastado, como una losa gigante de hierro que golpea sin cesar el suelo de
las almas en pena que vagan en la oscuridad. De fondo, Flake endulza
la crudeza con sus melodías y varios backsounds tejen el
perímetro musical en negro.
Giftig es otro
tema de corte rammsteniano, con sus clásicos riffs y poderosa
frecuencia rítmica. Es una alegoría a la maldad que hay en las personas,
simbolizada en la toxicidad y agresividad que poseen muchos animales que «deambulan
inquietos por sus territorios. Animales que no debes manipular porque su
peligro es intangible y camuflado». Algo así como los llamados vampiros
emocionales.
Zick Zack es
otra tremenda pista, dolosa, cortante como un afilado bisturí. Bajo riffs muy
intensos y marcados, describe satíricamente el artificio de combatir el
envejecimiento y la muerte mediante la cirugía plástica y el Botox, medios que
buscan vanamente reequilibrar lo joven y lo viejo, esa lucha eterna que pugna
dentro del existencialismo humano y que nos esclaviza a sueños imposibles:
somos lo que somos, las personas decaen por sí mismas y el tiempo las precipita
hacia el abismo de la vejez hasta convertirlas en mortajas.
OK tiene muy
mala leche. Bajo un coro inocente de voces angelicales, se desentierra e
irrumpe una atronadora fuerza rammsteniana. Ansiedad y velocidad acelerada. Nos
habla de sexo, de follar a pelo, sin remilgos ni límites: «Me llevas detrás
de la luz roja (…) Muchos agujeros para tapar. Sin cordura». Los minutos
finales son un auténtico frenesí de metal industrial y coros, algo así como la
explosión de un orgasmo a lo bestia.
Meine Tränen nos
devuelve a la calma. Nos cuenta una historia con un fondo de caja de musical
para niños. Expresa ese amor tierno hacia la madre, ese deseo impulsivo de
volver a ella, a su cálido regazo, a pesar de que nos hubiera reñido varias
veces. El mundo es demasiado insolidario y molesto, y se echa de menos ese amor
incondicional: «Todavía vivo con mamá. Vieja ahora, pero siempre ahí (…) Y
probablemente me quedaré allí para siempre». Sin duda, es una canción
preciosa. Till Lindemann se recrea y afianza con su peculiar
voz, con esa narrativa que expresa amores y contrastes. En algun momento,
recuerda curiosamente a Mütter, donde ese amor incondicional
nunca muere. Por ello, mientras sentimos la vida en nuestro interior, nunca hay
que olvidar que «la muerte es fuerte y el corazón débil. Que cuando tu
propia carne y sangre se estropean, los más inteligentes ceden». No hay
vuelta atrás.
Angst es pura
intensidad rammsteniana. De nuevo esos riffs potentes que
hacen vibrar hasta el culo a los muertos. Las voces son duras, narrativas y
deflagrantes. La letra nos habla del miedo, de ese pavor infantil que se
aprende en las noches, cuando las luces se cierran y la oscuridad convierte las
cosas en sombras siniestras: «El miedo crece en la noche. Las puertas están
protegidas, mientras la espalda está mojada y las manos sudorosas. Todo el
mundo tiene miedo al Hombre Negro».
Dicke Titten ese
inicia con la típica banda circense de pueblo, pero al segundo irrumpen los
rasgueos de guitarra que describen el deseo poderoso de tener una mujer de
grandes tetas: «He vivido solo durante muchos años. La vida es aburrida y
gris. Pierdo la paciencia, la cordura y el cabello. Ahora, me gustaría tener
una esposa, pero la esperanza se desvanece (…) No tiene que ser hermosa, ni
inteligente. Solo tiene que ser rica en tejido adiposo. Solo tiene que tener
unas enormes tetas».
Lügen es un
canto íntimo al amor, al deseo de estar juntos y formar un futuro, de prometer
cosas y vivir felices, pero todo se viene abajo por las mentiras, esos estados
que destruyen la belleza, la honestidad y el equilibrio. Vivir entre falsedades
solo nos conduce a la muerte del espiritu y de la convivencia: «Miento y
engaño continuamente, incluso me miento a mí mismo. Nadie me cree. Nadie confía
ya en mí». Se trata de un gran melodrama desgarrado. Quizás sobra ese
registro con Auto-tune y Vocoder al final,
rompe la brillantez del ciclo lirico teniendo presente la capacidad lírica
de Till. Supongo que su inclusión se justifica porque la esencia de
la pista es desvelar las falsedades. En cierta forma puede tomarse como una
crítica a esa moda de falsear las voces a través tecnologías artificiales.
Adieu, como su nombre francés indica, es la despedida del álbum. Es una pista ampulosa y épica, con un compás creciente y coral. Contiene una voz poderosa, ronca, que sube y baja como un torrente y revienta como un trueno. Es una de esas canciones que se cantan cuando se precisa coraje y empoderamiento, levantando la mirada al cielo, sacando pecho y notando que la piel se eriza por todo tu cuerpo. La emociones brotan de las entrañas. El corazón se dilata y se estremece pues «solo la muerte es lo que dura siempre (…) Incluso el sol se apagará (…) Pero no te preocupes, estaremos contigo (…) Ahora tienes que recorrer el último camino solo (…) Porque la carne perece, pero el espíritu resucitará (…) Todos morimos en soledad, pero tú siempre estarás con nosotros». Sin duda, un final épico a lo grande.
Finalizando … Zeit es un gran trabajo que aporta detalles brillantes, fuerza por un tubo, mensajes contundentes y sobre todo una fidelidad estilística que no decae a pesar del avance del tiempo. Como muy bien define Miguel Hann en The Guardian «Rammstein llena estadios de todo el mundo a pesar de que, como ellos mismos reconocen, el 99% de sus fans no tienen ni idea de lo que cantan (…) Es difícil no dejarse llevar por ellos (…) Los surcos sonoros son tan profundos como cañones (…) y por ello no hay riesgo de aburrimiento».
Texto: Carlos Flaqué Monllonch. Publicado originalmente en Crazyminds