Pocos son conscientes de lo que
el cambio climático significa porque en el fondo seguimos ignorando el núcleo del problema:
nuestra forma de vivir. Nos cuesta abandonar las comodidades a las que hemos sido acostumbrados. El mundo
desarrollado prosigue con sus sistemas, a pesar de algunas efímeras campañas y
la labor personal de algunas acciones ciudadanas. Por una parte gastamos millones en campañas y estudios para concienciar a la gente y gobiernos pero por otro lado seguimos con las herramientas que provocan los daños. El doble juego al que jugamos
es un no sentido y esa estrategia equívoca nos va a acarrear graves consecuencias. Dicen que el tiempo pone las cosas en su sitio y desde hace tiempo la naturaleza avisa y
el ser humano pasa. La pregunta salta a la vista ....¿Realmente la naturaleza será capaz de digerir y transformar todo el dolor que provoca el ser humano?
Inconscientemente aun creemos que
el globo no es pinchable, que los recursos durarán eternamente y que la tierra nunca
terminará porque siempre se regenera. Cierto, la universos, la tierra, son lo suficientemente poderosos como
para eso y más, pero el ser humano es frágil y si es necesario las propias leyes naturales o suprimirán, sin contemplaciones, de un sólo plumazo.
Muchos piensan que eso del clima
es un bulo, una exageración, incluso un negocio en paralelo, es posible; en este mundo cualquier enajenación mental es viable. El mundo está en torbellino y quienes lo gobiernan están locos. La mayoría de los gobiernos y lobbys conocen
la situación pero eluden tomar medidas; argumentan que hay tiempo, que las
soluciones son, por el momento, económicamente intratables; hay que seguir estirando la
producción con los métodos actuales.
Debido a las presiones, los
gobiernos son permisivos porque los intereses millonarios están en juego y la
maquinaria polutiva sigue dando beneficios, haciendo girar la rueda sin parar. ¿A quien le importe que todo esto termine? El sistema está montado de tal forma que cambiarlo supone renunciar a mucho y partir nuevamente de cero. Eso no le interesa a los poderes dominantes, no hay negocio. Es por ello
que nada cambia. Las ciudades siguen emitiendo sus corrosivas poluciones y
todos seguimos con el trajín del capitalismo desenfrenado. ¿Para qué
preocuparse ahora, si aun hay tiempo para evitar el desastre? Mientras podamos, hay que seguir acumulando riqueza y la previsión
no es rentable.
Podríamos hacer un desvío, variar los intereses y abrir una brecha hacia otra forma de vida y sustento; asi es; con el tiempo y medios que
disponemos podríamos evitar el posible colapso, mejorar nuestras condiciones de vida,
hacer del planeta algo más saludable y luchar por mantener sus equilibrios y
belleza irrepetibles. La inteligencia humana debería estar al servicio de las
armonías, del mantenimiento de esa frágil cuerda que sostiene los contrarios en
equilibrio. Pero ¿a quién le interesa la equidad? ¿las armonías universales? ¿El equilibrio sustentado en la felicidad global? El ser humano se olvida del Ying and Yang, de la dialéctica
hegeliana y de los principios del Tao y del I Ching; en sustitución a ello procura mantenerse en un alarde de prepotencia entre
posiciones depredadoras y nuevas formas de esclavismo social. El ex primer ministro británico Tony Blair ya lo dijo bien claro, “en lo relativo
a las políticas de cambio climático, la cruda realidad es que ningún país
estará dispuesto a sacrificar su economía para resolver el problema.”
El mundo debería unirse para hacer
frente al cambio climático, al abuso político, al control mental, a la devaluación económica de las personas y sus valores; no podemos permitir la aniquilación de los medios de unión y protesta, la capacidad de rebeldía genera aperturas a los cambios y destruye lo enfermizo de las sociedades corruptas. En lo referente a las crisis climática, pocos científicos discuten ya el hecho de que si no
hacemos algo, nos enfrentaremos más sequías, hambrunas y desplazamientos
masivos que generarán más conflictos durante décadas. “Las catastróficas inundaciones y las
fuertes tormentas que estamos experimentando se harán cada vez más frecuentes.”
(Thomas
Loster, especialista en riesgos climáticos). “La salvación del medio ambiente está
siendo el más brillante negocio de las mismas empresas que lo aniquilan.”
(Eduardo Galeano, escritor uruguayo). “Ahora que
finalmente nos hemos dado cuenta del terrible daño que hemos ocasionado al
medio ambiente, estamos extremando nuestro ingenio para hallar soluciones
tecnológicas. La tecnología por sí sola no basta. También tenemos que poner el
corazón” (Jane Goodall, etóloga británica).
KarlFM.-
La organización humanitaria DARA ha publicado un
informe encargado por el Foro de Países Vulnerables al Clima, formado por
20 naciones en desarrollo amenazas por el cambio climático, en el que se afirma
que más de 100 millones de personas morirán y el crecimiento económico
mundial se reducirá un 3,2% del producto interior bruto para el 2030 si no
se logra frenar el cambio climático. A medida que la temperatura media mundial
aumenta a raíz de las emisiones de gases, los efectos en el planeta, como el
derretimiento de las capas de hielo, los fenómenos meteorológicos extremos, la
sequía y el aumento del nivel del mar, amenazarán a la población y sus
formas de vida, según el informe.
En este se calcula que cinco
millones de personas mueren cada año como consecuencia de la contaminación
del aire, la hambruna y enfermedades resultado del cambio climático y de
aquellas economías que emiten dióxido de carbono con intensidad. Además, se
afirma que la cifra posiblemente aumentaría a seis millones de muertes cada año
en el 2030 si continúan los actuales patrones de consumo de combustibles fósiles.
Más de un 90% de esas muertes tendrán lugar en países en desarrollo.
El estudio agrega que los efectos
del cambio climático han reducido la producción global en 1,6% del
PIB (cerca de 1,2 billones de dólares al año) y las pérdidas podrían
duplicarse a un 3,2% del PIB global para el 2030 si las temperaturas siguen
subiendo, superando el 10% antes del 2100. Además, se estima que el coste de
cambiar la economía mundial a un modelo de bajas emisiones de dióxido de
carbono estaría cerca de un 0,5% del PIB de esta década.
Las temperaturas ya han
subido cerca de 0,8 grados centígrados desde los niveles previos a la era
industrial. Casi 200 países acordaron en 2010 limitar el aumento del promedio
de la temperatura mundial a menos de dos grados centígrados para evitar el
peligroso impacto del cambio climático. Sin embargo, los científicos han
advertido que las opciones para esta limitación se están reduciendo debido a
las emisiones globales de gases de efecto invernadero por la quema de
combustibles fósiles.
Los países más pobres del mundo
son los más vulnerables, ya que afrontan un mayor riesgo de sequías, escasez de
agua, daños a los cultivos, pobreza y enfermedades. En promedio, podrían ver
una pérdida de un 11% del PIB al 2030 debido al cambio climático. Expertos alertan que gran parte del hielo del Ártico podría
desaparecer en 2020.
Sept 2012
A través de www.terra.es