lunes, febrero 21, 2011

Los países son como los seres humanos. Si atajas un problema relegándolo al fondo de la mente, sentirás alivio temporal pero luego surgirá la enfermedad mental.

John Hooper
(The Guardian)

Vivir nunca ha sido fácil. La vida da mucho para hablar. Retos, problemas, sufrimientos, conquistas y fracasos, han acompañado siempre a nuestra evolución. A estas alturas, los seres humanos deberíamos haber aprendido ya a vivir equilibradamente con todo aquello que configura nuestra existencia; lamentablemente no es así, existen demasiados agujeros y contradicciones que imposibilitan que todo el tinglado humano sea considerado una joya universal. Una simple ojeada al día a día basta para concienciarse de que el mundo está patas arriba y que no hay manera de poner orden y concierto en ninguna parte, aunque por suerte algunos países, pocos, pueden jactarse de estar mejor organizados que otros. Lo mismo ocurre con las personas, si se trabaja bien, los resultados son positivos. A través del aprendizaje, las relaciones, el trabajo y la experiencia, nos convertimos en lo que somos.

Los tienen la responsabilidad de enseñar, educar, gestionar, organizar, dirigir y gobernar, son aquellas personas que, a corto, medio y largo plazo, enriquecen o empobrecen las sociedades; por su parte, los que aprenden y se forman, tienen la responsabilidad de aportar granos de arena para que la comunidad funcione mejor; las sociedades son el resultado de un equipo y si el equipo no está bien cohesionado, no existen conquistas; por tanto, un país que no vela por sus integrantes resquebraja sus potenciales, escalas y valores; del mismo modo, un país que tiene a sus ciudadanos presionados, desmotivados, apáticos, es un país condenado al fracaso.

Es muy triste ver la enorme negatividad que existe en mundo así como las terribles injusticias que se cometen todos los días en él, muchas desde los propios mecanismos legales del Estado. Descubrir que el mundo está basado en valores pérfidos como el poder, dinero y el juego sucio, produce un enorme desasosiego y más cuando ves que toda la porquería siempre acaba sobre los más necesitados.

Desde arriba es muy difícil sentir los verdaderos desequilibrios y sentimientos que vapulean a los ciudadanos de una sociedad; las alturas ofrecen perspectivas muy alejadas de la realidad social sobre todo cuando las diferencias salariales entre los que están arriba y los que están abajo son tan distantes que se genera una grave desempatía hacia los afectados. Cuando cada mes se gana 5000, 8000 o más 10.000 euros es imposible comprender y sentir las vicisitudes que tienen que pasar los que mayoritariamente ganan entre 800 y 1300 euros mensuales para llegar a final de mes. Es una terrible falta de respeto decir que “ganar entre 2000 y 2500 euros al mes puede considerarse un salario normal” (Montserrat Tura, ex consejera de Justicia y socialista), cuando en realidad los sueldos de la gran masa social oscilan entre 800 y 1300 euros al mes; no sólo eso si no que además es una burla decir que en tiempos de crisis los ciudadanos deben ajustarse los cinturones y los salarios deben permanecer congelados; tirando muy bajo, sólo el alquiler de una vivienda cuesta en Barcelona entre 500 y 800 euros al mes y una guardería infantil ronda los 300 euros, eso sin contar el resto de gastos. Ahora cabe preguntarse ¿cómo se  puede vivir de esta forma?

Barcelona es bonita y atractiva, pero el tráfico es horroroso;
el ruido, insoportable; la contaminación ambiental, alta, y no hay vivienda ni trabajo dignos para los jóvenes. Muchas ciudades tienen problemas similares, pero no presumen de ser las mejores del mundo.

Richard Rogers
(Arquitecto)

Quizás muchos se preguntarán … es que los cargos políticos tienen estudios y responsabilidades y por eso cobran salarios altos. Cierto, tienen estudios y responsabilidades, aunque éstas última suelen eludirlas, se aprovechan de ellas o las hacen mal. Pero es que hay muchos profesionales que también tienen estudios, responsabilidades y encima arriesgan cada día sus propias vidas pero sus salarios son normales.

La naturaleza funciona de otra manera, basa su existencia y desarrollo en el equilibrio de las cosas: no puede haber una especie dominante frente a las demás por que esto supondría el caos y la quiebra de los ecosistemas; todas las especies y elementos tienen su función y oportunidad y todos forman parte de la misma cadena de producción, desecho y transformación y cuando algo se extralimita, un desastre reequilibra la situación. El ser humano está incluido en ese lote pero su parte lobezna le lleva a escaquearse del equilibrio en pos a sus supuestos intereses, incluso, dañando a sus semejantes y a la propia naturaleza. Un buen ejemplo de ello es la resolución final a la que llega el famoso documental, LA VIDA SIN NOSOTROS, donde un día la raza humana desaparece de repente y con el paso del tiempo la tierra regresa a su estado original, borrando todo vestigio del ser humano, incluidas sus producciones. No somos nada y tanta inteligencia y esfuerzos no tienen ninguna relevancia para el orden cósmico.

El sistema humano, por tanto, funciona mal, en unos lugares peor que otros, porque el motor del desarrollo no es el idóneo; economía, política, religión, mass media, educación, etc., deberían ser herramientas de crecimiento positivo para generar el bienestar igualitario de la sociedad en lugar de ser herramientas para el control y dominio de los seres humanos. Vivimos inmersos en una vorágine de desesperación y nadie hace nada para cambiar el sentido de esas cosas. Mientras unos hacen que la rueda gire siempre en la misma dirección, otros se encargan de que dicha rueda no pare de girar.

Los políticos anuncian a bombo y platillo una acción de gobierno; los periodistas les hacen el altavoz o la critican sin conocimientos, y todos los contribuyentes la pagan y nadie se molesta en evaluarla. Funcione o no, esa medida consigue titulares y votos y después se olvida y hasta la próxima.

Los políticos suelen confundir sus intereses con los de la sociedad y calibran la inversión presupuestaria por su beneficio electoral en votos y no por su efectividad en mejorar la vida de los ciudadanos.

Thomas Dixon Cook
(Especialista en evaluar las acciones de los gobiernos.
Colaborador del Leadership Development  Research Centre de Esade).

Pero aunque la rueda siempre gire, hay manos que la hacen girar de forma más agradable y sustanciosa. No es lo mismo girar la rueda en España, Noruega, Somalia, Polinesia, EEUU, China, Francia, Irán o Alaska, por poner sólo unos ejemplos. Hay sociedades donde que hacen girar la rueda y disfrutan de su movimiento y resultados; otras, en cambio, viven amargadas por tener que empujarla diariamente a base de imposibles, frustraciones, engaños, carencias, incluso bajo el castigo de los latigazos.

Últimamente en España se habla mucho de que el sistema español es un desastre y así es, el sistema español funciona sin cabeza y con alpargatas. Los políticos españoles, sin excepciones, los sindicatos, los medios de comunicación, la mayoría de empresas (privadas y públicas), la educación, la justicia, etc., son realmente patéticos. Y lo peor de todo es que los ciudadanos ya se están acostumbrando a ser impasibles, a ver la situación como normal, a dar como hecho la promesa que no se cumple, a votar a candidatos que no van a mejorar la sociedad, a tener que tragarte el pastel que dan y luego quitan, a soportar los tortazos y vayamos exponiendo las otras partes del alma. Es el juego del troyano, de la trampa, de la argucia, del terrón de azúcar con la mosca dentro. No hay políticos serios, responsables, fiables, comprometidos por las causas y planes eficaces, con todo un sistema inteligente y armónico que podrían hacer de España un país de peso. 

Se publica en la prensa de que España podría aplicar el mismo protocolo y sistema que poseen los daneses o noruegos, pero esto no funcionaría, porque ellos tienen una completa cohesión social y complicidad ciudadana:

El empresario y los empleados reman en la misma dirección, y cuando el empresario les dice que hará lo posible por volver a emplearlos si ahora le ayudan a salir del mal momento, ellos le creen y él después cumple. En los países escandinavos esa confianza permea las relaciones laborales y el respeto a las leyes Esa confianza en que los empresarios y empleados cumplen les permite ser muy eficientes. En los países latinos esa cohesión, esa confianza, complicidad y respeto no son habituales … Los planes en España no funcionan.

Thomas Dixon Cook
(Especialista en evaluar las acciones de los gobiernos.
Colaborador del Leadership Development Research Centre de Esade).

Pero es que al margen de todo esto en España el 85% de las mujeres renuncia a tener más hijos por miedo a perder el trabajo mientras que Noruega, Finlandia y Dinamarca son un ejemplo a seguir ya que consideran, a diferencia de España, que la maternidad es muy necesaria para el crecimiento económico del país.

España es una nación esperpéntica, siempre diferente pero hacia la cola. Da igual el bando que gobierne, todos desprenden el mismo olor: miran sus bolsillos y prometen lo que nunca podrán hacer, mantener o cumplir. Quieren imitar los sistemas de otros países que funcionan mejor pero no pueden ni escribir la palabra “posible”. No hay nada peor que querer y no poder o no cumplir. Este problema genera desconfianza y frustración en los ciudadanos, pérdida de creencias, de fe, de seguridad, de aprendizaje y finalmente todo cae en la desmotivación y el fracaso. Como dice la revista The Economist, cuando España se congenie con su pasado se enfrentará mucho mejor a su futuro.

KarlFM.-

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