Haz creer a las personas que viven en libertad y
obtendrás su obediencia
KarlFM.-
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En mis tiempos juveniles de estudiante
de Psicología, concretamente en la Universidad de Barcelona, leí un poderoso libro que vino a demostrar que todo aquello que nuestros padres y abuelos quisieron enseñarnos,
todo aquello que Jean-Jacques Rousseau intentó
decirnos al afirmar que el hombre era bueno por naturaleza y que la sociedad era
quien lo convertía en depredador, eran reflexiones que han
sido superadas por si mismas, ya que la propia realidad que vivimos, la historia que llevamos atrás, lo han demostrado. Aquel libro que leí
hace tiempo era, En el Corazón del Hombre, del psicoanalista Erich Frömm, el cual afirmaba que el ser humano no
es lo que pensamos que es, sino que es la suma de dos sentimientos completamente
contradictorios y enfrentados: el bien y
el mal. El hombre es a su vez lobo y
cordero, ángel y demonio, Dios y Satán.
A medida que ido viviendo en este
mundo, estudiando, leyendo diversos autores, observando, reflexionando, he
llegado a la conclusión de que aquel libro tenía razón, los seres humanos somos
una mezcla explosiva de bondad y malicia, y nuestra civilización se ha
fundamentado en esto, dos conceptos que a lo largo de la Historia se han venido
sucediendo en diversas épocas y culturas. Son sentimientos
y hechos que llevamos dentro, en nuestros genes, en nuestra mente y sangre; es la
Humanidad. Son asimismo, dualidades impregnadas como sellos, como tattoos grabados en la
piel psíquica; todos llevamos dentro esos dioses
y demonios, ese Cain y Abel, ese Ying &
Yang, tesis y antítesis, cielo y tierra, agua y fuego, vida y muerte, amor y odio, un largo etcétera de
elementos en pugna. Esta dialéctica, esta dinámica de contrarios, amalgama
nuestra existencia, y es el combustible que marca nuestra evolución. Nos permite
comprender que el ser humano está compuesto de estos dos conceptos enfrentados.
La extensa Historia lo demuestra. La agitada actualidad lo confirma. Por tanto,
no es de extrañar que nuestro mundo sea una constante lucha entre ambos valores
y ver cual de ellos prevalece sobre el otro. El sistema de poder, responsable y
gran conductor de esta doble ambigüedad humana, lo sabe, y saca provecho de
ello para obtener su primacía y control sobre la sociedad, su principal fuente
de subsistencia. Platón ya lo advirtió siglos atrás, con su célebre mito, el jinete y los corceles blancos y
negros.
Y es que el ser humano es así, lleva adherido el
germen y la cura al mismo tiempo, y sólo él, marca su destino; la libertad queda
supeditada a esa doble ambivalencia, porque tan libre es el ser humano de hacer
el bien que de hacer el mal; la elección depende de las personas, de los que
controlan y dinamizan la sociedad, de los valores que instauran, y de los
objetivos que persiguen. Muchas veces se utiliza el bien para obtener el mal, y
otras se usa el mal para alcanzar el bien; hay momentos en la existencia humana que ha
sido así, pero actualmente el mal se ha disfrazado de falsa bondad para hincar
sus zarpas en el corazón de los hombres, y conducirlos hacia una maquinaria
completa de domesticación y falsas libertades. Los humanos son el peor enemigo que
tiene el Sistema, y es por ello que debe controlarlos, para así garantizar su
permanencia en la cima de la pirámide.
La libertad individual ha sido
siempre el sueño de todo ser humano, es por lo que siempre ha luchado y se ha
opuesto al Poder. Es una necesidad básica que permite la consecución de la máxima
felicidad, sin ella el ser humano se convierte en esclavo, en un paria sumiso
incapaz de construir nada. El sistema lo sabe y por eso sus líderes políticos prometen
darnos esa ansiada libertad que, en el fondo, nunca dan. Lo saben y por eso se
mueven en torno a una vieja ley: controla
las necesidades básicas de los seres vivos y obtendrás su completa sumisión y
control.
Cabe recordar que la libertad es lo que define
nuestra forma de pensar, sentir y ser, y gracias a eso, se edifica un tipo de
sociedad u otro. La capacidad que tiene un pueblo para ser libre, es lo que marca su
desarrollo y destino, para bien, o para mal. La libertad es pues, una llave que
abre las puertas de la autorrealización, pero que a su vez es un instrumento fácilmente robable y
convertible en cerrojo con tal fin de impedirla. La necesidad de libertad es
tan fuerte que incluso en repetidas ocasiones hemos ido a la guerra para
imponerla o defenderla, en cualquier parte del mundo, y en cualquier momento de
la historia. En nombre de ella, se ha torturado, matado, exterminado,
perseguido, mutilado, reprimido, pero si damos un paso atrás, veremos lo que
realmente significa hoy en día, veremos que se trata de un concepto muy extraño, y
completamente limitado, que se juega como una carta comodín según la jugada.
Es por ello que los políticos se comprometen con ella para
liberarnos de la vieja burocracia, de los obsoletos cánones, pero ojo, hay una sutil trampa, crean en su lugar, un sistema de mayor
control, impulsado por objetivos concretos y números
definidos, cuyo finalidad, es obtener la máxima obediencia. Los gobiernos que más prometen y se jactan de defender las libertades internacionales son, justamente, los gobiernos que más han
presidido y fomentado la desigualdad, la represión y los sucedáneos camuflados, construyendo todo un colapso dramático en la movilidad
social. Por ejemplo, concretamente en Irak y Afganistán, el
intento de imponer la libertad ha dado lugar a un sangriento caos y al nacimiento
de un gobierno autoritario antidemocrático. Esto, a su vez, ha ayudado a
inspirar ataques terroristas en todo el mundo, sembrando el miedo y la
inseguridad, con el fin de justificar la reducción de las libertades personales e instaurar nuevas medidas de seguridad represoras. Como afirmó Naomi Klein en su célebre Doctrina del Shock, crear el miedo y la inseguridad para luego justificar y construir sus contrarios, es decir, en sus propias palabras, a través del shock, forzar a la gente a ser obediente.
KarlFM.-
The Trap (La Trampa) es
el último trabajo del realizador británico Adam Curtis (también creador de El Poder
de las Pesadillas). Este fascinante documental narra de forma contundente
los orígenes de nuestra idea actual y limitada de la libertad. La serie fue
emitida en la BBC en marzo del 2007 y consta de 3 episodios pero es tan realista
como si estuviera realizada ayer mismo. Se trata de un excelente trabajo que muestra
cómo la creación de un modelo simplificado de los seres humanos como criaturas
egoístas, casi robóticas, condujo al concepto moderno de libertad. Este modelo
derivaba de ideas y técnicas desarrolladas por los estrategas nucleares durante
la Guerra Fría para controlar el comportamiento del enemigo soviético.
El matemático John Nash (ganador del Premio Nobel y
polularizado en la película Una Mente Maravillosa) partía de la idea de que todos
los seres humanos actúan de la misma forma: como criaturas egoístas que sólo
piensan en su propio beneficio y constantemente modifican sus estrategias para
sacar el máximo provecho de los demás. De ahí que era posible tratar de
predecir sus movimientos, basándose en los postulados de las Teorías de los Juegos. Este mismo modelo
fue desde entonces desarrollado por biólogos genéticos, antropólogos,
psiquiatras radicales y economistas del libre mercado, y ha llegado a dominar
tanto el modo de pensar político como el del resto de áreas de los ciudadanos. Es
un modelo de influencia que ha arraigado en la base de las ideas liberales de las
actuales democracias reguladas por las fuerzas del mercado, de la antipsiquiatría
y de la ciencia psiquiátrica modernas.
El resultado, según Curtis, ha sido este paradójico y
extraño mundo en que vivimos, que parece haber copiado al pie de la letra lo
peor de las distopías imaginadas por George Orwell (1984) y Aldous Huxley (Un Mundo Feliz), respectivamente: un mundo dominado por la cultura del mal, del miedo,
desbordado por la burocracia, el mercantilismo desenfrenado, donde se cortan
las libertades individuales en nombre de la libertad y la felicidad propulsada
desde el Sistema y que puede ser alcanzada a través de medios artificiales, como
con una simple píldora. Los tres capítulos de The Trap resultan imprescindibles para descifrar la retorcida
realidad en la que vivimos inmersos, sin percatarnos de sus paradojas.