jueves, febrero 24, 2011

REFLEXIONES PARA REFLEXIONAR (2): SOMOS UNA SOCIEDAD ANESTESIADA A BASE DE SUBSIDIOS

Estamos viviendo una época de absoluto silencio y conformismo en todas las facetas de nuestra sociedad. Debemos empezar a despertar de este sueño y oxigenar una nueva vida, de lo contrario, acabaremos encerrados en un mundo Matrix.

KarlFM.- 

La clase política procura generar una sociedad drogodependiente,
gente con necesidad de subsidio, ayudas, estímulos.
Sólo la capacidad emprendedora abrirá horizontes.

Marc Vidal
Licenciado en Administración y Dirección de Empresas,
profesor de la Universitat de Barcelona.

Marc Vidal, ha montado una docena de empresas asociadas a la red, se ha arruinado dos veces, tiene fundaciones en Latinoamérica para jóvenes emprendedores relacionadas con la tecnología, internacionaliza compañías porque no cree en la Administración Pública y da clases en la universidad, aunque asegura que hoy en día universidad y emprendedor son antítesis. Con ese espíritu crítico ha escrito Contra la Cultura del Subsidio (Editorial Planeta), libro demoledor que retrata el momento socioeconómico actual: el ineludible cambio de sistema mundial, una Administración inoperante y una sociedad anestesiada.

Estamos al final de la crisis pero lo que hay es lo que va a quedar. En el nuevo modelo económico mundial unos países emergen y otros se estabilizan en un lugar más bajo del que estaban; y España, en un lugar extremadamente más bajo. Los impuestos irán subiendo progresivamente y en cuatro años la presión fiscal será altísima porque alguien tiene que pagar todo esto.

La clase media se hunde, se estrecha, porque depende en gran medida de que el consumo se mantenga, y el consumo se está reduciendo sin remisión. Emerge una nueva clase, la que yo llamo microburguesía low cost: millones de personas que se manejan con apenas 1.000 euros al mes. Una clase social satisfecha por comer en el Pans & Company, viajar con EasyJet y montarse sus propios muebles de Ikea.

La sociedad está cloroformizada, es drogodependiente: vive de ayudas, subvenciones, soportes del Estado, servicios que acaban reclamando como derechos fundamentales. Y a la Administración ya le va bien una sociedad anestesiada a base de subsidios y entretenimiento, no sea que salgan a la calle.

La sociedad se está desequilibrando, hay una clase baja y una alta que se mantiene por la endogamia del consumo entre ellos, pero cuando uno cae, lo hace abajo del todo. En España el número de familias que tienen a todos sus miembros en paro supera ya el millón y medio; y hay un millón largo de personas (entre 45 y 50 años) que llevan más de un año en paro y que no volverán a encontrar trabajo. No hay una respuesta laboral prevista para ellas ni ningún impulso para que se pongan en marcha por sí mismas. Vivirán de los subsidios y las ayudas.

Nos subirán los impuestos, hemos llegado al límite de la deuda externa. En Occidente muy pocos trabajarán mucho para que muchos no trabajen. El Estado providencia ha convertido a la sociedad en un grupo homogéneo que vive a la expectativa, esperando que alguien les solucione sus problemas.

El Estado es interventor e inconveniente para los ímpetus emprendedores. Las cargas que debe soportar una persona que monta su empresa o se declara autónomo son un peso insignificante en otros países. En el Reino Unido apenas hay cláusulas para iniciar una actividad, a medida que la empresa crece van apareciendo requerimientos. Como muchos lo intentan, son más los que lo logran, y con el tiempo el empleo se multiplica. Nuestro país tiene la tasa de paro más alta del mundo civilizado porque aquí no hay manera de montar una empresa con pocos recursos. Si aun así lo logras, los salarios con sobrecoste acaban contigo.

Las ayudas estatales siempre acaban siempre en manos de los grandes grupos financieros e industriales y nunca en las pymes y los autónomos. Es un error histórico de este país gastar demasiado en estimular sectores desde arriba en lugar de dinamizar desde abajo. Además, las ayudas a los emprendedores suelen ser más un discurso que una realidad.

Sólo un 7% de los españoles decide poner en marcha un negocio,  mientras que más del 14% de los inmigrantes lo hacen. Somos uno de los tres países europeos con el nivel más bajo de empresa innovadora de nuevo cuño; y la mitad de los nuevos negocios cierra en menos de un año.

La burocracia no ayuda mucho. Para montar un negocio en España requieres una media de cuarenta y siete días, en EE.UU., tres. Y las teóricas ayudas de la Administración acaban siendo un inconveniente porque ralentizan el proceso.

¿Qué podemos hacer? Reducir impuestos, porque aumentándolos lo único que logramos es que las empresas tengan menos capacidad de inversión; apostar a largo plazo, hay que empezar a pensar de qué vamos a vivir, e impulsar la  internalización de las pymes, porque si no es en el exterior no van a crecer.

Gente entre 35 y 45 años que debe una hipoteca a 30-40 años y que está a las puertas del embargo, son una generación hipotecada en un patrimonio que no vale lo que cuesta y que los bancos ejecutan como parte del botín. Son la generación de las tarjetas de crédito sofocadas, de yeseros cobrando como ingenieros de la NASA. Gente que pensó que sus negocios no requerían esfuerzo, que tuvieron en sus manos la opción de mejorar su entorno y sólo mejoraron su trono.

En el tercer mundo los emprendedores están por todas partes porque es la única opción, aquí la opción es el subsidio. Los poderes políticos y económicos son siempre los mismos, muy poca gente accede ahí y muy pocos caen, y eso se logra cloroformizando a la sociedad; hay que reaccionar.

Marc Vidal
La Vanguardia
(Entrevista de Inma Sanchís)

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