El mundo está, y siempre ha estado, en un continuo estado de cambio. Un planeta con procesos naturales que cuenta entre otros con la selección natural de las especies o las placas tectónicas colisionando bajo nuestros pies. Al igual que estos cambios, la extinción también es un proceso que resulta casi imperceptible a nuestros ojos, pero que se da de forma continua y constante.
La Tierra ha sufrido cinco
grandes extinciones. La última y más devastadora fue hace 65 millones de años,
cuando junto con los dinosaurios también desaparecieron el 60 % de las especies
que poblaban el planeta. Todas tienen en común que fueron causadas por
fenómenos naturales, como una lluvia de meteoritos, la explosión de una
estrella, o movimientos de las placas tectónicas. Ahora, el planeta está
presenciando otra gran extinción, la sexta, y a diferencia de las anteriores
las causas no son naturales, sino producidas por la acción del hombre. Es tan
grande el impacto del hombre sobre el planeta que algunos científicos han
acordado llamar a la época en la que vivimos Antropoceno. Ahora un nuevo estudio
vaticina una extinción masiva de vertebrados.
La superpoblación humana implica
un gran consumo de recursos y una contaminación creciente. Este impacto está
rompiendo el equilibrio natural del planeta. La mitad de los animales que
vivieron en la Tierra han desaparecido. La desaparición de un gran número de
especies de plantas y animales alterarán las funciones biológicas de los
ecosistemas. Esa disminución masiva de especies de animales se debe
principalmente a la perdida y fragmentación de su hábitat, la caza, el
comercio, la sobreexplotación del territorio, la aparición de especies
invasoras, el consumo desmedido de recursos y el uso de combustibles fósiles
aceleran el deterioro del planeta.
A pesar de la gravedad de la
crisis, y aunque existen soluciones correctivas y se señalan a la atención de
los responsables de la toma de decisiones, está claro que falta voluntad
política. Negar la crisis, aceptarla sin reaccionar o incluso alentarla
constituye una derogación de la responsabilidad común de la humanidad y allana
el camino para que la Tierra continúe en su triste trayectoria hacia una sexta
extinción masiva.
A pesar de la crisis, y aunque
existen soluciones correctivas y se señalan a la atención de los responsables
de la toma de decisiones, está claro que falta voluntad política. Negar la
crisis, aceptarla sin reaccionar o incluso alentarla constituye una derogación
de la responsabilidad común de la humanidad y allana el camino para que la
Tierra continúe en su triste trayectoria hacia una sexta extinción masiva.
Más info en: