«Hay
personas con posiciones predominantes que les gusta vomitar dogmas y azuzar
odios. Cuando empiezas a pensar en las oligarquías y en aquellos que controlan
el mundo, y ves las distorsiones que ofrecen los medios informativos sobre la
realidad que nos pisotea, te das cuenta que la mayor parte de las
agresiones provienen de los Estados Unidos. Por suerte aún hay mucha gente
buena, cosas buenas, y mucha belleza en el mundo. A veces puede ser
difícil verlo, pero eso no significa que no esté allí. La gente necesita
aprender; no puedes apoyarte en un hombre en el cielo, o en algún tipo de
político o sistema, en última instancia, todo se reduce a ti mismo: cada uno es
el gobernador de su propia alma. No te puedes esconder en nada, ni en
nadie, ni detrás de ningún dogma o ideología. En última instancia, creo
que el estado más puro es una especie de Anarquía».
Edward
Ka-Spel (The Legendary Pink Dots)
Hace tiempo que estaba deseando
hacer un homenaje especial a una de las bandas más creativas y psicológicas que
ha dado el mundo de la música rock. Me refiero a esos legendarios
puntos rosa que desde 1980 no han dejado de resplandecer e hipnotizar a
los que seguimos sus pasos. Como tampoco sorprender a todos aquellos que aún
permanecen en la línea desconocida de su abrasador brillo. Si realmente os
gusta la música diferencial, inteligente y depurada, conceptuada a sus máximos
niveles de sonido, armonía y mensaje, The Legendary Pink
Dots, son una formación referencial y muy peculiar. Plantea múltiples
registros mientras bucea de forma alternativa por nuestro mundo y existencia.
Si te atreves con ella, no te quepa la mayor duda de que va a ocupar tu mente
durante muchos años.
Crazyminds, consciente de
este legado, dedica este homenaje a tan singular banda teniendo en cuenta que
ya en 2022 la referenció para Halloween,
se comentó su disco The
Museum of Human Happiness y se habló del solitario trabajo de su
líder Edward Ka-Spel, Prints
of Darkness,
un disco que deja pasmado al más cuerdo.
The Legendary Pink Dots, también
abreviados como LPD, son una banda de rock experimental anglo-holandesa
que se formó en el fructífero Londres de los 80, cuna revolucionaria de
movimientos alternativos como new romantics, new wave, cold wave, ska,
synthpop, etc., y de artistas icónicos como Depeche Mode, Joy
Division, The Cure, Smiths, Pet Shop Boys, etc. Sea como
fuera, LPD se fraguaron dentro de su propio entorno psicodélico y post
punk, convirtiéndose, junto algunas otras bandas del estilo, en un emblema
inconmensurable de ese universo hiperdimensional y alejado del resto de movidas
musicales.
Fue justamente durante 1984,
curiosa fecha
orwelliana, cuando la banda abandonó Londres para mudarse a Ámsterdam,
la ciudad que ha deslumbrado siempre por su aperturismo cultural. En el seno de
tan significante metrópolis, se condensaron los principales miembros de la
formación: el cantante, teclista y compositor Edward Ka-Spel y
el teclista Phil Knight. Este último se retiraría de las giras en
2022 siendo substituido por Randall Frazier, músico migrado de Orbit
Service y de A
Star Too Far. En ese mismo año se unieron las destellantes guitarras
de Erik Drost y
el sonido exquisito del ingeniero Joep Hendrikx. No obstante, al margen de
la estabilidad de los miembros principales, la participación de otros músicos
ha sido muy habitual según el concepto de cada album. Es la manera de obtener
líneas nuevas de trabajo y evitar los encasillamientos o vacíos creativos.
Cabe decir que como formación en
sí misma, LPD ha lanzado a lo largo de su carrera casi una
cincuentena de álbumes de estudio, múltiples compilaciones, pistas inéditas,
improvisaciones y varias participaciones (Amanda Palmer, por
ejemplo). Pero también sus numerosos discos en directo y EP`s, así como los
trabajos en solitario de Edward Ka-Spel (alrededor de 45
álbumes) y los realizados con The Tear Garden,
un proyecto musical creativo junto a cEvin Key de Skinny Puppy. Como podéis
ver, estamos ante una discografía inmensa
e incansable, imposible de tratar en su globalidad, pues cada trabajo tiene su
propio universo y debería ser analizado en libros especializados teniendo en
cuenta todo su extraordinario abanico de aspectos.
Otra de las peculiaridades destacables
en la discografía de los Pink Dots es su eterna devoción por el
soporte de vinilo, pues por tamaño y formato permite una expansión gráfica y
sonora inalcanzable en otros formatos. Es por eso que, salvo escasas
excepciones, todos sus álbumes son editados bajo este sistema incluyendo pistas
exclusivas e inexistentes en los soportes de CD. Asimismo, The Legendary
Pink Dots ha editado y lanzado sus discos en gran número de sellos, aunque
cuenta con su propio sello, The Terminal Kaleidoscope, y una página
de bandcamp dedicada
a la auto distribución digital y en la cual se pueden encontrar
valiosísimas joyas.
Al margen de su calidad y
singularidad sonora y compositiva, personalmente suelo destacar en la banda, el
concepto gráfico que poseen sus portadas discográficas. En ellas se representa
un lenguaje iconográfico que suele encerrar diversos mensajes ocultos que
precisan ser descifrados a modo de jeroglíficos, pues contienen en si mismos
aspectos relevantes de cada album. El lenguaje visual fortalece la música como
un complemento que articula su mensaje, de ahí que las portadas discográficas
de LPD buscan transmitir la esencia sonora de cada álbum antes de ser
escuchado. Esta fusión permite enlazar la alquimia del arte con la magia de la
música y ambos canalizarse hacia el oyente como un Todo indivisible.
Sobre la música de The
Legendary Pink Dots cabe decir que es de las pocas bandas que sabe mezclar
hábilmente y con sentido y constancia, diversos conceptos de neopsicodelia, ambient
music, electronic sound, tape
music, psico-folk, synthpop, post punk, progressive, dark
jazz, noise, pop y gothic styles. Todo ello bajo una
marcada tendencia de alternancias experimentales y vanguardista que superan
cualquier definición en sí misma. La arquitectura, ingeniería y cosmogonía que
ofrece su música, es un paisaje integral que hace hervir las mentes de quienes
los escuchan. Son pura agitación de los sentidos humanos.
Sin embargo, este diseño
megalítico, lejos de permanecer estancado en su cámara de confortabilidad, ha
ido evolucionando con el tiempo, cambiando e incorporando nuevas trayectorias,
pero manteniéndose siempre fiel a su rúbrica característica: la constante
experimentación del sonido y del concepto. Esa es la gran capacidad que
tienen ciertos músicos que buscan la falsa dolce vita del éxito, la
fama y el dinero, y en su lugar generar líneas de trabajo contrastada, buscar
sentidos vitales y creativos a fin de explorar múltiples capas sónicas sin caer
en las limitaciones que impone la comercialidad y sus sistemas. En eso reside
precisamente gran parte de la genialidad artística, en atreverse a quebrar los
muros de la normalidad aceptada y tratar de seguir la propia línea sin importar
las consecuencias.
Por tanto, podemos decir que el
sonido general del grupo combina hábilmente las letras y los juegos vocales
de Edward Ka-Spel y la refinada estructura sónica que engloba su
fondo. Ello les ha supuesto ganarse la comparación con artistas como Syd Barrett, los Pink
Floyd iniciales y ciertos trazos al Krautrock alemán (Can, Tangerine
Dream, Ash Ra Tempel, NEU, Faust, Amon Düül…), y a grupos
del corte Swans, Van Der Graaf Generator, The Residents, Suicide, Tuxedomoon, Gong, Cabaret
Voltaire y Fad Gadget. Todas ellos nombres definidos como
formaciones outsiders muy reacias a incrustarse dentro de los circuitos
comerciales del establishment musical.
Como dato anecdótico quiero
añadir que personalmente descubrí a The Legendary Pink Dots mientras
investigaba un tema relacionado con el extraño caso del pintor polaco Zdzisław
Beksiński. Quedé impactado cuando tuve conocimiento de que su hijo
Tomasz, un popular presentador de radio, periodista musical y tremendo seguidor
de The Legendary Pink Dots, se suicidó. Poco tiempo después, Beksiński fue
hallado muerto en su apartamento de Varsovia con 17 puñaladas en su cuerpo.
Robert Kupiec, el hijo adolescente del conserje del edificio se declaró
culpable y condenado a prisión. Antes de su muerte, Beksiński se
había negado a prestarle a Robert unos pocos cientos de złotys, unos
100$ del momento. Por consiguiente, leyendo esta esta trágica y macabra
historia fue cuando tuve conocimiento de LPD, y desde entonces su música
ha acompañado muchos de mis momentos más existenciales.
Sin duda, The Legendary
Pink Dots son únicos. Desafían cualquier explicación coherente.
Representan la psicodelia más surrealista que jamás se haya podido escuchar.
Caos, ruido, armonía, melodías, secuencias, metamorfosis, transgresión,
introspección… son solo algunos de los aspectos con los cuales te vas a topar
mientras te sumerges en el abismo de su estructura sónica. Por eso, LPD son
mucho más que una banda de culto, son una puerta divina y dionisiaca hacia
nuevas e inesperadas percepciones. Cada disco es un viaje distinto, una
incursión sin pausas ni caídas, repleta de enigmas que te harán hervir la
sangre. No hay repeticiones. Sus múltiples sonoridades te arrastran a
hiperdimensiones totalmente insondables bajo otros formatos. Como definió el
mismísimo Aldous Huxley: «Después del silencio, lo que más se acerca
a la expresión de lo inexpresable es la música». Atrévete y lo
descubrirás…