EL FÁRMACO QUE CURA NO ES RENTABLE
Richard J. Roberts
Premio Nobel de Medicina
Investigadores de la Universidad
de Alberta han logrado curar el cáncer utilizando un medicamento llamado dicloroacetato, sin embargo, como esta
sustancia no requiere patente y es barata a comparación con los medicamentos
usados para combatir el cáncer por las grandes farmacéuticas, está
investigación no ha recibido mucho apoyo ni está haciendo eco en los medios.
El Dr.
Evangelos Michelakis, profesor de
la Universidad de Alberta, manifestó su preocupación de no encontrar fondos
para hacer pruebas clínicas con dicloroacetato ya que no representaría fuertes
ganancias para inversionistas privados al no estar patentado.
Esto encaja exactamente con lo
que dijo el Premio Nobel de Medicina, Richard J.
Roberts en una entrevista sobre como los fármacos que
curan no son rentables y por eso no son desarrollados por las farmacéuticas que
en cambio sí desarrollan medicamentos cronificadores que sean consumidos de
forma serializada. Richard J. Roberts denuncia la forma en la que
operan las grandes farmacéuticas dentro del sistema capitalista, anteponiendo
los beneficios económicos a la salud y deteniendo el avance científico en la
cura de enfermedades porque curar no es tan rentable como la cronicidad. Las
grandes compañías farmacéuticas en Estados Unidos gastan cientos de millones de
dólares al año pagando a doctores para que éstos promuevan sus medicamentos:
Según Richard J. Roberts,
muchas de las enfermedades que hoy son crónicas tienen cura, sin embargo, para
los laboratorios farmacéuticos no es rentable curarlas del todo, los poderes
políticos lo saben, pero los laboratorios compran su silencio financiando sus
campañas electorales. He aquí sus propias palabras.
Si yo fuera ministro de Ciencia, buscaría a
gente entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo para que
no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría trabajar diez años para
sorprendernos.
Se suele creer que, para llegar muy lejos,
tienes que apoyar la investigación básica; pero si quieres resultados más
inmediatos y rentables, debes apostar por la aplicada … A menudo, los
descubrimientos más rentables se han hecho a partir de preguntas muy básicas.
Así nació la gigantesca y billonaria industria Biotech estadounidense para la
que trabajo. La biotecnología surgió cuando gente apasionada se empezó a
preguntar si podría clonar genes y empezó a estudiarlos y a intentar
purificarlos.
Sí, pero nadie esperaba hacerse rico con
esas preguntas. Era difícil obtener fondos para investigar las respuestas hasta
que Nixon lanzó la guerra contra el cáncer en 1971. Permitió, con una enorme
cantidad de fondos públicos, mucha investigación, como la mía, que no servía
directamente contra el cáncer, pero fue útil para entender los mecanismos que
permiten la vida.
Phillip Allen Sharp y yo fuimos premiados
por el descubrimiento de los intrones en el ADN eucariótico y el mecanismo de
gen splicing (empalme de genes). Ese descubrimiento permitió entender cómo
funciona el ADN y, sin embargo, sólo tiene una relación indirecta con el
cáncer.
Es obvio que el estadounidense, en el que
toma parte activa el capital privado, es mucho más eficiente. Tómese por
ejemplo el espectacular avance de la industria informática, donde es el dinero
privado el que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la
industria de la salud… Tengo mis reservas. La investigación en la salud humana
no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para
los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas. La
industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital …
Es que no es cualquier otra industria:
estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y
millones de seres humanos. Si sólo piensas en los beneficios, dejas de
preocuparte por servir a los seres humanos. He comprobado como en algunos casos
los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto
medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad …
Porque las farmacéuticas a menudo no están
tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa
investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que
no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar
una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.
Pues es habitual que las farmacéuticas
estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para
cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que
los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el
análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que digo.
Por eso le decía que la salud no puede ser
un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y
por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos
fácil que propicie ese tipo de abusos.
Se han dejado de investigar antibióticos
porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado
nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes
y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y
ha matado este año pasado a un millón de personas.
Ése es otro triste capítulo: apenas se
investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las
combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer
Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en
ella.
No se haga ilusiones: en nuestro sistema,
los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo
necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que
son elegidos. Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los
políticos – y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas
multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras.
Richard J. Roberts.-
Richard J. Roberts nació en Derby, Inglaterra, en 1943. Estudió
inicialmente Química, posteriormente se traslada a Estados Unidos, donde desarrolla
actividad docente en Harvard y en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva
York. Desde 1992 dirige los trabajos de investigación del Biolabs Institute, de
Beverly, (Massachusetts).
Obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1993, compartido con
Phillip A. Sharp, por su trabajo sobre los intrones, fragmentos de ADN que no
tiene nada que ver con la información genética. Pudieron describir que la
información depositada en un gen no estaba dispuesta de forma continua, sino
que se encontraba fraccionada. Los primeros experimentos los realizaron sobre
material genético de virus, particularmente de adenovirus. Ambos llegaron a la
conclusión de que el ARN ha tenido que preceder en la evolución al ADN
ANEXO
Grandes compañías (o mafias) farmacéuticas pagaron 281 millones de dólares en el 2009 a doctores; 384 doctores recibieron más de 100 mil dólares para que promovieran medicamentos en Estados Unidos (datos de la agencia "ProPública").
Las cifras sólo incluyen información revelada por siete de las más
grandes farmacéuticas en proceso de cumplir con la ley de transparencia
Physician Payments Sunshine Act que obligará desde el 2013 a todas las
compañías a revelar los pagos que hacen a los doctores en Estados Unidos.
Pagar a doctores para que promuevan sus medicamentos no es ilegal en
Estados Unidos pero, es ciertamente cuestionable desde el punto de vista ético.
A la hora de decidir, que medicamento recetar o que procedimiento seguir, los
doctores pueden estar siendo influenciados por estas grandes compañías. Y si se
toma en cuenta el hecho de que muchas de estas sustancias están diseñadas sólo
para tratar síntomas pero no para curar para así mantener el negocio, este
compromiso ético en el que los doctores son puestos es alarmante.
Las compañías que más gastaron fueron AstraZeneca, Cephalon,
GlaxoSmithKline, Eli Lilly, Johnson & Johnson, Merck and Pfizer. Entre
estas compañías vendieron el 36% de los más 300 mil millones de dólares en
medicamentos prescriptos que la industria generó en Estados Unidos en el 2009.
El Lilly, la que más pago a doctores, en algunos casos hizo pagos repetidos al
mismo doctor modificando las iniciales del nombre de dicho doctor.