jueves, diciembre 10, 2009

¿LA TV SALVARÁ AL MUNDO? LA REVOLUCION DE LA CAJA TONTA

Lo último que los hombres detrás de la cortina quieren,
es un público consciente e informado capaz de tener pensamiento crítico.


Cuando en 1953, el famoso escritor de ciencia ficción Ray Bradbury, autor de novelas como Farenheit 451, dijo que "la televisión es una bestia o medusa insidiosa que convierte en piedra a mil millones de personas cada noche y las hace quedarse absortas, una sirena que llama, canta y promete mucho pero al final da muy poco”, se adelantó a los tiempos y eso que un principio la caja tonta no podía jactarse como tal, simplemente porque aun era aun incipiente.

Recuerdo que por allá los años 60 en España apareció por vez primera la televisión y entonces muy pocos hogares españoles podían disfrutar de ella en propiedad; la casa de mis padres fue agraciada con uno de ellas pero los que no podían disponerla recuerdo que iban a bares y a otras partes donde en grupo podían embobarse frente aquel extraño mapa de puntos luminosos en blanco y negro.

Desde sus orígenes, y suplantando a la radio, la televisión se ha convertido en un medio de comunicación líder para difundir mentiras con gran rapidez y efectividad. La manipulación de la población ha llegado a extremos insospechados que a veces cambiaron drásticamente el curso de la historia.

Reconozco que en ese tiempo la televisión parecía ofrecer algunas cosas interesantes dado que aun se desconocía su gran poder de hipnosis y modificador de conductas; desgraciadamente muchas de estas cosas no las pude ver, algunas por el famoso filtro de los rombos de censura, y otras porque los niños de la educación franquista íbamos a dormir cuando en la tele cantaban eso de … “vamos a la cama que hay que descansar para que mañana podamos madrugar”, un adoctrinamiento hoy en día impensable.

Sin embargo, y al margen de los recuerdos sentimentales de la época, la televisión, desde sus orígenes, siempre estuvo enfocada al adoctrinamiento de quienes la veían, era una forma de transmitir las ideas del sistema dominante a través de una fórmula de atención garantizada, hasta tal punto que la gente se creía y sigue creyendo todo aquello que sale por la tele … “Si lo dice la tele será verdad” y por eso el sistema solo dejaba pasar lo que realmente quería que viésemos, algo que sigue siendo válido hoy en día aunque de una manera más sutil.

El poder de la imagen junto al poder de la palabra y del movimiento hacen que el mensaje llene de pleno al centro del alma. La tele es ese doble lenguaje que dependiendo de quien lo utilice puede ser una fuente de aprendizaje o un monstruo para alterar las mentes de los espectadores.

Psicológicamente hablando cabe decir que las emociones humanas son estados fácilmente variables y manipulables. El conductismo de la escuela de Skinner descubrió que con una simple estimulación sobre los sujetos se obtenían respuestas concretas y eso fue aplicado en multitud de experimentos científicos sobre el control de masas. Durante la Guerra Fría se usaron y perfeccionaron las enseñanzas conductistas de Skinner con fines militares, paramilitares, de espionaje y contraespionaje y en toda clase de operaciones secretas y encubiertas. La Cia, el Servicio Secreto Británico más conocido como M16, el KGB, el Mossad, Al Qaeda, entre otros, han sido siempre organismos fieles a estos sistemas. Actualmente las estrategias y tácticas del control sobre masas son estudiadas y mejoradas por instituciones de renombre internacional como el Instituto Tavistock de Gran Bretaña y otros estamentos internacionales que tras su aparente normalidad científica, son tapadera de múltiples experimentos que posteriormente se utilizan en la vida cotidiana por parte de los mecanismos del poder mundial.

La Psicología bien aplicada facilita la comprensión y solución de muchos problemas humanos y sociales pero en manos equivocadas puede llegar a destruir a las personas y dirigirlas hacia comportamientos preestablecidos con el fin de obtener obediencia, sumisión, acatamiento y aniquilamiento de la personalidad o del pensamiento adverso.

Es por ello que soy de los que ve poquísimo la tele, simplemente porque es algo que te agarra y te desnutre la capacidad de alimento mental. Las imágenes afectan demasiado y hay que andarse con cuidado cuando van acompañadas de movimiento y sonido, lo que ves y oyes penetran directamente en la cabeza. ¿Os acordáis de las escenas de la Naranja Mecánica cuando el protagonista es acribillado a imágenes explícitas sobre sexo y violencia para obtener respuestas contrarias a las mismas?

No me gusta la tele porque se que puede dirigir la vida y cambiar la forma de ver y sentir de las personas y de las sociedades, se que a través de sus mensajes pueden manejarnos hacia una línea concreta y anular las restantes, se que la televisión es un medio fulminante que puede alterar mi percepción abierta del mundo y encerrarme en una espiral sin sentido que no conduce más que a un aletargamiento sin vuelta atrás. No me gusta que me dirijan, que me muestren lo que otros quieren que vea y oiga, que manipulen mi capacidad de elección y me reconduzcan hacia una sociedad orweliana donde un Gran Hermano siempre desvirtúa mis pensamientos. Pero además de todo eso es que la tele me aburre, me cansa y me deja tumbado a pierna suelta en el sofá como si me hubiera tomado un poderoso cóctel de somníferos.

Como persona activa que soy, física y mentalmente, procuro buscar los estímulos que me abren la mente y no me la cierren; por supuesto que tengo uno de esos aparatos digitales pero hay semanas enteras donde la tele permanece muda y en permanente estado de hibernación, como si de un objeto decorativo simplemente se tratase.

Me cuesta entender que hay gente que cuando llega a casa y no quiere sentirse sola en lugar de poner música, leer o simplemente cantar, enciende la tele y se va a la cocina a guisar, al baño a ducharse o al ordenador a chatear. No pueden vivir bajo el limpio silencio de la paz o bajo el efecto de otros estímulos más interactivos, sino que precisan de ese murmullo frío y distante de las voces televisivas de fondo aunque sólo sean tan solo las de esos apestosos y pesados anuncios que nos acosan a cada momento.

Cuando yo llego a casa, lo primero que hago es tomar un vaso de leche fría “avec chocolat”, eso me despeja y me nutre de energía, luego pongo en marcha mi disco duro con más de 25.000 mp3 de música diversa. Sin música no podría vivir pero la música, a diferencia de la tele, te permite pensar, crear, desarrollar, compartir, amar, imaginar, estudiar, volar, etc., algo que la tele no puede. Con la música me reconecto de nuevo a mi mundo personal y me activo para hacer cosas positivas como por ejemplo este blog que estoy escribiendo. Todo eso con la tele no podría hacerlo.

Sin embargo, de vez en cuando, y tras ojear la revista que me manda mi operador cada mes, veo algunos programas televisivos interesantes, programas que suelen pertenecer al grupo de Canal Historia, Odisea, Discovery Channel y Viajar. Películas pocas ya que las que emiten ya las he visto montones de veces y en televisión las repiten hasta la saciedad. Al disponer de televisión de pago, -la nacional es soporífera salvo algún que otro programilla de debate en la autonómica catalana TV3 o las inteligentes reflexiones de Iñaqui Gabilondo en el telenoticias nocturno de la Cuatro- puedo además practicar mi francés e inglés a través de los canales internacionales.

Hace pocos días atrás leí un artículo curioso en la revista FP (Foreign Policy, december 2009) titulado “La Revolución en una Caja” del economista norteamericano Charles Kenny, un reportaje que sinceramente me dejó perplejo. Entre muchas cosas decía:

“Un mundo de teleadictos sentados ante sus televisores digitales tendrá sus inconvenientes: quizás sea un mundo con más obesidad pero también puede ser un mundo más igual para las mujeres, más saludable, mejor gobernado, más unido frente a las tragedias mundiales y más aficionado a las distintas versiones de Operación Triunfo que ha disparar contra la gente … La televisión es una forma de educación en sí misma y en vez de chocar con la educación formal puede incluso mejorarla … Los culebrones y los reality shows pueden ayudar a resolver los problemas de la vida real”.

Impresionante reflexión. A veces no me cuesta comprender la falta de sabiduría que hay en algunas licenciaturas probablemente obtenidas de forma dudosa. Para rebatir las palabras de Kenny, habría que recordar ese genial fragmento de Zeitgeist donde se habla de la nociva influencia de la televisión sobre la gran masa social:

“Menos del 3% de Ustedes leen libros, menos del 15% de Ustedes lee diarios, porque la única verdad que conocen Ustedes es lo que reciben a través de este tubo. Ahora mismo hay una generación entera que nunca conoció nada que no haya salido de este tubo. Este tubo es el evangelio, la última revelación. Este tubo puede hacer o quebrar presidentes, Papas, primeros ministros. Este tubo es la fuerza más fantástica en este mundo sin Dios, y la desgracia seremos nosotros, si alguna vez el tubo cayera en las manos de la gente equivocada. Y cuando la compañía más grande del mundo controla la más fantástica fuerza propagandística en este mundo sin Dios, quién sabe qué se venderá como si fuera verdad en esta cadena televisiva. Así que escúchenme, escúchenme: La TV no es la verdad. La televisión es un maldito parque de diversiones. La TV es un circo, un carnaval, una tropa de acróbatas viajeros, contadores de historias, bailarines, cantantes, malabaristas raros, domadores de leones y jugadores de fútbol. Somos el negocio de matar el aburrimiento. Pero Ustedes se sientan allí, día a día, noche a noche, todas las edades, colores, creencias, somos todo lo que Ustedes conocen. Están empezando a creer las ilusiones que estamos rodando aquí, están empezando a pensar que el tubo es la realidad y que sus propias vidas son irreales. Ustedes hacen lo que el tubo les dice. Se visten como el tubo, comen como el tubo, educan a sus hijos como el tubo, y hasta piensan como el tubo”.

Digan lo que digan sus defensores, la televisión es mayoritariamente nociva, a cualquier edad y en cualquier parte porque no solo no cumple esa educación que dice Kenny sino que dirige un adoctrinamiento con fines muy concretos. No olvidemos que la finalidad de nuestra sociedad actual no es la formación racional de las personas sino el negocio que se puede hacer a través de ellas y donde hay negocio hay consecuencias.

“La televisión puede provocar trastornos de atención en los niños”
(Early Television Exposure and Subsequent Attentional Problems in Children,
Pediatrics Magazine, april 2004)"


Dejemos por un momento la actualidad y viajemos atrás en el tiempo. Cuando la tele aun no existía, la gente no tenía más entretenimiento que disfrutar de las conversaciones, de las reuniones, de los paseos, de las lecturas y especialmente del sexo, por esta última razón se dice que había tantos niños. Hoy en día la televisión es la mayor fuente de entretenimiento del mundo y cuando acaban las series y los programas basura, la gente está tan cansada que ni se plantean el hecho de mantener relaciones sexuales puesto que se quedan completamente dormidos.

Según un estudio del Banco Mundial (fiel aliado al Club Bilderberg), “los chicos de las favelas en Fortaleza (Brasil) que ven la tele fuera de la escuela, tienen menos probabilidades de consumir drogas e incluso las chicas de quedar embarazadas. El poder de la televisión para reducir el consumo de drogas entre la juventud es dos veces mayor que tener una madre educada”.

Cuando lees este tipo de cosas te quedas flotando como un péndulo intentando encontrar un punto donde detenerse para comprender lo que está pasando en este mundo. La televisión no es ninguna terapia y quien piense eso es que mal anda de la azotea o tiene intereses en la misma.

Pero a pesar de eso, la televisión es una fuerza magnética tan querida que incluso en las zonas más vastas del mundo -donde aun no existen ni redes eléctricas- la gente enchufa sus aparatos de televisión a viejas baterías que consiguen de cualquier forma; en algunos países pobres, como Perú, por ejemplo, hay más hogares con televisor que hogares con electricidad. Son pueblos que no pueden comer ni superar muchas enfermedades pero el 80% de los hogares de estos países pobres tienen televisores. Eso demuestra el altísimo poder de persuasión y dependencia que posee este maldito chisme cuyo poder y ventajas son usados por los grupos que buscan mantener al pueblo ajeno a cualquier conciencia propia de pensamiento.

Para mi la televisión no educa porque no está montada para que cumpla estas funciones. Si fuera así, enseñaría a la gente libertad de pensamiento, formación de conciencia crítica, educación ciudadana, valores positivos, cualidades olvidadas, criterios que posibilitaran avances y cambios sociales y científicos, formaría a las personas en la cultura diversa y libre, en conocimientos expansivos, creativos, haría que las vidas de los individuos tuvieran sentido y estimularía la participación colectiva en todo aquello que mejorarse globalmente las sociedades en las que se vive y se muere. No generaría actitudes egoístas, de violencia sobre otros seres vivos, enseñaría solidaridad y buenos compartimientos. Su finalidad seria hacer crecer a los ciudadanos para conseguir sociedades justas y solidarias, algo que no es posible dado el contenido de los programas emitidos.

Partiendo de las estimaciones de la revista FP Foreign Policy, “en el 2007 había más de un televisor por cada 4 personas en el planeta y 1.100 millones de hogares tenían un aparato en sus interiores. Para el 2013 se habrán conectado por encima 150 millones de hogares más".

Sin lugar a dudas los deportes, los culebrones y los reality shows son los programas de mayor audiencia, eso define bien claro que la estrategia televisiva no es estimular la capacidad de reflexión de las personas sino conducirlas hacia un ocio emotivo alejado de contenidos racionales, aunque siempre hay quien opina lo contrario:

“En un futuro no muy lejano se verán 24.000 millones de horas de televisión al día, una media de 4 horas de televisión diurnas. Algunas de estas horas podrían emplearse mejor, plantando árboles, ayudando a viejecitas a cruzar la calle o jugando al cricket. Pero ver la televisión pone a la gente en contacto con ideas nuevas y gente distinta. Con ello se logran nuevas oportunidades, una mayor igualdad, una mejor comprensión del mundo y una nueva apreciación de las complejidades de la vida”.

Charles Kenny
economista del desarrollo residente en Washington (EE UU) y autor del libro The Success of Development: Innovation, Ideas and the Global Standard of Living

Aparte de plantar árboles, que me parece una labor estupenda, o ayudar a cruzar la calle a quien lo necesite, o jugar a lo que sea, las horas que disponemos en la vida se pueden emplear en muchas otras cosas más positivas que ver la tele. Si Kenny y otros partidarios de esa filosofía creen que ver la tele es tan formativo como dicen, deberían sentarse ante la misma y pasar el resto de sus vidas viendo el mundo a través de ella.

Tiene que haber gente que no vea la tele y plante árboles que otros destruyen en pos a la fabricación de productos y energías contaminantes. Tiene que haber gente que no vea la tele para ayudar a ancianos a vivir de mejor manera y puedan evitarles riesgos innecesarios, tiene que haber gente que no vea la tele para que puedan forjarse campeones deportivos, expertos en disciplinas diversas o simplemente gente que desea divertirse de otra forma que ante la caja boba.

El concepto de la realidad no se mide ni resume en una pantalla de X pulgadas por muy digital que sea, la realidad se mide y resume cuando te topas directamente con ella, cuando la vives y la sientes en la propia piel, cuando notas como te quema, te reseca, te agrieta y te salen ampollas, o simplemente te hidrata y suaviza como una brisa de verano bajo los cocos de Malasia. Por tanto ojito con el medio. La realidad que vemos en la tele es la que quieren que veas no la que hay. Muchas realidades importante jamás salen por la pantalla y es más hay países donde nunca son mencionados.

La televisión no es lo que parece ser, es una trampa ingeniosa, un troyano colado que se infiltra en tu cabeza para activar su letal virus de irreflexión y atontamiento total; es un cruel Spyware que te absorbe cualquier energía que te conduzca hacia cosas más productivas; es un spammer constante que te inunda la cabeza de contenidos anodinos y te redirecciona la conducta hacia los principios que sus emisores creen oportunos para salvaguardar sus intereses. En definitiva la tele practica el phising diariamente a fin de robarte todo que lo que puede convertirte en un ser humano y te deja como un robot al servicio de la fábrica. Si la televisión fuera realmente educativa nadie dudaría de sus beneficios para mejorar las sociedades en las que todos vivimos.

Por tanto, lejos de lo que opinen algunos defensores de la caja boba, la televisión es un enorme come cerebros, una trituradora gigantesca de conductas con conciencia, una ideología subversiva que persigue un adoctrinamiento sumiso sin vuelta a atrás, un atentado integral al sistema racional y emotivo de todo ser humano. Mientras la televisión sea lo que es estamos vendidos porque mientras veamos esas figuritas de luz moverse por la pantalla diciéndote que debes comer, beber, pensar o sentir, mal vamos. Me parece increíble que aun, tras tanto desarrollo que dicen que hay, todavía existan tantos millones de almas humanas que no se percaten del poder malicioso y malintencionado de la caja tonta; me perece incomprensible ver cómo tanta gente aun se deja arrastrar hacia ese vacío absoluto. El día en que la televisión deje de estar al servicio del Poder y funcione como una forma de aprender más sobre la vida, entonces llenaré mí casa de aparatos a pleno funcionamiento, mientras eso no ocurra, el único aparato que funcionará pleno rendimiento es el que tengo entre mis piernas.

Saludos.-

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