martes, diciembre 08, 2009

TRAS LA MÁSCARA DE LA HIPOCRESÍA Y LA DOBLE MORAL

No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto.
Aristóteles

Más vale un minuto de vida franca y sincera que cien años de hipocresía.
Ángel Ganivet

La vida es una constante búsqueda, a veces afortunada, a veces inesperada o desgraciada, otras tambaleante en la insípida línea de la indiferencia pero raras veces se convierte en un cómputo repleto de satisfacciones; alcanzar más o menos lo que deseamos todo depende de nosotros, de cierta suerte y de los factores que nos circundan y condicionan; sea como sea la vida parece un juego que solo se juega una vez, divertido en ocasiones, loco o cruel el resto y en ese baile precisamente es dónde nos toca danzar aunque queramos estar quietos.

Pero la vida de cada uno se desarrolle acorde al lado a dónde cae. Si naces en una chabola de Etiopía en pleno desierto tu vida estará marcada por el tiempo, la necesidad y la supervivencia inmediata. Si por el contrario tu vida cae en el seno de una familia multimillonaria de Beverly Hills tu desarrollo estará marcado por los dólares, la imagen y el prestigio. Los orígenes condicionan nuestro desarrollo y el respeto a todas las clases sociales debe ser un principio vital para toda especie que se jacte de humana.

Tampoco se trata de seguir la corriente de la dinámica impuesta, se trata de pararse en medio de la autopista y pensar, qué soy y que puedo hacer yo para que el mundo pueda funcionar mejor, es decir, pensar por ti mismo a pesar de las lanzas condicionantes que te lanzan desde los estamentos del Poder. No podemos contentarnos en dejar que las cosas estén como estén, algo muy arraigado en nuestra sociedad, sobre todo la española, se trata de aportar granos que hagan crecer la montaña y dibujen un cambio hacia una sociedad mejor.

No se pueden aceptar ya las viejas normas, los viejos patrones, las antiguas costumbres o normas, la sociedad ya no es la misma que antaño, ha cambiado y cambiará intensamente, hasta tal punto que lo que ahora nos parece impensable será cotidiano dentro de poco. Pero tampoco hay que desechar todo lo de atrás, hay que conservar aquello que nos ha sido positivo para el avance de la Humanidad ya que forma parte del motor que posibilita el progreso y construir las bases de una nueva sociedad con garantías. Es nuestro compromiso.

Considerando que el hombre es una arquitectura capaz y finita pero brutal, violenta, agresiva, posesiva y competitiva -un repaso por la Historia y actualidad nos dará sobrados ejemplos de eso- el mundo se ha construido sobre bases erróneas, arropadas bajo falsos mitos, poderes privilegiados y normas dañinas que en su conjunto han dado resultados de miseria, conflictos, brutalidad destructiva y agresión constante y ese afán de dominio del ser humano sobre los demás ha marcado la vida de nuestra Humanidad.

En un mundo donde el 1% de la población posee el 40% de la riqueza del planeta; en un mundo dónde 34.000 niños mueren cada día de pobreza y enfermedades prevenibles, y dónde el 50% de la población mundial vive con menos de 2 dólares al día, una cosa está clara: algo funciona muy mal.

La sociedad de hoy en día esta compuesta de una serie de instituciones políticas, legales, económicas, religiosas, sociales, familiares, ocupacionales, que moldean y condicionan nuestro entendimiento y perspectivas. Vivimos en el seno de una sociedad hipócrita que sólo contempla la realidad desde un punto de vista el del poder. y la supuesta democracia en la que vivimos es la peor de todas.

Nadie esta más perdidamente esclavizado que aquellos
que falsamente creen ser libres.
Johann Wolfgang von Goethe

Para Noam Chomsky, lingüista y analista social, la hipocresía es “la negativa a aplicar en nosotros mismos los mismos valores que aplicamos en otros". Desgraciadamente esta negativa fundamenta nuestra sociedad, ya que ésta exige principios que luego no se aplica a si misma. Por ejemplo, el tabaco es malo, peligroso, pernicioso para la salud, se gastan millones en campañas para reducir el tan absurdo acto de fumar y se prohibe fumar en muchas lugares públicos, pero el Estado cobra millonarios impuestos, hace caja y mira para otro lado. Eso es hipocresía. La emisión de gases contaminantes es cada vez mayor en el mundo lo que provoca verdaderos cambios climáticos que son catastróficos para todos sin embargo la gente sigue yendo en coches, las industrias siguen produciendo y los Estados pasan de todo. Eso también es hipocresía.

Somos una sociedad hipócrita. Hipócrita y llena de contradicciones. En todos los ámbitos. Inmadura y cargada de prejuicios y tópicos. La aparente lucha "contra los poderosos y los ricos", a los que luego se da toda clase de ventajas y recursos para evitar ser tratados como los demás. La persecución fiscal contra las clases medias y la condonación de deudas o la doble contabilidad tolerada de los partidos políticos. El doble rasero para la presunción de inocencia según quien sea el que ha cometido un supuesto delito. Una justicia de jueces independientes dirigida por un Consejo elegido por cuotas.

Francisco Muro de Iscar
Director de Comunicación del Consejo General de la Abogacia Española

Una sociedad que condena el asesinato pero tolera y justifica la guerra donde millones de soldados y seres humanos son masacrados por intereses de cualquier tipo, es una sociedad hipócrita. Una persona que dice tener el derecho de tener amantes pero no admite que su cónyuge tenga el mismo derecho, es una persona hipócrita. Una sociedad que acepta como jefe de Estado a un tipo que monta orgías con prostitutas pero a su vez censura, margina y prohíbe la prostitución en si misma, es una sociedad hipócrita. Una iglesia que, argumentando defensa a la vida tiene en su avatar histórico a millones de víctimas, pero en la actualidad amenaza con excomulgar a todos los diputados católicos que voten a favor de la nueva ley sobre el aborto, es una iglesia hipócrita. Una religión que profesa la igualdad, el amor, la humildad, y otros tantos valores humanos, pero cuyo máximo exponente físico en la Tierra vive rodeado de lujos, riquezas, propiedades, oscuros negocios y privilegios, es una religión hipócrita. La lista de hipocresías personales y sociales es interminable y nada es peor que no dar ejemplo de lo que uno preconiza.

Ya desde pequeños se nos inculcan principios hipócritas que hacen de nuestras vidas una continua contradicción y sin sentido. Posteriormente debemos luchar desesperadamente para librarnos de muchos de estos principios para poder vivir en sociedad. Es absurdo decir que vivimos en una sociedad democrática cuando la casi totalidad de los derechos humanos son cortados directa o indirectamente de mil formas posibles. Es absurdo inculcar amor cuando la gente se divorcia con odios y represalias. Es absurdo inculcar principio de respeto y solidaridad cuando después en la vida real reina todo lo contrario. Es absurdo votar a personas que creemos que harán mejor un país y ves que solo se ocupan por forrarse los bolsillos y vivir del cuento. Nuestra sociedad es un templo a la hipocresía, en sus principios, en sus bases y en sus desarrollos, por tanto en una sociedad hipócrita es lógico que existan individuos y conductas hipócritas. Consecuentemente bajo esta influencia una sociedad nunca puede funcionar correctamente.

Podemos estar enamorados de dos personas a la vez pero eso no cuadra con la moral que se nos inculca, los seres humanos somos muy complejos y manifestar los verdaderos deseos parece un imposible. Cada día pensamos una cosa y hacemos otra bien distinta. Unas veces actuamos así por no hacer daño a los demás, otras por pura conveniencia, por comodidad. Consideramos que una persona sincera genera más confianza sin embargo preferimos aquella que te dice sólo lo que quieres escuchar. Es como si todos viviéramos en dos mundos, el que deseamos ser y el que somos realmente y así es imposible encontrar la autenticidad de la vida. Nuestra sociedad actual es pura fachada, predomina la mentira, la adulación barata, las medias verdades, el engaño, la ley del más fuerte. En lugar de construir una sociedad sobre nuestras cualidades nos hemos hecho esclavos de nuestros propios defectos.

No importa el medio en que estemos, el azufre impregna los rincones de la sociedad; la fábrica es tan inmensa que todo es amarillo y huele a huevos podridos. Todo está montando para que funcione en torno al negocio y lo peor de todo es que el negocio está dirigido por seres humanos que huelen a azufre. La religión, la economía, la educación y la política, son parte de esa gigantesca fábrica de ácidos sulfurosos.

Cierto es que en la historia de la Humanidad han habido épocas de lucidez y épocas de oscuridad, pero lo característico de nuestra época es la masiva ocultación de la verdad y el eclipse de la razón. El sistema cultural que sostiene nuestras instituciones, formas de vivir, son los que provocan y mantienen la descomposición de lo humano, hasta permitirnos convivir con naturalidad todo aquello que desde la razón y el sentimiento nos parece inadmisible o atroz. Cerrar los ojos a esta realidad nos lleva a abandonar los últimos vestigios de lo que fue una civilización. ¿Estamos aún a tiempo de recuperar nuestra Humanidad?.

Saludos.-.

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