Le doy vueltas a la cabeza, mis neuronas van locas por las autopistas del conocimiento, siempre, en un constante vaivén en busca de respuestas, descifrando enigmas, formulándose preguntas. La vida es un enorme globo de interrogantes que precisa de una aguja sabia que sepa pincharlos. De no ser asi, ¿para que sirve el conocimiento?, ¿por qué se estudia si luego no se aplica lo que se aprende como bueno en los libros? ¿Para qué se hacen derechos humanos si luego no se respetan, o mandamientos que se cumplen según sople la dirección del viento, o leyes que se saltan a la torera siendo el Estado el primero en no cumplirlas? ¿Para qué sirve tener padres, familia, escuela, amistades, compañeros, pareja, hijos, si muchas veces no son capaces de hacernos felices, otras nos los quitan o nos maltratan? ¿De qué sirve luchar en esta vida si nadie te hace caso, enseñar valores que se machacan o se olvidan? No me cabe en la cabeza que el ser humano no sea capaz ni siquiera de mantener “erecta” y, sin “gatillazos” la pirámide de Maslow.
Me cuesta creer que el mundo se sostenga aún cuando a vista de pájaro parece un enjambre de alimañas devorándose unas a otras. Hemos descubierto el arte, la ciencia, la filosofía, la política, las mil y una disciplinas y profesiones que son, por si mismas, verdaderas joyas de la cabeza, sin embargo, a pesar de sus aportaciones no son suficientes para poner orden y concierto a este planeta llamado Gea. Disponemos de la sensibilidad, de la imaginación, de la habilidad, de la comunicación, pero usamos estas herramientas, muchas veces, para fines malignos. Somos ases de la codicia, de la mentira, de la manipulación, de la avaricia, de la envidia, de la cólera, de la venganza, del egoísmo, etc, al mismo tiempo que damos nuestro corazón para edificar una arquitectura de sentimientos que dan sentido a nuestra existencia.
A pesar de lo bueno que tenemos no veo que el resultado bueno prevalezca: veo demasiado sufrimiento y caos en el mundo. Es como si Satán estuviera ganando la batalla a Dios. Por eso, me da vergüenza que me llamen ser humano, ser racional, cima del reino animal. Para soportar este dolor construyo eso que llaman ser positivo y esperanza, conocer el mal para reciclar hacia el bien; conciencia y lucha se arman para vencer el miedo, la cobardia, la negatividad que habita en la Tierra. Es por eso que procuro mantener el fuego caliente y la piedra abrasante; la cabeza lúcida y el cuerpo vibrante, el corazón a punto y el alma despierta; por más que intenten diluir mi sacarosa interna permanezco inmóvil frente la acidez que me ofrecen.
Soy de los que pienso que la sangre sigue siendo roja a pesar de que intenten convertirla en negra; que el corazón bate a pesar de que lo cambien por balbuceos de artificio. Mantengo la forma de pié y el volúmen circundante como un sistema de planetas en torno al astro luminoso. El diablo me saluda pero yo le giro el cráneo, le doy la espalda y le soplo un pedo para que huya despavorido; cuando me tiende su mano negra, se la estrujo como un trapo. El color es mi bandera aunque el mundo sea un escudo en blanco y negro. Rezo al ángel para que irradie mi aleteo hacia el confín de los universos. Escupo la hiel del miedo en la vertiente del vertedero. Nada fluye como el torrente perpetuo pero mantengo la vida en la cresta de la ola. Ni surfers ni extremos, sólo habitantes de lo posible, de lo cierto, de lo equilibrado; el balance es lo que facilita el desarrollo racional de las cosas. Pero la vida aunque camine por el filo correcto siempre pende de una hilera, a veces de seres inertes, de corazones cuarteados o de mentes brillantes. Es cuando a veces el azar se alia con el destino de las gentes. Vivir es sentir, es subir o bajar, y con suerte mantenerse en el punto medio, como un termómetro que marca los centígrados correctos.
Pero la vida no siempre cuadra, ni la logística, ni la geometría, ni la arquitectura, el álgebra, la trigo o la materia oscura son capaces de dar consistencia a las contradicciones que zarandean el globo terráqueo. Por más aceleradores de átomos que construyan ningún humano puede ser Dios, porque Dios es un mito, una esencia intangible que habita en lo más profundo del inconsciente humano. Como decia Nietzsche, muerto Dios sólo queda el Hombre, una cuerda tendida entre el mono y el Superhombre. El Hombre es un entidad que debe ser superada ya que forma parte de la evolución, es una fase, una etapa hacia otro estado, por eso es imperfecto, porque no es hijo de Dios sino de si mismo y eso me complace. ¿El futuro del Hombre debe ser el Superhombre?.
Algunos siempre han intentado hacernos creer que somos hijos de un Dios, de un ser supremo que, quizás por aburrimiento, o por quien sabe que, un día se despertó y vió que estaba solo y decidió crear el Universo, la Tierra, los animales y la primera pareja humana. Me resulta dificil de creer que el ser humano es el resultado, a imagen y semejanza, de ese Dios creativo que una vez convirtió la Nada en Todo, bueno, en casi Todo. Se me hace espeso deliberar sobre esas incógnitas que siempre circundan los mitos religiosos que parecen surgir de la imaginación humana ante sus propias debilidades, incomprensiones e insuficiencias. Si Dios es bueno ¿por qué ha hecho que esto sea un berenjenal? ¿Por qué la gente buena no triunfa y en cambio los malos si? ¿Por qué permite la existencia de un Bush cuando existen otras almas capaces de gobernar el mundo con mayor sensatez? ¿En qué momento de la Historia la cosa se torció y empezó a ir por el camino oscuro? ¿La vida siempre ha sido asi? Es lógico que por una manzana comida paguemos para siempre ese mito de la desobeciencia y la tentación? ¿Quien juzga a Dios por ser un provocador? Si estábamos tan bien en ese supuesto Paraíso Terrenal, ¿qué necesidad tenia Dios de hacernos pecar? Dejemos ahora Dios en el cajón y supongámos que éste no existe ... ¿de dónde sale tanta maldad humana, tanta ineptitud, tanta negatividad y codicia? Del ser humano en si mismo? De Satán? ¿de otra civilización extraterrestre? No quiero irme de la olla pero el ser humano es lobo y cordero, quizás más lupo que oveja, porque sus colmillos relucen al toque solar y sus garras se frontan ante el ciervo que pasta pacible sobre la verde pradera. No creo en la Humanidad, tampoco en ese ser tenebroso capaz de aniquilar a sus hermanos, creo en esa parte del ser que irradia positividad, esperanzas, trabajo, igualdad, intercambios, esfuerzo, respeto, luz.
Cuando lees en la prensa que el El Papa dice: "Los anticonceptivos niegan el objetivo del matrimonio" se te cae la la cara de vergüenza, los piés se te convierten en barro y desprecias todo aquello que huele a sotanas. Si yo fuera Dios bajaría de mis cielos y le daría una lección a ese clérigo multinillonario del Vaticano. Cuando el catedrático de Estructura Económica de la Ramón Llull augura que "En 2010 empezará la crisis de verdad y será brutal, terrible" se te ponen las pelotas por corbata porque descubres que la mente humana ha perdido su capacidad de hacer las cosas con sentido. No es lógico que después de tantísimos años de luchas, de sacrificios, de muertes, de gente sabia que ha aportado su razón, todo esto se convierta en un vacio completo, es decir, que a puertas del siglo 22 sigamos aún con el culo abierto. No es normal que más de 2000 años de Historia no hayan servido de nada y aun sigamos colgados de los árboles mientras las alimañas se comen las frutas del Paraíso.
Y es que cuando oigo la palabra Humanidad los ojos me empiezan a girar como pelotas dentro de un Tiovivo. Cuando escucho ese golpeo llamado Hombre sobre el suelo de la Tierra, ésta tiembla, huye despavorida para esconderse bajo los elementos que la componen. Ser humano es ver un rostro cubiertro de sangre en un espejo oxidado, una máscara veneciana de terror angustioso, una bola rota en mil pedazos, un fuego eterno que se consume a si mismo y una textura llena de granos purulentos. La Humanidad es una síntesis de pocas cosas buenas y muchas de malas, de gente positiva convertida en mártires y de personajes malos que se han transformado en líderes.
Me cuesta creer que el carro de la Humanidad estéguiado más por Mesalas que por más Ben-Hurs, más por caballos negros que por corceles blancos; lamentablemente el auriga humano se inclina más por la fuerza ténebre que por la lumínica. El mundo es un circo romano. Es el tirón todavía latente de la serpiente, es la necesidad de transgredir las leyes de la vida, el amor a lo desconiocido y prohibido. Eso me asusta porque amor la vida y ésta está pendiente de un hilo. La Humanidad es una síntesis de Dios y Satán.
Las recientes palabras de Stephen Hawking erizan el alma y congelan la sangre y el cerebro se chamusca. Pronostica que dentro de un siglo aproximadamente la vida en la Tierra se hará imposible. Por un cambio climático radical y también por una probable catástrofe nuclear. Puesto que cuando nos hallamos ante un peligro lo más normal es que busquemos soluciones, a Hawking se le ha ocurrido que el mejor remedio será emigrar a otros planetas o a la Luna, dando por sentado que en los próximos cien años la humanidad avanzará tanto en este sentido que será posible colonizar parte del universo. Suponiendo que sus pronósticos se cumplieran, tanto el de la catástrofe terráquea como el de la habitabilidad de Marte, el científico pasa por alto especificar el número de personas que podrían acogerse a semejante emigración. ¿Toda la población de la Tierra? Cuesta imaginar que hubiera suficientes naves espaciales para miles de millones de humanos. ¿Quiénes serían los afortunados? Los poderosos, naturalmente. Una minoría que abandonaría a su suerte al resto de individuos insignificantes, a los que dejarían morir abrasados por el calor natural o el nuclear. En una entrevista con la BBC, Stephen Hawking afirmó que el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) no encontrará el llamado bosón de Higgs, una partícula que es tan elemental en el mundo de la física que también recibe el nombre de Dios (se supone que ella es el origen de la masa). Hawking continua:
"La ciencia no deja espacio a los milagros. A largo plazo, la raza humana no debería poner todos sus huevos en la misma cesta, en este planeta. Esperemos poder evitar que la cesta se caiga hasta haber esparcido su carga (es decir, nosotros) por otros lugares. Las graves amenazas que nos acechan son que nos estamos situando al borde de una segunda era nuclear y este cambio climático sin precedentes … Estoy seguro de que, durante este siglo, se descubrirá cómo modificar tanto la inteligencia como instintos como la agresividad. Surgirán leyes contra la ingeniería genética con humanos, pero algunos no resistirán la tentación de mejorar características como el tamaño de la memoria, la resistencia a enfermedades o la duración de la vida. Una vez aparezcan estos superhumanos, habrá problemas políticos graves con los humanos no mejorados, incapaces de competir. Presumiblemente morirán o se convertirán en irrelevantes. En su lugar, habrá una raza de seres autodiseñados que se mejorarán cada vez más a sí mismos”.
.... Joder ..... por si acaso, yo, mejorado o no, voy preparando mis maletas. ¿A qué esperais?
Saludos.
Texto: KarlFM