El mundo es una ficción o una broma de mal gusto, la gente es imbécil o yo son un flipado de tres al cuarto; sea lo que sea lo que si está claro es que cada vez la realidad de calle se parece más a una estúpida comedia que a una obra de arte y mientras seamos asi gilipollas somos caldo de cultivo para cualquier animalada. Y os preguntareis de que demonios habla este ahora.
Os hablo de, esa pequeña caja rectagular capaz de todo y que lleva a miles de bobos a hacer colas inmensas para comprar este último modelito que ha exprimido la Manzana. Os hablo del I-Phone, no de Zaratrusta.
Si Nietzsche levantara cabeza dejaria de ser filósofo, lo más probable es que regresaria pronto al sarcófago de donde salió. Hemos llegado a un punto en que hacer cola “mola”, como los borregos que están en fila listos para ser degollados, o los reclutas que permanecen acojonados a la espera del pinchazo del caballo; o los que se avalanchan como estampidas de bisontes en tiempos de rebajas; o los que, simplemente, soportan el vacio del estómago para poder entrar a comer una paella de diseño tras 1 hora de insoportable espera; ser humano es estúpido, al menos ser humano en estos niveles, y a medida que pasan los años más patéticos resultamos. La fiebre del consumismo ha traspasado ya los stándares y vamos directos a una drogodepencia de carácter irreversible. En poco tiempo nuestras venas destilarán euros para gastar en cien mil chorradas, cual de ellas más pija. Ahora, si ya no tienes un I-Phone no eres moderno, si lo tienes eres un VIP. Menuda medalla !!!
Soy amante de los Apple, desde hace más de 20 años trabajo en este entorno en contra el mundo pecero de Bill Gates, uno de los grandes gansters de guante blanco y miembro de honor del célebre Club Bilderberg. Uso la manzana en mis trabajos no por imagen en el sentido de presunción o desmarque sino porque los Mac son las mejores máquinas para trabajar informáticamente, como sistema, como resistencia, por operatividad, rapidez y calidad; no hay color. Pero de eso a hacer colas para pillar un móvil es de descerebrados, con perdón. Yo, sería incapaz de hacer eso para comprarme un chisme.
I-Phone puede ser una maravilla, sacarlo del bolsillo puede ser un arte que deje enbobados a los que te circundan, como cuando Harry el Sucio desenfunda su Magnum 44 y caga los slips de sus enemigos. Sacar un I-Phone del bolsillo me recuerda a la pelicula American Pycho cuando el prota se enfrasca en una demo yuppi con sus colegas de curro a cual de ellos tiene la bussiness card de mayor diseño.
Slave people, druger’s technos o fashion victims, da igual como se los etiquete, son las nuevas razas de lo que hay y de lo que viene, humanos que dejan de ser tales y se convierten en zombies del marketing preparado. Marcas y otros artilugios del siglo del diseño son los caramelos que nos atrapan con su adictivo azúcar envenenado. Los Iphonitas son una nueva especie que ha irrumpido en nuestro globo de manera casi espontánea.
Por mi parte sigo con mi Sony-Ericsson de hace año y medio que substituyó a un robusto Nokia que se mantuvo 4 años. No me gusta el móvil, lo tengo por una emergencia o necesidad imperiosa; tengo un contrato fijo de 8 euros mes y no gasto mas de 15 en cada factura; solo mando algún sms y alguna llamadita, paso de conexiones net y demás chuminadas que la gran mayoria paga pero no usa ni sabe utilizar pero queda bien tenerlo.
Acepto el desarrollo tecnológico, puesto que muchos de sus aparatos son útiles en una sociedad envuelta en el frenesí del chip. Pero sepamos ser consecuentes, no esclavos de la novedad ni caer en la alienación del consumo extremo o en la veneración de la magen por encima de todo. Lo decia en mi blog anterior, el equilibrio es la base de la vida y el ser humano es el rey de los desequilibrios. VIVA EL "REY".-
Un abrazo.