




Parece ciencia ficción pero tal
como se desarrollan los acontecimientos en el mundo actual, cualquier avance en
material bélico es una realidad. Desgraciadamente la conquista y muerte son un
negocio; si los países decidieran invertir todo el dinero que se gastan en la
investigación, creación y desarrollo de amas y elementos militares, cada vez más
potentes y efectivos, en avances para el beneficio de la sociedad, el mundo sería
completamente distinto. Pero el ser humano no está programado para vivir de otra manera, su
ambición y forma de ser le conducen a obrar de manera agresiva y brutal, la
historia siempre lo ha demostrado: las continuas guerras y formas de
sufrimiento y resistencia ha fundamentado esta Humanidad. Este interesantísimo
reportaje, publicado en la revista Muy
Interesante demuestra hasta que punto el compromiso militar está profundamente
implicado en la ciencia y tecnología en lugar de otro tipo de avances
más fructíferos para las sociedades. Sinceramente temo por nuestro futuro, donde
las sociedades serán cada vez más tecnocráticas, sin derechos humanos, robotizadas
en base a ideales hiperdigidos desde las cúpulas de poder. El ser humano quedará
recluido a programas específicos, ajustados a las funciones que deberá
desempeñar. Androides, supersoldados, robots, obreros al servicio del sistema, así como toda una serie de elementos auxiliares, serán las almas de los ejércitos y sociedades del futuro. Una sociedad así no merece la pena ser vivida.
KarlFM.-
Olvídese de los tanques, los
misiles Tomahawk o los nuevos cazas F-22 Raptor. En las guerras del futuro,
EE UU apostará por los supersoldados:
seres humanos
mejorados, rectificados y corregidos. Y no porque vayan a estar equipados
con trajes de invisibilidad o armas que funcionen a la velocidad del
pensamiento; el soldado que quieren crear no tendrá casi necesidad de dormir,
comer o beber, podrá curarse rápidamente, será inmune al dolor, al calor o al
frío, hablará y entenderá docenas de idiomas y no tendrá problemas morales o
éticos al cumplir su trabajo. En definitiva, será una especie de biorrobot
capaz de funcionar a pleno rendimiento los 7 días de la semana cuyo
subconsciente podría incluso controlarse a distancia.
Inventos que parecen salidos de la ciencia ficción
La organización encargada de inventarlo se denomina DARPA: Agencia para
Investigaciones de Proyectos Avanzados en Defensa. Los escépticos
harían bien en recordar que en la década de los sesenta uno de sus ingenieros
ideó una forma de interconectar ordenadores distantes entre sí que daría origen
a la red Arpanet,
la semilla de lo que hoy se conoce como internet.
Pero la Red de Redes es sólo uno de los muchos avances extraordinarios de la
ultrasecreta DARPA, que fue fundada hace 50 años en respuesta al lanzamiento
del Sputnik soviético. Las contribuciones de la agencia incluyen los aviones
que eluden el radar, los equipos de visión nocturna y el diseño que daría
origen al rifle
de asalto M-16.
A principios del siglo XXI, los estrategas militares estadounidenses
concluyeron que la mejor forma de vérselas en un primer momento con amenazas
transfronterizas era tener pequeños grupos de soldados preparados para
infiltrarse en vez de desplegar una gran cantidad de equipo pesado. Ello
significaba que esos comandos debían poder sobrevivir sin médicos,
comunicaciones, apoyo táctico o provisiones.
En 2002, DARPA proclamó que “el ser humano se estaba convirtiendo en el eslabón más débil
en la cadena de los sistemas de defensa”, y solicitó al Congreso 160
millones de dólares anuales para investigaciones. “Reforzarla no sólo pasa por desarrollar
materiales que mejoren su desempeño, sino posibilitar nuevas capacidades
humanas”.
Los críticos describen los experimentos de DARPA como si en sus instalaciones
se estuvieran creando monstruos de Frankenstein. “Es más habladuría que otra cosa”,
afirma Tony
Tether, director de la agencia, en la revista WIRED. “El ejército
estadounidense tiene el mejor entrenamiento del mundo. Nuestra misión es idear
la forma de mantener el nivel cuando los soldados están en situaciones
difíciles”. Así, DARPA patrocina hoy docenas de proyectos de
acrecentamiento humano en laboratorios del país y en instituciones foráneas. Y
uno de los principales objetivos ahora que la tasa de reclutamiento en EE UU ha
caído un 12% es crear dos guerreros por el precio de uno, esto es, un soldado
que no duerma.
Durante la Guerra
de Vietnam, el ejército de EE UU estudió ampliamente cómo afectaba a
sus hombres no dormir. En esa época, lo único que se podía hacer para mantener
a los reclutas con los ojos abiertos era darles montañas de anfetaminas. En la
actualidad, DARPA trabaja en un programa de Prevención de Falta del Sueño que permitirá a un
piloto volar 30 horas seguidas o a un “boina verde” sobrellevar hasta 74 horas de
actividad sostenida sin que sufra incapacidades psicomotoras.
En la Universidad
de Wake Forest, en Carolina del Norte, se está estudiando una clase
de fármacos denominados ampakinas que podrían evitar el déficit cognitivo
asociado a la falta de sueño. En la Universidad de Columbia, un equipo de científicos
utiliza estimulación magnética transcraneal para contrarrestar la fatiga y
técnicas de representación por imágenes para analizar los efectos neuroprotectores
y neurorregeneradores
de un antioxidante presente en la planta del cacao. A la vez, la Fuerza Aérea
investiga una droga llamada Modafinil, que supuestamente podría mantenernos en
pie 88 horas.
Objetivo: no parar ni para comer al menos en 3 días
¿Pero de qué vale un guerrero que no duerme si de todas maneras tiene que comer
y beber? Para acabar con ese problema, otro proyecto, conocido como programa de
Desempeño Cumbre
del Soldado, busca “poder realizar un trabajo físico y cognitivo continuado de 3
a 5 días, las 24 horas diarias, sin necesidad de ingerir calorías”.
Aunque por término medio un adulto necesita entre 1.500 y 2.000 calorías
diarias, un soldado en acción puede requerir casi 8.000. Pero, puesto que
detenerse a comer resta un tiempo valioso que podría usarse en identificar o
eliminar blancos, DARPA investiga formas de “lograr el total dominio metabólico”. Esto incluye
controlar el hambre usando nutracéuticos –complementos alimenticios naturales
de origen marino y vegetal– y suplementos nutritivos para darle al cuerpo lo
que necesita cuando no hay comida por ninguna parte. Así, con la ayuda de las
bacterias adecuadas, se podrían digerir cosas que hoy se consideran incomibles,
como la celulosa de las plantas.
Buena parte de este trabajo se lleva a cabo en el Centro de Sistemas para Soldados del Ejército
en Natick, Massachusetts. Recientemente, este laboratorio desarrolló un
prototipo de lo que llaman First Strike Ration. Se trata de un paquete
alimenticio que incluye tres emparedados, un puré de manzana reforzado con
carbohidratos y chicles de cafeína. Según un informe del centro, las nuevas
raciones de campaña están pensadas “para consumirse en movimiento y en las primeras 72 horas del
conflicto”. Este mismo organismo ideó un alimento deshidratado que
el soldado podía rehidratar sin peligro con su propia orina. Precisamente, para
solucionar el consumo de líquidos, DARPA creó un programa especial de
recolección de agua que permite extraerla del propio aire y, por tanto, evita
tener que acarrearla.
Ahora que hemos visto cómo pueden reducirse las necesidades de sueño, agua y
alimentos del combatiente, es el momento de convertirlo en un auténtico Supermán. El proyecto Soldado
Metabólicamente Dominante busca aumentar el rendimiento celular para
promover la resistencia y la fuerza, y así conseguir, por ejemplo, que un
comando cargue con facilidad incluso 100 kilos de equipo.
Los primeros pasos se están dando en la Universidad de Stanford, donde se ha
desarrollado el “guante
enfriador”. Este ingenio, parecido a una tetera recubierta por
dentro por una especie de hemisferio metálico, produce un vacío que conduce la
sangre hacia la mano y la enfría, lo que refresca el cuerpo en segundos. Según Craig Heller,
uno de sus inventores, experto en ciencias biológicas, “en esencia, los músculos se fatigan porque se
recalientan; el guante apura el intercambio de temperaturas que sucede
normalmente cuando sudamos”. Tras cuatro meses usándolo, Heller, que
tiene más de 60 años, ha logrado hacer mil flexiones seguidas.
En la otra punta del país, en el Instituto del Cáncer Dana-Farber de Boston, el
biólogo Lan Bo
Chen trabaja en un cóctel de quercetina, té verde y vitamina B capaz
de aumentar la producción de mitocondrias, la maquinaria que da energía a las
células. De momento, los ciclistas que lo han probado han mejorado sus tiempos
un 3%.
Tratamientos contra el remordimiento
Supermán
puede estar muy bien, pero si su mente está llena de ansiedades y culpabilidad,
podría será fácilmente derrotado. Por ejemplo, se calcula que durante la Segunda Guerra Mundial apenas el 20% de
la infantería estadounidense disparó sus armas contra el enemigo. En Vietnam,
ya era el 90%. ¿Acaso se puede acabar con los remordimientos y los desórdenes
postraumáticos asociados a ellos?
En las universidades de Harvard y Columbia varios equipos trabajan en métodos
de inhibición del miedo y en distintas formas de “anestesiar la memoria” usando
pastillas de propranodol.
Pero DARPA quiere ir más lejos. De hecho, su idea es llegar a crear una especie
de humano-robot. A la agencia no le falta experiencia. Hace unos años, logró
controlar por ordenador un ratón al que se le habían implantado electrodos en
los sesos, y en la actualidad trabaja en un tiburón que puede ser manejado a
distancia. En la Universidad de Nueva York, el renombrado neurocientífico
colombiano Rodolfo
Llinás inserta nanocables en los capilares del cerebro de
roedores para estimularlo a distancia y así generar sensaciones y estados de
ánimo artificiales. Según Llinás, la comunicación directa entre mente y máquina
puede ser posible.
En una entrevista para la emisora Public Broadcasting Service, Llinás planteó el
siguiente supuesto: “Convenientemente desarrollada, esta tecnología permitiría
que cada miembro de un grupo de soldados fuese consciente de la existencia de
todos y cada uno de ellos y de lo que están haciendo en cada momento. El grupo
de personas individuales desaparece para convertirse en una única entidad. Así,
si uno resulta herido, todos podrían saberlo instantáneamente. En el fondo, se
trataría de una especie de conciencia colectiva”.
La división de investigación de Boeing Phanton Works también investiga la mejora
de las capacidades cognitivas de los militares. Su idea es que los
especialistas que controlan desde tierra el vuelo de los aviones no tripulados,
como el Predator estadounidense
o el Heron israelí, sean algún día capaces de manejar simultáneamente varios
escuadrones de cazas robot al mismo tiempo. Para ello, se debe aumentar la
concentración, la memoria y, sobre todo, la velocidad con la que el controlador
reconoce los blancos. De momento, los técnicos de Boeing utilizan espectrografías
para examinar el comportamiento de su cerebro.
Habilidades propias de cetáceos y ofidios
Está claro que la visión es el sentido en el que más esfuerzo y dinero se está
invirtiendo. Pero es que en el Instituto de Cognición Humana y de Máquinas de
Florida se ha llegado a desarrollar un ingenio que dota a los soldados de lo
que parecen sorprendentes capacidades extrasensoriales ¡mediante la lengua!
El dispositivo, denominado Brain Port, es fundamentalmente un casco equipado
con una cámara, un sonar y otros aparatos de navegación y localización. El
usuario tiene en la boca una delgada lámina de plástico cargada de
microelectrodos conectados con el casco que recogen la información sensorial.
El sistema aprovecha así la habilidad del cerebro de convertir pulsos
eléctricos en información visual, ya provenga esta de los ojos o de otro
sentido. De esta forma, con este equipo se puede “ver” 360º en la oscuridad.
También les da a los buzos unas capacidades limitadas de sonar que les permiten
navegar “con los
ojos cerrados”. De hecho, los submarinistas que han probado el
dispositivo afirman que, aun prescidiendo de la vista, pudieron “sentir”
el perfil y la posición del objeto que buscaban.
Dos formas de sobrevivir a pérdidas
masivas de sangre
Pero la alta tecnología no puede evitar el mayor problema de una operación
bélica: las bajas. Y es que, aunque con determinados tratamientos ya se puede
aliviar el dolor casi instantáneamente, la mayor ventaja que puede tener un
soldado en la guerra es simplemente no morir. No es extraño pues que DARPA se
muestre sumamente interesada en extender la llamada “hora dorada”, el tiempo en el que
las víctimas de heridas masivas deben recibir atención médica. “Por lo general, es de unos 60 minutos”,
señala Tether. “Pero
en algunos teatros de operaciones, como Afganistán o Irak, es imposible hacer
una evacuación en menos de 6 horas. Entonces nos hicimos esta pregunta: ¿hay
alguna forma de mantener con vida a una persona que haya perdido el 60% de su
sangre durante ese tiempo y hacerlo en el propio campo de batalla? Pues bien,
hallamos dos técnicas asombrosas”. Una consiste en darle al herido
una inyección de estrógenos, unas hormonas sexuales característicamente
femeninas. Y es que sucede que las mujeres sobreviven a la pérdida de sangre
mejor que los hombres, seguramente porque la posibilidad de experimentar un
parto las prepara mejor para ello. Unas pruebas de laboratorio realizadas en la
Universidad de Alabama demostraron que unos ratones a los que se había extraído
la mitad de su sangre podían sobrevivir más de seis horas si recibían un
tratamiento hormonal.
Ralentización de los procesos vitales
Otra forma más eficaz de conseguir estos resultados pasa por utilizar ciertos
compuestos químicos que retardan el metabolismo. Para ello, DARPA echó mano de
los estudios del bioquímico Mark Roth, del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson
de Seattle, al que hace un par de años entrevistábamos en MUY sobre sus
investigaciones en animación suspendida. Entonces, Roth descubrió que algunos
animales entran en ese estado cuando disminuyen los niveles de oxígeno en su
organismo. Sus corazones dejan de latir y el cerebro se apaga sin dañarse, pero
no mueren. “Si te
disparan, es justo lo que necesitarías”, indica Roth.
Poco después, este investigador averiguó que si se elimina rápidamente el
oxígeno del organismo de un animal, este puede sobrevivir. Para demostrarlo,
hizo inhalar a unos ratones sulfuro de hidrógeno –lo que les hizo entrar en un
estado de suspensión– e inmediatamente les extrajo el 60% de su sangre, el
equivalente a haber recibido una herida letal. El resultado fue que el 90% de
ellos vivió más de 10 horas. “Lo más asombroso es que basta un poco de agua para resucitarlos”, señala
Tether. “Ni
siquiera se necesita una transfusión de sangre”. Así, con el equipo
adecuado, cualquier recluta podría atender a un compañero gravemente herido.
¿Hasta qué punto seguirá siendo necesario el médico de campaña?
Supergadgets para supersoldados
El supersoldado que no come, no duerme, no se estresa, no se desangra, no tiene
dolor ni problemas morales estará equipado además con un exoesqueleto mecánico
como los que desarrollan la Universidad de Berkeley y la firma Sarcos Research,
que harán que una carga de 80 kilos se sienta como una pluma. Y tendrá a su
disposición un phraselator,
un ingenio que usa un sistema de reconocimiento de voz para traducir frases a
docenas de idiomas. Según los responsables de la compañía VoxTec, que construye el aparato,
las pruebas indican que su nivel de eficacia ronda el 70%.
Sin embargo, los más críticos con las iniciativas de DARPA aseguran que no
importa cuánto dinero, tecnología o materiales exóticos se inviertan en el
desarrollo de estos robots de carne y hueso. Y advierten: ¿tendrán lo que hace
falta para detener a unos oponentes que luchan por sus convicciones aunque
carezcan de ojos biónicos y detonen bombas con controles remotos de
televisores?
Por Ángela Posada-Swafford
Revista Muy Interesante