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miércoles, noviembre 10, 2021

EL SINIESTRO FUTURO QUE IMAGINA MARK ZUCKERBERG: EL METAVERSO

Filósofos y expertos en comunicación analizan el contenido y la forma del anuncio, así como las posibles implicaciones de la creación del “nuevo futuro”.

Según muchos expertos vaticinan, nos espera un mundo cargado de pistolas apuntándonos a la cabeza y todo dependerá de quien apriete los correspondientes gatillos. El tema es más grave de lo que podamos imaginar y afectará a nuestros hijos y a los hijos de éstos. Eso, sin contar los graves d años que será vivir en un futuro bajo las terribles bestias de tres cabezas: el cambio climático, la superpoblación y la carencia de recursos naturales. Para colmo surge Mark Zuckerberg que insta por crear un mundo virtual, el ‘Metaverso’, donde las personas puedan verse representadas tal y como quieren ser, no como son en realidad ¿Os acordáis de Matrix?

Meta’, el nuevo proyecto empresarial basado en la realidad virtual e impulsado por Mark Zuckerberg: “Aprecia el pasado, utiliza el presente, pero no tengas miedo a crear el futuro”.

El creador del spot, pensado para las redes, tiene muy claro a quién se dirige: al público más joven. Un público que hace tiempo que se desconectó de Facebook y de Instagram. Ante esta colosal crisis de reputación el descrédito de Facebook se acerca a un punto de no retorno. ‘Meta’ es la nueva apuesta de Zuckerberg recuperar a los 'nativos digitales', principales destinatarios de esta campaña publicitaria.

"Yo creo que los proyectos empresariales de un líder muestran los elementos clave de ese líder, y seguramente este señor es un tío siniestro”, opina Lluís Pastor, profesor universitario y experto en comunicación.

Nerea Blanco, filósofa y autora de Filosofía entre líneas (Grijalbo) cree que “la mayoría de los adultos este anuncio nos provoca una sensación de miedo, de repelús.. El anuncio de 'Meta' contiene todo lo que más daño nos ha hecho y nos hace en cuanto al consumo de imágenes, porque es un bombardeo constante, como en cualquier otro producto visual de gran consumo, que no permite la reflexión. Este recurso es típico de los vídeos musicales. No son imágenes contemplativas que te permitan ir a tu interior, sino que a los dos o tres segundos, cuando empiezas a entender lo que estás viendo, ya pasa a otra cosa, y esto no te permite reflexionar”.

La también filósofa y escritora Montse Barderi opina que "la publicidad de ‘Meta’ nos desconecta del mundo real y busca un internet mucho más inmersivo. El problema no es la plataforma, sino que esta se presenta a unos sujetos debilitados por la falta de complejidad de la cultura, vulnerables y fácilmente manipulables por culpa del debilitamiento de las humanidades y de los discursos complejos”. 

Para el filósofo Eduardo Infante, "Meta parece un mundo creado por aquellos que están resentidos con la vida: “Quizás fue Nietzsche el filósofo que mejor describió nuestra época nihilista y quien pueda explicarnos qué es lo que Zuckerberg ha creado con ‘Meta’. La esencia del ser humano es voluntad, es decir, no puede dejar de querer. Pero cuando no encuentra en el mundo cosa alguna digna de ser querida, cuando valora esta vida como algo despreciable, prefiere querer la nada disfrazada de un mundo verdadero. El ser humano, cuando vive una vida despreciable, se inventa otra vida mejor y termina viviendo por y para esa vida. Prefiere habitar en la nada que en este mundo que para él es mezquino. Es decir, prefiere amar la nada a la vida. Aunque nuestra época es fundamentalmente atea, esto no ha supuesto una superación del nihilismo, sino todo lo contrario, su culminación. Y aunque desde que Dios ha muerto todo nos está permitido, lo asombroso es que todo nos aburre. Estamos cansados de nuestro propio juego de vivir y, en lugar de amar la vida, nos morimos de asco y aburrimiento. Y aquí es donde entra Zuckerberg ofreciéndonos un ‘metamundo’ que no es más que un transmundo para ateos, para lo que Nietzsche llamó ‘el último hombre’, ese ser que está tan cansado de vivir que hasta morir le cansa”.

Para Montse Barderi, “todos estos juegos y entretenimientos, de una gran espectacularidad, pero de poca profundidad, “atacan” a personas que ya no tienen la lectura y la cultura como base. Es decir, no es lo mismo ponerte a jugar después de haber leído muchas horas que pasarte la vida jugando. Además, no son entretenimientos inocuos. No están hechos para darte diversión, sino para convertir un universo paralelo en toda tu vida. Con Meta se trata de crear una realidad en la que vivas y te dediques solo a consumir. Hay estudios que demuestran que un niño que pasa más de dos horas frente a una pantalla verá reducido su córtex cerebral, su capacidad de concentración, de análisis… El antídoto es la cultura y la autoexigencia, la lectura y la reflexión. Si no, podríamos convertirnos en adictos a las emociones de una alternativa que promete espectacularidad y cambios constantes”.

Por su parte, la filósofa Nerea Blanco advierte que "a los chavales que pasan muchísimo tiempo con los videojuegos porque no quieren estar en el mundo real les va a provocar serios problemas de salud mental o de reconocimiento incluso de la identidad”, 

El filósofo Eduardo Infante cuestiona: “Nos construimos una identidad en base a la historia que nos contamos y las acciones que llevamos a cabo. ¿Qué va a pasar aquí? ¿Tendremos una doble identidad? ¿Hasta qué punto se nos puede romper la idea del yo si ya de por sí vemos que los chavales tienen problemas con intentar entender que lo que ven en redes no es la realidad? ¿Cómo vamos a explicarles lo que pasa en un universo paralelo si los que podríamos educarlos en esto, y en ver las implicaciones sociales, políticas e individuales desde la filosofía y las humanidades cada vez vemos más reducidas nuestras horas lectivas? La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿quién creará este ‘metamundo’, Zuckerberg o los usuarios? Y también: ¿quién crea a los tiranos y a los mesías? ¿Puede haber un amo si nadie lo reconoce como tal?”.

La enorme golosina que nos ofrece Zuckerberg (del alemán, «montaña de azúcar») también puede intuirse a través de las frases que se nos lanzan a lo largo del anuncio. "En ellas, - según el filósofo Xavier Bassas - aparecen “tres nociones típicas, muy trilladas y que ya han sido muy utilizadas para engañarnos e incluso manipularnos en el pasado. Una es LO COLECTIVO, lo segundo es LO MULTIFUNCIONAL y la tercera es LA IDEA DEL FUTURO O DE LO POSIBLE”. Cuando la voz en ‘off’ nos habla de un futuro “made by all” (construido por todos) aparece aquí la idea de lo colectivo. Ya no seremos solo consumidores, sino que también seremos productores, creadores de la red. “El problema es que hay una monocromía en ese futuro de ‘Meta’. Por eso se nos dice “this future”. No de simplemente ser, sino de ser representado como yo deseo. Aquí solo hay un tiempo, y se obvia que puede haber otros futuros que no son ese, el que propone ‘Meta’. 

lunes, noviembre 08, 2021

BYUNG-CHUL HAN PUBLICA “NO-COSAS”: “EL MUNDO SE VACÍA DE OBJETOS Y SE LLENA DE INFORMACIONES, DE RUIDO DIGITAL”

Hoy estamos en la transición de la era de las cosas a la era de las no-cosas. No son las cosas, sino la información, lo que determina el mundo en que vivimos.


Hoy en día, el mundo se vacía de cosas y se llena de información inquietante como voces sin cuerpo. La digitalización desmaterializa y descorporeiza el mundo. En lugar de guardar recuerdos, almacenamos inmensas cantidades de datos. Los medios digitales sustituyen así a la memoria, cuyo trabajo hacen sin violencia ni demasiado esfuerzo. La información falsea los acontecimientos. Se nutre del estímulo de la sorpresa. Pero este no dura mucho. Rápidamente sentimos la necesidad de nuevos estímulos, y nos acostumbramos a percibir la realidad como una fuente inagotable de estos. Como cazadores de información, nos volvemos ciegos ante las cosas silenciosas y discretas, incluso las habituales, las menudas y las comunes, que no nos estimulan, pero nos anclan en el ser.

El nuevo ensayo de Byung-Chul Han gira en torno a las cosas y las no-cosas. Desarrolla tanto una filosofía del smartphone como una crítica a la inteligencia artificial desde una nueva perspectiva. Al mismo tiempo, recupera la magia de lo sólido y lo tangible y reflexiona sobre el silencio que se pierde en el ruido de la información.

Por todo ello, el filósofo surcoreano Byung-Chul Han acaba de publicar No-cosas, un ensayo en el que lamenta la desaparición de los objetos en favor de lo digital, mientras que Mark Zuckerberg de Facebook quiere que vivamos en una realidad paralela y virtual porque es bueno para el medioambiente.

La lógica simplifica las cosas, no como la estadística, que miente más que un diputado. Por ejemplo: en esta vida puedes ser un hipopótamo o un no-hipopótamo, no hay más opciones. Parece estúpido, pero el truco se utiliza cada vez más. Ahora hay quien define su postura política como no-izquierda, una suerte de ni confirmo ni desmiento actualizado. De la misma forma, sostiene Byung-Chul Han, que es algo así como el Murakami de los filósofos, existen cosas y no-cosas, y últimamente las segundas van ganando la batalla. En otras palabras: el mundo se vacía de objetos y se llena de informaciones, de mensajes, de ruido digital. Perdemos materia y ganamos levedad. ¿Qué significa eso? No está claro, pero el artista Salvatore Garau se está forrando con sus esculturas invisibles. La última se vendió por 28.000 euros.

Ya no habitamos la tierra y el cielo, sino Google Earth y la nube, sentencia Byung-Chul Han en No-cosas (Taurus), su nuevo ensayo, que acaba de publicarse en España. A pesar de ser un libro que busca la frase redonda antes que la idea precisa, con un discurso caótico al tiempo, hay en él algunas alertas interesantes. Como esta: si hoy ya nadie recuerda nada es porque en la red no hay narraciones, sino informaciones; no hay relato, sino una sucesión interminable de estímulos que imponen un ritmo frenético y se anulan los unos a los otros. El orden digital, es decir, numérico, carece de historia y de memoria, y, en consecuencia, fragmenta la vida, asevera Byung-Chul Han. Y más adelante añade: Solo las narraciones crean significado y contexto. A partir de cierto punto, la información no es informativa, sino deformativa. Por eso, insiste, la verdad languidece en nuestro siglo.

Byung-Chul Han carga contra el sistema y se regodea en sus fallas. Habla del capitalismo de la información y de cómo todo se convierte en mercancía, hasta las realidades inmateriales (el amor, la amistad, la pereza, etcétera). Sin embargo, lo que le preocupa en estas páginas es que los objetos están desapareciendo. Ya no usamos las cosas, las consumimos. Pasa con la música. A nadie se le queda pegada una parte de sí mismo a una lista de Spotify, pero sí a un disco (el tacto, qué importante). Y luego está lo de las fotos: en la pantalla el papel no amarillea, y eso es una tragedia. ¿Por qué? Porque «solo el uso prolongado da un alma a las cosas». Esto lo sabe cualquiera que haya entrado en la casa de un muerto a recoger sus trastos. Dentro de poco bastará con hacer un clic y activar el olvido digital.

Todo lo que Han teme de la tecnología lo invocó el otro día Mark Zuckerberg como promesa en un vídeo digno de Charlie Brooker (hay capítulos de Black Mirror más tranquilizadores que su aparición). Mark Zuckerberg, que es como un profeta, pero pelirrojo e imberbe, bajó a la Tierra para anunciar el cambio de nombre de su compañía por el de Meta, palabra que viene de metaverso, un lugar maravilloso que se parece sospechosamente a la cantina de Star Wars. La idea es crear una realidad paralela y digital donde podamos vivir sin salir de casa, y donde nos podamos disfrazar a diario como un robot o lo que surja. Zuckerberg quiere que teletrabajemos en el metaverso, que tengamos un hogar en el metaverso, que viajemos en el metaverso. Este es el concepto: puedes habitar un cuchitril sin ventanas y ver el paraíso con unas gafas carísimas; puede que no tengas dinero para una vivienda digna, pero sí para una virtual. Igualito que en Ready player one, aunque sin Spielberg a los mandos.

Hay un momento delirante en el que el empresario celebra uno de los grandes logros de su invento: la capacidad de sus sensores de reconocer el movimiento facial para reproducir nuestras expresiones a través de un avatar. Ya no tendremos que usar nuestra cara como si fuéramos cavernícolas. ¿Cuál es la ventaja de todo esto? Es bueno para el medioambiente, espeta Zuckerberg. En síntesis: el futuro es confinarse y moverse lo mínimo. Y por supuesto vivir a través de las aplicaciones de un millonario, rezando para que no llegue el gran apagón y la especie se extinga.

En fin, el metaverso es un poco como la metadona: un sustituto para los yonkis de la irrealidad, que son multitud, en vistas de que el mundo se hunde. Es un negocio redondo, como los NFT, pero si algo nos demostró la pandemia es que la vida sin piel no tiene mucho sentido.


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