La Historia es el escenario de las
cosas que han sucedido, de todos aquellos hechos y experiencias que tenemos la
obligación de saber y no olvidar. Un pueblo que niega, borra, olvida o cambia
su Historia, es un pueblo amordazado por la culpa, el miedo y el remordimiento,
un pueblo que a medida que avance el tiempo vivirá constreñido y enemistado consigo mismo
hasta el extremo de fracturar el sentido y coherencia de sus habitantes.
La dictadura franquista vertebró
su régimen represor mediante la promulgación de leyes especiales con un
objetivo bien claro: continuar, ya durante la larga posguerra, la persecución
de los contrarios o desafectos al Nuevo Estado, mediante incautaciones de
bienes, sanciones económicas, reclusión, y la eliminación física. La
construcción jurídica de la represión política que siguió a las eliminaciones
selectivas e indiscriminadas de los primeros momentos de la sublevación, se
materializó por parte de los vencedores en un entramado institucional
especializado y coordinado, para castigar y doblegar a los denominados enemigos
de España, como los Consejos Guerra, la Ley de Depuración de Empleados
Públicos, las Juntas de Incautación de Bienes, el Tribunal Especial contra la
Masonería y el Comunismo, los Tribunales de Responsabilidades Políticas y, más
cercano en el tiempo, el Tribunal de Orden Público. Todas las instituciones
franquistas implicadas en la persecución política y social, en virtud de su
minuciosidad, generaron una ingente masa de documentación, conservada en su mayoría,
e incluso censurada hoy en día (http://www.memoriahistorica.gob.es/index.htm).
La localidad de Castuera, por
ejemplo, fue durante la Segunda República uno de los pueblos más conflictivos
de la provincia de Badajoz. En los dos años que siguieron al golpe de Estado,
se mantuvo bajo control republicano y se convertiría en la capital de la
provincia cuando cayeron a manos del ejército franquista las ciudades de Badajoz
y Mérida. La población se incrementó considerablemente con la llegada de gran
número de refugiados procedentes de las zonas ocupadas por las fuerzas
franquistas, así como con la presencia de destacamentos militares. Este
protagonismo administrativo finalizó el 23 de julio de 1938 con la ocupación de
Castuera por la 112 División del general fascista Queipo de Llano.
A partir de 1939 Castuera
serviría como centro de ubicación de un campo de concentración (1939-1940)
donde 92 barracones de madera y uralita3 albergaban entre 6.000 y 7.000
prisioneros a la espera de que las nuevas autoridades de sus pueblos de origen
diesen buenas referencias de ellos. Muchos de ellos fueron torturados y asesinados.
Sus cuerpos nunca aparecieron. Todo intento de indagar sobre estos ha quedado
sepultado en una vorágine de palabrería y enfrentamientos políticos y
jurídicos. Atreverse a investigar los crímenes del franquismo llevó al juez Baltasar
Garzón a ser apartado de la carrera judicial por presunta prevaricación a causa
de las presiones del Partido Popular de Mariano Rajoy y las sentencias del
Tribunal Supremo de Justicia que pudo fin a la trayectoria del juez español más
reconocido a nivel internacional, y cuyo triple encausamiento ha sido
descalificado por juristas de todo el mundo.
Sin embargo, la Fundación Francisco Franco (fundación privada, pero
sostenida con fondos públicos, presidida por Carmen Franco y Polo, hija del
dictador) sigue conservando el control sobre el archivo personal del
generalísimo y lo gestiona de una forma discutida por numerosos historiadores. Este
documental muestra testimonios directos de lo que fue llamado “el campo de
exterminio de Franco”. En los minutos 10:18 y 25:00 están partes de las claves del misterio, un silencio inducido por un miedo que esconde deliberadamente una verdad.
Muchos dicen que no es bueno
“remover en el pasado” por el dolor que puede originar, pero lo cierto es que
las propias familias de las víctimas sólo desean poder encontrar a sus
antepasados y enterrarles dignamente. Desde que se creó la ley de Memoria
Histórica, como siempre el PP y sus seguidores se opusieron a la misma, pero
que se va a esperar de un partido en el que siguen estando personajes que
fueron el brazo derecho de Franco.
Lo cierto es que los que
sufrieron la represión en el franquismo fueron los que mantenían ideas de
izquierdas y por tanto siempre será la derecha la que ponga trabas a este tipo
de cosas y al progreso. Porque hay que saber dónde se va pero siempre teniendo
en cuenta de dónde vienes. Y si queremos aprender de los errores, primero
tenemos que conocerlos plenamente, y luchar por esa libertad, igualdad y
justicia que se plasma nuestra Constitución en el artículo 1, como valores
principales de nuestra sociedad, y que tanto tiempo estuvieron diluidos (Marina Díaz Velasco).
KarlFM.-
Agradecimientos a