La vida a veces es terrible. Para muchas personas ha dejado de ser
bella para convertirse en un infierno. Cuesta creer que existan seres humanos
capaces de sesgar esa bella capacidad por existir en pos a ideas que son más
propias de monstruos que de humanos. ¿Cómo es posible que ciertas ideas
políticas triunfen entre naciones libres y democráticas? ¿Cómo es posible que
bajo estas ideas los pueblos acepten ser gobernados por los aparatos estatales
más cruentos de la Historia? Existe una respuesta: la creación de una estrategia
de comunicación que doblega la racionalidad de los individuos.
En 1937 el
ejército imperial japonés cometió uno de los más atroces crímenes contra la
humanidad que haya registrado la historia, no sólo por los casi 400 mil
ciudadanos atravesados con bayonetas, decapitados con katanas, quemados,
descuartizados, aplastados con tanques, enterrados vivos, acuchillados,
fusilados; ó sus miles de mujeres y niñas, violadas y sometidas a las más
atroces originalidades que pudo haber inventado la miseria humana, sino por el
rastro de terror, odio, e inhumanidad que dejo este hecho. Se le conoce no como
la carnicería ó matanza, sino como “la violación de Nanking”, es decir, la
masacre, tortura y violación de casi toda una ciudad.
Agradecimientos a