Creo que se hace fácil de entender la razón por
la que cambiamos el motivo de celebración o conmemoración que se realiza
en esta fecha, se entiende que España, siga viendo esta como la fecha del
descubrimiento, un hecho que les produjo mucha renta y territorios infinitos.
Nosotros no tendríamos nada que celebrar, pues haber sido masacrados,
esclavizados, robados, violados y sometidos no es cosa se celebre.
Por estas razones es que en la mal llamada
América, decidimos conmemorar en esa fecha el Día de la Resistencia Indígena.
Espero que sirva este texto para contextualizar lo que ocurrió con nosotros a
partir de 1.492, desde esa fecha hasta la actual aun no hemos rescatado nuestra
libertad y el soberano poder sobre la tierra en que nacimos.
Viva la Resistencia indígena!!!
Hugo Chávez
(Presidente de Venezuela)
1492. De pequeños nos enseñaron a memorizar este año con orgullo y alegría como el año que la gente comenzó a vivir vidas plenas y cargadas de ilusión en el continente de Norte América. En realidad, ha habido gente viviendo vidas plenas y cargadas de ilusión cientos de años antes de eso. 1492 fue simplemente el año en que los piratas comenzaron a robar, engañar y matarnos.
Kurt Vonnegut
Autor clave de la
literatura norteamericana del siglo XX y un ícono de la contracultura en EE.UU
El sometimiento de unos pueblos a otros ha sido siempre una constante en la Historia; los colonialismos imperialistas o la ley del predominio cultural han sido factores clave que han marcado los destinos de muchos pueblos, tanto por parte de los conquistadores como de los conquistados; la guerra y la destrucción pues, han estado siempre ligadas a la historia del hombre y, sobre todo, a la historia de la civilización. Aún hoy en día, algunos gobiernos de países hispanoamericanos, practican políticas etnocidas contra sus comunidades indígenas.
Son muchos los genocidios que se
han practicado a lo largo diferentes épocas, la mayoría de ellos siempre
negados o encubiertos bajo formas de conflictos civiles o rebeliones con el fin
de aplastar y exterminar a grupos o pueblos completos. Por consiguiente, no es
fácil descubrir las verdades que encierra la Historia ya que desgraciadamente suele
caer en manos de quienes, por intereses propios, suelen manipularla con el fin
de ocultar las verdaderas intenciones de los hechos acaecidos. Esta actitud es
universal en la mayor parte de las culturas del mundo.
El denominado genocidio español en
América sigue siendo, a fecha de hoy, todavía un genocidio negado o
afirmado, según quienes defienden sus diversas posturas; gran parte de la
historiografía mas ortodoxa, afirma que la Conquista de América fue muy beneficiosa
para los españoles y los indios. La verdad es que la Conquista de América sigue
trayendo cola a pesar de la sucesión de los años y a fecha de hoy siguen las
opiniones diversificadas en torno a la misma; para unos fue un terrible
genocidio sin fronteras, mientras que para otros se constituyó como una simple
conquista con sus inevitable guerras internas y el amanecer de una nueva vía de
unión y desarrollo. A mi parecer, fue tan provechosa para España como cruel,
destructiva y asoladora para el mundo indígena, de ahí las diferencias
interpretativas sobre ella. Desglosando todas las interpretaciones existentes
cabria preguntarse …. ¿qué hay de verdad en todo esto?
Para empezar debemos saber que desde
la Antigüedad hasta el siglo XX, la irrupción de los pueblos denominados “superiores” sobre los “inferiores” (ley del predominio cultural) se
ha visto siempre como algo absolutamente natural e incluso hasta positivo. Por
parte de los gobiernos, el colonialismo siempre se ha justificado no como una
ocupación depredadora sino como un deber de los pueblos conquistadores de
expandir una cultura y una religión superior.
Evidentemente desde las posiciones más tradicionales siempre se ha negado de calificar la labor española en América como genocida, y para ello han utilizado multitud de argumentos diversos. Históricamente, muchos cronistas han querido ver la guerra contra los indios como guerras justas favorecidas por su Dios para castigar los pecados de los salvajes indios. Por ejemplo, el profesor Francisco Guerra Pérez-Carral, por ejemplo, niega el genocidio español bajo dos argumentos concretos: primero, que los pueblos indígenas se beneficiaron de las técnicas, artes y ciencias que trajeron los españoles, y segundo, que los propios indios –aztecas, mayas e incas sobre todo- también habían exterminado a otros pueblos. Para él, el descenso de la población indígena se debió fundamentalmente a las epidemias.
Sin embargo, para otros estudiosos del tema, los argumentos esgrimidos por el profesor Guerra, no se sostienen; las epidemias fueron un factor de primer orden pero no el único, ya que según las investigaciones hubo matanzas sistemáticas de caciques, trasvases masivos de esclavos indios, trabajo minero en condiciones infrahumanas, vejaciones, y violaciones de indias y niños ... Entre 50 y 80 millones de indios desaparecieron entre 1492 y 1650. En contrapartida a esta opinión, hay expertos que incluso invierten los términos afirmando que los españoles no fueron los genocidas sino que fueron los propios indios.
Demetrio Ramos Pérez, falangista y catedrático español de Geografía e Historia, llegó a afirmar que los pueblos indios “eran débiles, física y estructuralmente”, y que su desaparición “tuvo explicaciones mucho más lógicas que las del genocidio”. Finalmente, el británico etnohistoriador y profesor de Historia de América Latina y antropología, Matthew Restall, afirma que, a pesar de haber sido “el mayor desastre demográfico de la historia humana”, no hubo genocidio porque no existió voluntad de exterminio, sino de incorporarlos a la cadena productiva como mano de obra, entre otras razones. Esta última opinión parece algo más sólida pero peca de eurocentrismo, porque trata a todos los indígenas americanos como si fueran una unidad. Aztecas, Mayas o Incas vivían en un estadio muy desarrollado que permitía sin dificultad incorporarlos a los trabajos forzados de los españoles. Y eso hicieron los españoles, aunque fuese en penosísimas condiciones laborales.
En cambio, muchos otros grupos indígenas, que estaban a nivel más bajos de desarrollo (bandas y tribus nómadas), no se adaptaron al trabajo sistemático y no hubo más remedio que exterminarlos. Por ejemplo concreto: en 1513, Fernando el Católico, declaró a las islas Lucayas y a ciertas Antillas Menores, como “islas inútiles” y, que por ello su población debía ser deportada y esclavizada.
Evidentemente desde las posiciones más tradicionales siempre se ha negado de calificar la labor española en América como genocida, y para ello han utilizado multitud de argumentos diversos. Históricamente, muchos cronistas han querido ver la guerra contra los indios como guerras justas favorecidas por su Dios para castigar los pecados de los salvajes indios. Por ejemplo, el profesor Francisco Guerra Pérez-Carral, por ejemplo, niega el genocidio español bajo dos argumentos concretos: primero, que los pueblos indígenas se beneficiaron de las técnicas, artes y ciencias que trajeron los españoles, y segundo, que los propios indios –aztecas, mayas e incas sobre todo- también habían exterminado a otros pueblos. Para él, el descenso de la población indígena se debió fundamentalmente a las epidemias.
Sin embargo, para otros estudiosos del tema, los argumentos esgrimidos por el profesor Guerra, no se sostienen; las epidemias fueron un factor de primer orden pero no el único, ya que según las investigaciones hubo matanzas sistemáticas de caciques, trasvases masivos de esclavos indios, trabajo minero en condiciones infrahumanas, vejaciones, y violaciones de indias y niños ... Entre 50 y 80 millones de indios desaparecieron entre 1492 y 1650. En contrapartida a esta opinión, hay expertos que incluso invierten los términos afirmando que los españoles no fueron los genocidas sino que fueron los propios indios.
Demetrio Ramos Pérez, falangista y catedrático español de Geografía e Historia, llegó a afirmar que los pueblos indios “eran débiles, física y estructuralmente”, y que su desaparición “tuvo explicaciones mucho más lógicas que las del genocidio”. Finalmente, el británico etnohistoriador y profesor de Historia de América Latina y antropología, Matthew Restall, afirma que, a pesar de haber sido “el mayor desastre demográfico de la historia humana”, no hubo genocidio porque no existió voluntad de exterminio, sino de incorporarlos a la cadena productiva como mano de obra, entre otras razones. Esta última opinión parece algo más sólida pero peca de eurocentrismo, porque trata a todos los indígenas americanos como si fueran una unidad. Aztecas, Mayas o Incas vivían en un estadio muy desarrollado que permitía sin dificultad incorporarlos a los trabajos forzados de los españoles. Y eso hicieron los españoles, aunque fuese en penosísimas condiciones laborales.
En cambio, muchos otros grupos indígenas, que estaban a nivel más bajos de desarrollo (bandas y tribus nómadas), no se adaptaron al trabajo sistemático y no hubo más remedio que exterminarlos. Por ejemplo concreto: en 1513, Fernando el Católico, declaró a las islas Lucayas y a ciertas Antillas Menores, como “islas inútiles” y, que por ello su población debía ser deportada y esclavizada.
En su versión totalmente opuesta,
hay otros historiadores críticos que sí han denunciado el genocidio de la
Conquista Española en América, como los expertos americanos David Bastone,
Francis Jennings o John F. Guilmartin o incluso el historiador español
especialista en historia y antropología americana, Manuel Lucena Salmoral, quienes sostienen
la existencia de un genocidio al menos en los primeros años de la Conquista. Esteban Mira Carballo,
Doctor en Historia y especialista de renombre internacional en las relaciones
entre España y América en el siglo XVI, así como autor de numerosos libros
entre los que destaca “Conquista y Destrucción de las Indias (1492-1573)”
afirma:
“Antes de la llegada de Colón había en
América cientos de culturas, cientos de lenguas, cientos de religiones. Vivían
decenas de millones de personas con un largo pasado histórico. Era un mundo.
Tras la aparición de los españoles la evolución de esos pueblos y
civilizaciones quedó cortada en seco. Hubo luchas terribles en las que las
culturas autóctonas acabaron devastadas y sus portadores sometidos o
aniquilados. El variadísimo universo indígena quedó reducido a un solo grupo
humano: el indio. Todos fueron a parar al mismo saco: esclavos, siervos,
campesinos, nobles, reyes.
¿Qué fue de los músicos, de los médicos, de los astrónomos, de los arquitectos, de los pintores, de los jueces, de los comerciantes, de los historiadores, de los orfebres o de los filósofos indígenas? ¿Qué ocurrió con los poetas quechuas que recitaban las hazañas históricas de los incas en las fiestas del Sol? Todos fueron borrados de la faz de la Tierra, al igual que el mundo en el que vivían. El choque de civilizaciones fue tan terrible como un hipotético encuentro actual con extraterrestres que destruyera nuestra forma de vida”.
¿Qué fue de los músicos, de los médicos, de los astrónomos, de los arquitectos, de los pintores, de los jueces, de los comerciantes, de los historiadores, de los orfebres o de los filósofos indígenas? ¿Qué ocurrió con los poetas quechuas que recitaban las hazañas históricas de los incas en las fiestas del Sol? Todos fueron borrados de la faz de la Tierra, al igual que el mundo en el que vivían. El choque de civilizaciones fue tan terrible como un hipotético encuentro actual con extraterrestres que destruyera nuestra forma de vida”.
“Conquista y destrucción de las Indias
(1492-1573)” analiza y desmenuza, basándose en documentos, el
inmenso genocidio de la conquista y colonización, las teorías pasadas y
presentes que lo niegan o justifican, la legislación protectora del indio, sus
infracciones por pederastas, asesinos y psicópatas, el terror como estrategia,
las violaciones sistemáticas y toda clase de vejaciones, robos y atropellos,
las actitudes frente al indio de conquistadores, encomenderos, clérigos
homicidas... Igualmente describe la resistencia indígena, especialmente en las
Antillas Mayores, Nueva España y el Perú, y también los esfuerzos de españoles
de bien -que acabaron envenenados, encarcelados, postergados o perseguidos- por
defender la dignidad de los indios y oponerse al genocidio.
Parece ser que hoy en día resulta
aun imposible negar o afirmar la existencia del genocidio español en América, y
por tanto, debemos olvidarnos de patriotismos que ensalzan el hecho como una
epopeya ejemplar y de injustificados sentimientos de culpa quizás por haber
cometido uno de los mayores atrocidades de la historia. Como muy bien escribió Lucena Salmoral
se trata de “conocer
la verdad histórica y aceptarla por dura que resulte”. Los
españoles, como hicieron antes y después otros muchos pueblos, puede que se
aprovecharan de sus conquistas y posterior o anteriormente arrasaran gran parte
de los pueblos aborígenes americanos al mismo tiempo que evangelizaron y “civilizaron”
a los supervivientes hacia esa cultura supuestamente “superior”.
Dadas las diferentes visiones del
problema, es difícil llegar a una conclusión definitiva, he visto y leído sobre
el tema y aunque me gustaría saber la verdad pero de momento me quedó a la
expectativa del tiempo para ver hacia donde se decanta esa verdad que en cualquier
momento puede ser descubierta. En caso de que hubiera habido un genocidio
español sobre los indios, creo que habría llegado la hora, aunque sea cinco
siglos después, de hacer justicia para los millones de indios que perecieron
tras el famoso “choque cultural”
entre España y América. Las violaciones de los derechos humanos son
imprescriptibles y, por tanto, nunca es tarde para enjuiciar objetivamente lo
que allí ocurrió y denunciar a muchos de sus más crueles protagonistas. En caso
contrario, de demostrarse que nunca hubo tal genocidio, devolver a la Conquista
Española el puesto de honor que merece tal hazaña.
En España se habla la Conquista
española de América como gesta e incluso celebran el acontecimiento como Fiesta Nacional sin ser conscientes de
que quizás millones de indios murieron y que otros fueron sometidos a la más
miserable de las servidumbres, siendo sus instituciones subyugadas y su cultura
y lengua completamente aniquiladas. Según muchos documentos pocos son ya los historiadores
que dudan acerca de que la Conquista española fue esencialmente una campaña de
pillaje, cuya tapadera ideológica fue la idea de misión cristiana o de cruzada
con fines de expoliación económica y mestizaje intencionado. Manco Inca,
descendiente de los Incas del Perú, dijo en un discurso pronunciado a los
indios que secundaban su alzamiento en 1535 contra los invasores españoles:
“Su codicia ha sido tanta que no han dejado templo ni palacio que no han robado, más no les hartarán aunque todas las nieves se vuelvan oro y plata”.
“Su codicia ha sido tanta que no han dejado templo ni palacio que no han robado, más no les hartarán aunque todas las nieves se vuelvan oro y plata”.
No obstante hay que matizar que los
españoles probablemente aniquilaron más por su afán de fortuna que por un deseo
de exterminio en sí mismo. No se trataba de una forma de barbarie desarrollada,
perfecta y perversa que implicaba la instrumentalización de la ciencia, el
apoyo estatal y la eliminación consciente de pruebas y testigos, conscientes de
que algún día el mundo les juzgaría. Esta forma extrema y radical de exterminio
no existió en la Conquista de América. El genocidio, si se produjo, debió ser más
arcaico, los indios fueron diezmados y esclavizados hasta su total extinción
siendo los líderes indígenas sustituidos por sus propios hijos ya leales a
España y así poder expoliar los lugares más cómodamente.
NOTA IMPORTANTE
Cabe saber que el Día de la
Hispanidad se celebra más en España que en el resto de
Latinoamérica, en donde el Día de la Independencia de cada país acapara el
protagonismo. “La Fiesta Nacional de
España o Día de la Hispanidad conmemora las efemérides históricas del Descubrimiento
de América por parte de Cristóbal Colón y los Reyes Católicos tras la firma de
las Capitulaciones de Santa Fe (17 de abril de 1492) y el nacimiento del Imperio
Español. La celebración tiene lugar cada 12 de octubre, donde se celebra un
desfile militar al que asisten el Rey junto a la Familia Real y los
representantes más importantes de todos los poderes del Estado, además de la
mayoría de los presidentes de las autonomías españolas.
En su contrapartida, las Fiestas Patrias es el nombre con el que se conocen algunas festividades realizadas en América Latina con el fin de conmemorar la fundación de los actuales estados nacionales como independientes de España. El Día de la Resistencia Indígena es una festividad oficial celebrada el 12 de octubre en Venezuela, que coincide con el Día de la Raza que se celebra en otros estados de América Latina y con el Día de la Fiesta Nacional, en España.
La festividad originalmente conmemoraba el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón, y fue declarada durante el gobierno de Juan Vicente Gómez como festividad nacional. Pero este hecho no era del agrado de algunos políticos y pensadores de la izquierda venezolana, que consideraban que la festividad exaltaba el colonialismo en detrimento de la cultura y valores de los indígenas Amerindios” (Wikipedia).
En su contrapartida, las Fiestas Patrias es el nombre con el que se conocen algunas festividades realizadas en América Latina con el fin de conmemorar la fundación de los actuales estados nacionales como independientes de España. El Día de la Resistencia Indígena es una festividad oficial celebrada el 12 de octubre en Venezuela, que coincide con el Día de la Raza que se celebra en otros estados de América Latina y con el Día de la Fiesta Nacional, en España.
La festividad originalmente conmemoraba el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón, y fue declarada durante el gobierno de Juan Vicente Gómez como festividad nacional. Pero este hecho no era del agrado de algunos políticos y pensadores de la izquierda venezolana, que consideraban que la festividad exaltaba el colonialismo en detrimento de la cultura y valores de los indígenas Amerindios” (Wikipedia).
KarlFM.-