Antes de abordar ciertos temas es
necesario detenerse en nuestro espacio & tiempo y recolocar nuestra
capacidad de raciocinio en la órbita adecuada. Nada es posible si las piezas de
que se disponen no han sido previamente seleccionadas y estructuradas en una
especie de arquitectura primaria que permita una edificación posterior de mayor
complejidad y extraña cobertura, especialmente cuando lo tratado escarba en los
orígenes humanos por parte de intervenciones alienígenas.
Desgraciadamente hay mucho bulo
en estos temas, gente tóxica e iluminada que se cree en posesión de verdades
absolutas que desvirtúan la seriedad del asunto en pos a charlatanerías sin
pies ni cabeza. Algo parecido ocurre cuando se trata de Dios, cuya existencia no es científicamente demostrable pero casi toda la Humanidad la da por hecha. Yo siempre parto de una princpio lógico y es que nunca
hay que desestimar nada por raro que parezca porque todo es
posible; al fin y al cabo no somos más que diminutos puntos en medio de una infinita inmensidad
de la cual no tenemos ni la menor certeza; en consecuencia, ningún
ser humano puede atreverse a negar la existencia de entidades externas
y de su posible intervención en la Tierra, simplemente por el hecho de que Dios
es ya la primera de ellas mayoritariamente aceptada por los dogmas humanos. El significado es el mismo pero lo que varia es la forma.
Hay quien piensa que los
extraterrestres son imaginaciones propias de mentes fantasiosas, argumentos
perfectos para novelas o películas de ciencia ficción, pero si dejamos los tópicos
y nos abocamos un poco hacia la reflexión,
observamos que en toda esta
historia hay más verdad que fantasía; si partimos de la base de que todas las
culturas hasta la mismísima actualidad han sido capaces de edificar sus
cimientos en torno a la creencia de una deidad creadora de todo, y alrededor de
eso, edificar diversas religiones que, a pesar de su forma y contenidos todas
apuntan hacia parecidos orígenes y objetivos, es que probablemente estemos ante
una indiscutible evidencia, aunque nos cueste entenderla. Si damos por hecho la
existencia del cielo y del infierno, de los ángeles y los demonios, de
Jesucristo, de los Apóstoles, de la Resurrección, y de todas estas historias
que se relatan en los libros sagrados cristianos o, en su forma diversa, en
otros tipos de escritos religiosos pertenecientes a otras culturas y doctrinas
religiosas, como el Libro de los Muertos, los Cánones hinduistas, el Corán, los Vedas, los Upanishad, etc.; y
es que en el fondo existe un nexo en común entre todos ellos así como un recuerdo inconsciente que late
en cada uno de nosotros y en la esencia propia de la Humanidad. No es normal que en todas las épocas y civilizaciones
se haya creído en la existencia de dioses celestes; ya en tiempos prehistóricos,
los primeros humanos dibujaron en sus cavernas, formas que simbolizaban seres venidos del firmamento,
como las cabezas redondas de Tassili, las pinturas celestes de Hoshangabad, el Cosmonauta
de Glenelg River o los Wandjinas de Australia, por citar sólo unos pocos. Si seguimos avanzando en la historia nos topamos con alegorias extraterrestres en Sumer, Egipto, las culturas precolombinas, los celtas, etc.
No creo pues que el ser humano evolucionara
directamente de los monos, como predice el darwinismo, tampoco doy por sentado
que naciera del barro esculpido por Dios; nadie sabe realmente de donde vino ese
bípedo inteligente denominado "hombre"; sin embargo, no es descabellado creer que posiblemente fuéramos creados por la
acción interestelar de un proceso exógeno o genéticamente modificados por una civilización extraterrestre
con fines y propósitos bien determinados. En la historia existen demasiadas
analogías que se presentan en lugares divergentes, especialmente en la
antigüedad, por lo que hacen pensar en la
construcción intencionada de un sistema global como punto de partida de todo el
enigma. Adoraciones a dioses celestes, pirámides, fuerzas de luz y oscuridad,
etc., todos coinciden, ninguno se separa profundamente de la ingeniería cósmica
y divina. No cabe duda de que, analizando el tema con perspectiva, se observan
demasiadas similitudes, y que todo parece encajar en un gigantesco puzzle con
un claro significado: la necesidad de generar una civilización global.Curiosamente en la actualidad se persigue el mismo fin.
Pero lo más importante de toda
esta arquitectura de encrucijadas de dificil resolución, es que, sea cual sea la verdad definitiva, el tema nos obliga a
reflexionar sobre las cosas y esto nos permite evolucionar, quizás, hacia posibles
respuestas probablemente ocultadas bajo un marcado propósito: mantenernos en la
ignorancia con el fin de controlarnos mejor. Y es que cuando en la realidad se
juntan demasiadas cosas parecidas, es que realmente son probables.
Dios, dioses, extraterrestres, sean lo que sean, se
llamen como se llamen, todos, vienen de fuera y parece que todos persiguen el mismo fin, instruir, adoctrinar, gobernar y controlar la Humanidad; los textos lo afirman, lo hechos lo demuestran, la historia no se cansa de repetirlo, no hay religión ni en el pasado ni en el mundo actual, que no busque estas premisas y quizás todas,
sean producto de una misma ley que, en su día, alguien muy poderoso e inteligente
creó y supo instaurar. Que cada cual lo interprete como quiera pero no
olvidemos que cuando uno es pequeño e ignorante, cualquier cosa grande y
desconocida se toma por superior y mágica. Por ejemplo, cuando un niño observa las cosas que hace un adulto, se maravilla; para ese niño el adulto se convierte
como un dios, un ser perfecto que sabe hacer cosas mágicas, cosas que su cabeza
aun no comprende y no puede hacer. Probablemente lo mismo ocurrió con los prehistóricos y los antiguos; cuando vieron descender de los cielos a seres extraños, de formas
inauditas, capaces de volar y desaparecer, o de hacer cosas increíbles, los tomaron por dioses y se postraron a sus pies; por consiguiente les dieron todo lo que pidieron,
y quizás a cambio, recibieron los primeros pilares por los que fue posible iniciar
y levantar la Humanidad. Me cuesta creer que los humanos, evolucionados de simios aventajados, fueran capaces por si
mismos, de crear, de encontrar, de construir y lograr, el abandono de su especie
animal y de alcanzar su estado de racionalidad y sensibilidad, inteligentes. ¿Cómo es posible que un “humano” semicurvo, tosco y
lento, como el Neanderthal, diera paso al ser humano actual? Quizás deberíamos preguntarnos … ¿por qué actualmente los monos siguen
siendo monos y ya no evolucionan hacia estados superiores como neandertales, sapiens
y a su vez éstos a actuales humanos? ¿Por qué de repente la evolución se ha paralizado?
¿Por qué se habla de un eslabón perdido? Quizás la respuesta está en los
cielos, en eso que los estudiosos denominan como “intervención extraterrestre”.
Dicen que su raza era conocida por diferentes nombres. En Sumeria, los
llamaron Anunnaki, en Grecia, Annodoti, entre los Celtas, los Tuatha de Danaan,
en las Escrituras Semíticas (Torah, Talmud, Viejo Testamento y otros textos
apócrifos como el Libro de Enoch), eran conocidos como Los Nephilim, “Los Hijos
de Dios” o “Los Observadores”. Sea lo que fuera, estos “dioses” tenían sus
propias leyes, similares a las humanas y mediante su saber, construyeron un
imperio global en toda la Tierra, con grandes ciudades, templos, monumentos y naciones
establecidas en los diferentes continentes. Fue el comienzo de la Humanidad. Pero ...
¿quiénes fueron los Annunaki,? ¿De dónde vinieron? ¿Somos un experimento
genético de antiguas y avanzadas razas de extraterrestres?.
Para los sabios de ciencia, los interrogantes deben ser resueltos con bases científicas y todo apunta que el origen de la vida es una mezcla inteligente de elementos fisicoquímicos y procesos diversos que hacen posible el inicio de la misma, pero ¿de dónde provienen estos elementos que hicieron posible esta expansión? No cabe duda de que todas estas cosas resultan difíciles de creer, dado su imaginativo e incomprensible contenido. Por mi parte no me siento en posesión de verdades absolutas ya que el misterio del pasado, de nuestro origen, del universo, de las religiones y los dioses, se escapan a la lógica de todo ser humano. Solo sabemos que nada y todo es posible y, por tanto, no podemos negar y afirmar categóricamente ningún postulado, venga de la tendencia mágica, del sector religioso o de la comunidad científica. Ciencia y religión siempre ha estado en desacuerdo, pero ambos coexisten en la cultura humana y a ambos debemos escuchar, sin dejar de lado, la capacidad de imaginación y transgresión que posee el ser humano por buscar respuestas. No olvidemos que muchos de los aciertos científicos hoy en día aceptados académicamente, en sus tiempos de inicio fueron profundamente rechazados, perseguidos e incluso condenados.
KarlFM.-
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