"Una mujer buena te hará feliz: la mala te hará filósofo",
Swami Parthasarathy
“Busca el problema en ti mismo, corrige tu actitud, y deja de echar la
culpa a los demás. En ti está todo problema y toda solución”.
Swami Parthasarathy
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El vedanta no es religión ni
secta ni pide dinero ni fieles. Es una disciplina milenaria de raciocinio de la
que beben tradiciones como la socrática, la aristotélica, la cristiana o la
musulmana placer. Una cultura basada sólo en los
derechos individuales no lleva a la armonía personal ni colectiva, porque,
quien es educado en la convicción de que tiene derecho a todo siempre encuentra
motivos para la queja. Si vives convencido de que tienes todos los derechos,
crees que la única razón de tu insatisfacción es que alguien no te los ha
dado. Y de ese modo pierdes la oportunidad de tener responsabilidades. Y, por
ello, eres desgraciado, porque pierdes el control sobre tu propia existencia. Si
sólo crees tener derechos, la causa de tu insatisfacción no está en ti mismo,
sino en los demás, en algo que otros no te dan. Y, al pensar así, te conviertes
en un niño mimado y dependiente al que por mucho que se le dé todo, siempre le
faltará algo. La cultura de los derechos es también la de la queja y la
insatisfacción. Por eso Occidente siempre se queja y por eso ustedes siempre
están insatisfechos por mucho que tengan; esa hace a las personas egoístas e
improductivos.
También es cierto que este tipo
de cultura ha hecho a Occidente más prósperos que nadie pero el tiempo ha
puesto las cosas en su sitio y cuando, por fin, en la India y Asia nos hemos
liberado de su colonialismo, nuestro sentido de la responsabilidad nos ha
permitido volver a ser prósperos. ¿Cómo? La India y toda Asia y sus sociedades
colectivistas están basadas en el sentido del deber hacia los demás: el pueblo,
la familia, la sociedad. Por eso ahora ya estamos compitiendo con ustedes en el
terreno económico.
Una sociedad como la occidental,
basada en la continua reclamación de derechos, los condena a la queja. Y los
culpables siempre son los demás: el Estado, el empresario, tu familia, los
políticos, el municipio, etc. Pero lo peor es que, de ese modo, dejas la
responsabilidad de tu vida a alguien que no eres tú. Tú deberías ser, en
cambio, quien decidiera sobre tu propia satisfacción. ¿Cómo hacerlo? Dando. Basando
tu vida en las obligaciones y las responsabilidades. Eso volvería a hacer más
productivos a los occidentales. Porque, para que te den algo que crees merecer,
sólo tienes que ser lo suficiente insistente y hasta quejica, y tal vez te lo
acaben dando. Pero para poder dar algo a los demás, antes tienes que haberlo
producido y creado, y después ser generoso. Dar no es la cultura imperante de
Occidente.
Si fundas tu existencia en la
responsabilidad y la generosidad de dar, recuperas el control sobre tu propia
existencia. Porque dar depende sólo de ti; recibir te pone a merced de los
demás. Si fundas tu familia sólo para recibir amor y derechos, nunca obtendrás
bastante y acabarás abandonándola, porque el único modo de lograr tener una
familia duradera es vivir para dárselo todo. Mi única mujer y yo llevamos 58
años casados y felices. Porque nunca pensamos en lo que nos debe el otro, sino
en lo que podemos darle a él y a nuestros hijos. El día en que piensas más en
lo que recibes que en lo que das, la familia deja de tener ningún sentido.
Esa actitud es universal y eterna
en el ser humano que se conoce. Las civilizaciones que progresan están fundadas
en la generosidad, en personas que trabajan, crean y dan a los demás. Adam
Smith creía que los egoísmos individuales arbitrados en mercados eficientes
crean prosperidad colectiva. Ese tipo de actividad puede darte prosperidad,
pero no paz interior. No es que la prosperidad sea mala en sí, pero si no va
acompañada de crecimiento interior, no satisface a nadie. Al contrario, esa
hiperactividad te estresa, y te vuelve engreído e intratable. ¿Por qué? Porque
el único placer real que da ganar algo es poder compartirlo. Lo descubre el
vedanta desde hace milenios. Y de él bebieron Platón, Sócrates, Jesucristo y
Mahoma. Y miles de maestros de todas las culturas.
No hace falta una fe ciega ni
ascetismo ni grandes revelaciones. Llegará a esa verdad por su propio sentido
común. No se trata de ser santo, sino simplemente sensato, maduro. No me
refiero a la acumulación de conocimiento, sino a sabiduría vital. El placer,
por ejemplo, lleva aparejado el desplacer. Si usted bebe por placer, acabará
sufriendo por la bebida, a menos que aprenda a controlar su deseo –es la
neutralización– y madure hasta descubrir que beber menos es la mejor forma de
disfrutarlo más.
La causa de una relación mala no
está en el otro, sino en tu propia actitud. El defecto no está en el amigo, el
coche, la casa, la esposa... sino en ti mismo, en tu actitud hacia ellos. Todo
conflicto de relación es una oportunidad para estudiarte y corregirte. Antes de
quejarse de los demás, estúdiese y verá que el problema está en usted.
Swami Parthasarathy