lunes, julio 25, 2011

EL ÉXTASIS GRÁFICO DE KATERINA BELKINA


Nací en una familia de artistas: mi madre era una artista y mi padre un matemático. Empecé a dibujar cuando tenía tres años de edad. Más tarde mis padres me enviaron a una escuela de arte y a una gran cantidad de museos. Yo siempre quise ser un artista, no había otras opciones. Fui a una escuela pública para iniciarme en el arte clásico. Era la mejor de las instituciones para los niños existentes en aquel momento. No había mucho donde elegir en la época soviética. Después, cuando ya terminé con la escuela secundaria, entré en la academia de arte Petrov-Vodkin, era el único en nuestra ciudad. La gente allí era muy artística pero mirando hacia atrás, me doy cuenta que el estilo de enseñanza era demasiado clásico y rígido. No fue progresiva. Ellos estaban más centrados en el pasado que en el futuro. No obstante hubo aspectos positivos al estudiar allí. Aprendí a trabajar mucho con las manos. En la escuela me dijeron que mis cuadros eran muy brillantes pero muy planos, eso pudo destrozar mi propia visión artística pero mi madre siempre me dijo: "No prestes atención a estas opiniones, tienes que hacer siempre lo que sientas como correcto". Gracias a ella mi modo de expresión individual se salvó. Soy una persona altamente apasionada. 

Katerina Belkina



Katerina Belkina es una fascinante artista rusa que lleva el arte en la sangre. Gracias a su habilidad para las fusiones ha sabido combinar el clasicismo técnico con la profesionales de arte empezó a trabajar como fotógrafa digital publicando en revistas como National Geographic, Seventeen y Gala.

Muchas de sus fotografías son homenajes a las grandes firmas de la pintura como Van Gogh, Renoir, Klimt o Magritte. En otras, roza el surrealismo más personal, mezclando cuerpos y rostros con extraños objetos que transmiten múltiples sueños e interpretaciones. Son metalenguajes puros, éxtasis gráficos donde los elementos construyen enigmas de compleja resolución. Suele utilizar el autorretrato para generar excelentes composiciones de exquisita finura técnica y gran calidad imaginativa.

Katerina Belkina trabaja especialmente con mujeres que expresan sentimientos e inquietudes que se dinamizan como entidades oníricas hacia transformaciones diversas y metáforas sorprendentes; a menudo trabaja con la inocencia perdida de la mujer, esa extraña feminidad atractiva que cautiva e inquieta al espectador pero en otras ocasiones se recrea en los mundos de la infancia o los objetos imposibles.

A través de sus fotografías Belkina nos explica su propio universo saliendo de los rincones más ocultos de su subconsciente, para traducirlos en las expresiones y los sentidos humanos que deambulan por la realidad disfrazados por los mecanismos defensivos de la mente. El propio Freud definió la cámara fotográfica como un instrumento que permite fijar las impresiones visuales fugitivas hacia el sentido de la materialización de los recuerdos y las huellas mnémicas, forma bajo la cual los acontecimientos o, más simplemente, el objeto de las percepciones, se inscriben en la memoria, en diversos puntos del aparato psíquico. Esta idea freudiana se aplica perfectamente cuando Belkina describe su pasión por el mundo de la infancia, uno de sus temas favoritos:

"Los cuentos de hadas me han estado torturando desde mi temprana edad, sin tregua. Cuando un niño vive en un mundo de hadas, duendes y otros seres irreales (o tal vez reales), se da cuenta de que el mundo que nos rodea es diferente de la imaginación y entonces, re-inventa la ficción. Así es como nacen los locos nacen, los músicos, los pintores. Un mundo mágico se ha creado alrededor de mí desde mi infancia gracias a mis padres que estaban dotados de una imaginación increíble".

KarlFM.-

 
 

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