jueves, abril 28, 2011

CUANDO LAS ZORRAS SE CONVIERTEN EN SUPUESTAS SEÑORAS

 
Cuando una zorra solitaria aúlla en un desierto
sus sonidos se pierden en la Nada.

KarlFM.-

Los grandes estrategas de la historia siempre han definido el uso de las malas artes como astucias efectivas para enfrentarse a ciertos enemigos incómodos pero también es cierto que esas malas artes demuestran la incapacidad de ganar usando medios limpios e inteligentes. Recurrir a las malas artes -procedimientos poco éticos de los que se vale alguien para conseguir algo- representa la única salida para el animal acorralado, para la presa débil o para el ambicioso desmedido que carece de valores nobles para superar sus circunstancias de desventaja; las malas artes son una fea consecuencia de la manipulación de las circunstancias, y quienes la defienden y usan, se amparan en la astucia desleal, traicionera y barriobajera de limitados, rufianes, delincuentes y gente de baja estofa. Las malas artes son pues el símbolo del impotente, del tramposo, del perdedor y del esclavo de sus propias limitaciones así como el reflejo incapaz de no asumir estar en clara posición de retroceso.

Las malas artes son el modus operandi de las mafias y gobiernos que triangulan con las operaciones encubiertas y tapaderas; son alternativas que no dignifican los resultados obtenidos y ensucian todo aquello que tocan o ganan; siempre viven al borde de la sanción y la condena y tarde o temprano son cazados y condenados. Son estrategias que tienen fuerte acogida entre los manipuladores de cualquier profesión, incluido el fútbol que siendo inicialmente un deporte de élites se está convirtiendo últimamente en una realidad muy negativa. 

Es triste que un gran equipo de fútbol ganador de 9 copas de Europa tenga que usar malas artes para frenar la maquinaria inteligente a la que se enfrenta y teme. Es lamentable que un personaje use palabras envenenadas cuando el mismo ha ganado premios con trampas y favores claros. Este tipo de tácticas crispan los ambientes y provocan violencia. Son tácticas que ya utilizaban las hordas bárbaras como única forma de encallar la fluidez superior de las legiones romanas. Cuando se es un bárbaro la capacidad de hilvanar las neuronas se disipa y entra el barro, la ciénaga y las arenas movedizas.

El fútbol ya no es un simple deporte donde se enfrentan dos adversarios que limpia e inteligentemente buscan la victoria; desde hace mucho tiempo en según que ambientes del fútbol pasan cosas raras, tanto en los despachos, en sus respectivos mass media como en el terreno de juego. Prestigio, dinero, influencias, presiones, crispaciones, difamaciones, calumnias, violencias, críticas infundadas, intereses ocultos, convierten a este deporte en algo cada vez más decadente. Vivimos en una sociedad donde parece ser que el fin justifica los medios, y el futbol no escapa a ello. Esa es la diferencia entre nobles y villanos, entre colores y banderas: mientras unos juegan limpio y crean, otros ensucian y generan baza para obtener ventajas y triunfos inmerecidos. Cuando eso ocurre y encima la gente aplaude y se arropa alrededor de la destrucción, es que la sociedad va por mal camino y la mediocridad y la villanía triunfan sobre el señorío y el savoir faire.

La psicología del rostro define claramente quien es quien. La fisiognomía es una ciencia oriental milenaria basada en el arte de la observación de los rasgos faciales. Hay rostros que son limpios, brillantes, transparentes, con calvicie de tanto engrasar la maquina del pensamiento, otros, sin embargo, aquejan el dolor de la prepotencia, la egolatría, el odio y en su mata de pelo grisáceo se huele el tufo del veneno. Las caras reflejan como son las almas y cuando ves la cara y gestos de ciertos entrenadores, jugadores, presidentes y resto de mortales, descubres mucha psicología y excesiva psiquiatría.

Pero no solo el azúfre y los diamantes ronronean en los terrenos de juego, en los despachos hay butacas de dudosa procedencia. Hay clubs que siempre acusan, que buscan la greña y compran medios para que peinen a su favor; son los llamados mercenarios del Señor, encerrados en su caverna mediática en busca de sombras o produciendo leche agria desde su central lechera. Son industriales de la farsa, magos de la mentira, actores de medio dólar la función; se saltan los códigos deontológicos, las éticas, la clase y la profesión; se mofan de todo, de los estamentos, de las reglas, y solo ven una sola línea, como los burros cuando cargan la paja. Son tipos que deberían cambiar de aires porque siembran odios y dañan la imagen de quienes representan; sinceramente todos ellos, merecen ser expulsados del mundo donde actúan porque destruyen la profesión. Y lo más vergonzoso de todo este cuento es cargar cuando te perjudica y callar cuando te beneficia; esto es la ley del cobarde, del mezquino, del hipócrita, del demonio que disfrazado de reptil usó la perfidia para engañar a los tontos que comieron de la fruta prohibida. Aunque las zorras pretendan convertirse en señoras nunca dejarán de ser zorras.

KarlFM.-

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