Cuando decidí ir a verla estaba acojonado, ya que tras el flipe con la primera y la decepción con la segunda, me encontraba en una situación de duda. Simplemente no esperaba nada. Esta extraña ambivalencia de sensaciones e ilusiones me acompañan últimamente cuando decido ver una película y eso es porque cada cinta que veo encuentro defectos y pocas cubren mis expectativas. Llevo tiempo que ninguna película me revuelve el corazón y me agita la mente. No pasan del “no está mal” o del “vaya coñazo”. Cuando esto ocurre no tienes más remedio que tirar de la historia, ver aquellas películas que por mil razones te han pasado desapercibidas y que casualmente un amigo o alguien que se cruza en tu vida te las recomienda. Eso me pasó hace poco con tres films de autor que merecen la etiqueta de obras maestras y que en su momento ya recomendé aquí en un blog: El Tren de la Vida, El Cónsul Perlasca y Los Crímenes del Paraíso. Desgraciadamente hoy en día hay pocas películas de esta calidad y todas, excepto alguna excepción, pecan de blandas.
Como siempre ocurre en los films, siempre habrá quien critique, adore o simplemente guste. El cine, los libros y otras muchas cosas, son personales y la conclusión es también personal. Hay quien flipa con cosas que al resto dejan indiferentes o no gustan.
Los Hombres Que no Amaban a las Mujeres es la mejor de las tres cintas de la saga Milennium, bien por ser la primera, bien por ser una obra maestra que raya la perfección, aunque como he dicho hay gente que se la ha cargado, lo mismo que con Avatar. La Chica que Soñaba con una Cerilla y un Bidón de Gasolina, es la más floja de las tres porque se pierde en si misma en una historia que bien llevaba podría haber sido tanto o más brillante que la primera; su título invita a un derroche de imaginación e intrigas psicológicas que desgraciadamente no se explotan con maestría en la cinta; la tercera entrega, La Reina en el Palacio de las Corrientes del Aire, es un buen film que te mantiene pegado a la butacón sin pestañear ni un segundo aunque el de al lado se duerma tras ingerir una gigantesca olla de palomitas.
Lo mismo ocurre con los libros, los tres tienen sus más y sus menos, al margen de su éxito comercial y de sus defensores y detractores. Hay gustos para todos. Hay gente que flipa con el primero, otros con el segundo, otros con el tercero, otros con todos y otros con ninguno. Pero a mi personalmente eso ... me la trae floja. A mi gustaron los tres pero me inclino por el primero y el último, al igual que las películas.
Lo que no me gusta de la gente es que tiene tendencia a comparar libros y películas cuando en realidad son lenguajes diferentes. Mientras en el libro imaginas lo que lees (una descripción del lugar, por ejemplo), por lo que no puedes tener visión de otros aspectos de la situación, en las películas, sin embargo, todo sucede en un mismo plano y al mismo tiempo; eso hace que mucha gente pierde los detalles que se narran tan a primera línea en los libros simplemente porque se concentra tan solo en una parte de lo que ven, en especial los protagonistas. Para ver varias cosas in sincro se requiere cierto aprendizaje del mundo de las imágenes cinéticas. Un libro desarrolla ideas, una imagen las sintetiza, por lo que cada cual cumple su cometido.
Al margen de lo que digan los demás a mi La Reina en el Palacio de las Corrientes del Aire me mantuvo en tensión y atento a la pantalla y eso hoy en día por lo que suelo ver no es fácil de que me ocurra.
Saludos.
