Muchas veces la vida puede ser de una manera u otra en relación a escoger o vivir instantes y situaciones concretas. Nada está destinado a ser como queremos que sea ya que siempre existe un factor desconocido que puede hacer variar el programa en pos a resultados inesperados. Pensar en ello es bueno porque nos da cierta flexibilidad a vivir sin estar sujetos a corsés psicológicos ni a determinismos de ninguna clase. Vivir es saber adaptarse a los cambios y dejar siempre abiertas puertas a la novedad.
Las películas, muchas veces, contienen enseñanzas que suelen pasar inadvertidos por los espectadores. Mucha gente va al cine en busca de los valores propios del cine (guión, reparto, actuación, dirección, etc.), otros buscan lo más simple y directo, acción, diversión, desahogo, porque piensan que la vida ya es suficientemente compleja como para comerse aún más la pelota. Sin embargo, en las películas hay más lenguajes que muchas veces quedan en un segundo plano pero que tienen un inmenso valor formativo, me refiero a los diálogos, tanto el hablado como el que proporciona la imagen en si misma.
Cuando veo una película suelo fijarme en los principios básicos por excelencia, es decir, la historia, la interpretación y la dirección de la misma; pero quizás por mi condición personal y profesional suelo fijarme también más allá de los tópicos generales, en ese metalenguaje de valores añadidos que convierten una cinta cinematográfica en una erección orgásmica. Los diálogos, la fotografía, el movimiento de la cámara y sus encuadres, la música, la originalidad, el ritmo, la luz y como termina, son elementos que en muchas ocasiones son poco valorados o trabajados por lo que muchas buenas películas dejan de ser perfectas porque carecen de estos matices. Y es que para mucha gente la genialidad de un film reside en cosas que para otros quizás no sean tan valorativas, la historia de los Oscars lo deja bien claro. En cuestión de gustos siempre habrá diferencias e intereses entremezclados.
Hace pocos días, en uno de mis blogs, quise citar uno de los diálogos más interesantes que he escuchado en una película, me refiero al genial diálogo que aparece en la película El Expreso de Medianoche, de Alan Parker, historia adaptada por Oliver Stone y música de Giorgi Moroder, una gran película que, a día de hoy, sigue siendo, a mi modo de ver, perfecta. Es una de esas pocas películas que superan al libro.
Al margen de la temática, Bangkok Dangerous, con Nicolas Cage al frente, es otro gran ejemplo de lo que intento explicar. Sus 30 primeros minutos son de una excelencia brutal (diálogos, fotografía, ritmo, movimiento de cámara, originalidad, expectación, contundencia, etc.) sin embargo el film decae pasado ese tiempo y termina diluido en la más pura mediocridad cinematográfica. No voy a hacer un análisis de dichos films, ya que no viene al caso, pero si los he mencionado como ejemplos para justificar la importancia de esos valores o metalenguajes que dan a los films un contenido especial.
El Curioso Caso de Benjamín Button, es la historia de un hombre que nace viejo y muere bebé, es decir su vida va al revés. Se trata de una película muy original e imaginativa que hubiera sido perfecta de no haber cometido algunos fallos importantes, a pesar de ellos contiene varios pasajes tan brillantes que obligan a exprimirse la cabeza como un limón. Contiene historias acerca del tiempo, de su influencia en la vida y en las personas, historias que te dejan paralizado en la butaca; por ejemplo, el reloj que resta las horas para recuperar todo aquello que se ha perdido injustamente, el dilema del tiempo en las diferentes etapas de la vida humana, y el destino como valor asociado al tiempo.
Tampoco es misión de este blog profundizar sobre estos conceptos pero si tenerlos en cuenta ya que pocas veces los directores de cine se atreven a plantear dilemas de esta índole tan filosófica. Por tanto os recomiendo que veáis la película y sobretodo os fijéis en cuatro historias brutalmente inolvidables: la historia del reloj de la estación, la historia de que la vida como cuenta atrás, la historia de las casualidades (texto que cito en este blog), y la relación de amistad-amor entre dos personas que solo pueden materializar momentáneamente su amor justamente cuando ambas se encuentran en el punto medio de sus vidas. De todas ellas voy a escoger la historia de las casualidades ya que por si misma es la que más me impactó por sus múltiples consecuencias.
No he sacado el diálogo de una página de Internet, por tanto, no hay copy & paste; es el resultado de escuchar y escribir, palabra por palabra, todo el mensaje mientras iba visionando la cinta; es decir, play, pause, rewind, etc., un trabajo de verdadera paciencia pero con ganas de hacerlo. Los entre paréntesis los he puesto yo personales para matizar la situación. Espero que os guste.
“A veces nos disponemos a estrellarnos y no lo sabemos, ya sea casual o deliberadamente; no hay nada que podamos hacer al respecto.
Las películas, muchas veces, contienen enseñanzas que suelen pasar inadvertidos por los espectadores. Mucha gente va al cine en busca de los valores propios del cine (guión, reparto, actuación, dirección, etc.), otros buscan lo más simple y directo, acción, diversión, desahogo, porque piensan que la vida ya es suficientemente compleja como para comerse aún más la pelota. Sin embargo, en las películas hay más lenguajes que muchas veces quedan en un segundo plano pero que tienen un inmenso valor formativo, me refiero a los diálogos, tanto el hablado como el que proporciona la imagen en si misma.
Cuando veo una película suelo fijarme en los principios básicos por excelencia, es decir, la historia, la interpretación y la dirección de la misma; pero quizás por mi condición personal y profesional suelo fijarme también más allá de los tópicos generales, en ese metalenguaje de valores añadidos que convierten una cinta cinematográfica en una erección orgásmica. Los diálogos, la fotografía, el movimiento de la cámara y sus encuadres, la música, la originalidad, el ritmo, la luz y como termina, son elementos que en muchas ocasiones son poco valorados o trabajados por lo que muchas buenas películas dejan de ser perfectas porque carecen de estos matices. Y es que para mucha gente la genialidad de un film reside en cosas que para otros quizás no sean tan valorativas, la historia de los Oscars lo deja bien claro. En cuestión de gustos siempre habrá diferencias e intereses entremezclados.
Hace pocos días, en uno de mis blogs, quise citar uno de los diálogos más interesantes que he escuchado en una película, me refiero al genial diálogo que aparece en la película El Expreso de Medianoche, de Alan Parker, historia adaptada por Oliver Stone y música de Giorgi Moroder, una gran película que, a día de hoy, sigue siendo, a mi modo de ver, perfecta. Es una de esas pocas películas que superan al libro.
Al margen de la temática, Bangkok Dangerous, con Nicolas Cage al frente, es otro gran ejemplo de lo que intento explicar. Sus 30 primeros minutos son de una excelencia brutal (diálogos, fotografía, ritmo, movimiento de cámara, originalidad, expectación, contundencia, etc.) sin embargo el film decae pasado ese tiempo y termina diluido en la más pura mediocridad cinematográfica. No voy a hacer un análisis de dichos films, ya que no viene al caso, pero si los he mencionado como ejemplos para justificar la importancia de esos valores o metalenguajes que dan a los films un contenido especial.
El Curioso Caso de Benjamín Button, es la historia de un hombre que nace viejo y muere bebé, es decir su vida va al revés. Se trata de una película muy original e imaginativa que hubiera sido perfecta de no haber cometido algunos fallos importantes, a pesar de ellos contiene varios pasajes tan brillantes que obligan a exprimirse la cabeza como un limón. Contiene historias acerca del tiempo, de su influencia en la vida y en las personas, historias que te dejan paralizado en la butaca; por ejemplo, el reloj que resta las horas para recuperar todo aquello que se ha perdido injustamente, el dilema del tiempo en las diferentes etapas de la vida humana, y el destino como valor asociado al tiempo.
Tampoco es misión de este blog profundizar sobre estos conceptos pero si tenerlos en cuenta ya que pocas veces los directores de cine se atreven a plantear dilemas de esta índole tan filosófica. Por tanto os recomiendo que veáis la película y sobretodo os fijéis en cuatro historias brutalmente inolvidables: la historia del reloj de la estación, la historia de que la vida como cuenta atrás, la historia de las casualidades (texto que cito en este blog), y la relación de amistad-amor entre dos personas que solo pueden materializar momentáneamente su amor justamente cuando ambas se encuentran en el punto medio de sus vidas. De todas ellas voy a escoger la historia de las casualidades ya que por si misma es la que más me impactó por sus múltiples consecuencias.
No he sacado el diálogo de una página de Internet, por tanto, no hay copy & paste; es el resultado de escuchar y escribir, palabra por palabra, todo el mensaje mientras iba visionando la cinta; es decir, play, pause, rewind, etc., un trabajo de verdadera paciencia pero con ganas de hacerlo. Los entre paréntesis los he puesto yo personales para matizar la situación. Espero que os guste.
“A veces nos disponemos a estrellarnos y no lo sabemos, ya sea casual o deliberadamente; no hay nada que podamos hacer al respecto.
En París, una chica (X) se disponía para salir de compras cuando se le olvidó el abrigo y volvió a por el. Cuando lo cogió, sonó el teléfono y tras descolgarlo habló un par de minutos. Mientras esa chica estaba en el teléfono, otra chica (Daisy), en otro lugar de París, ensayaba para una actuación de danza en la Ópera de esa misma ciudad. Cuando la chica (X) colgó el teléfono salió para coger un taxi. (Por una distracción le quitaron el primer taxi y tuvo que esperar a un segundo).
Tras dejar al último pasajero, un taxista decidió bajarse de su taxi para tomar un café. Daisy, mientras tanto, seguía ensayando. Después de tomar el café, el taxista volvió a su taxi y recogió la chica (X) que iba de compras y que había perdido el taxi anterior. El taxi tuvo que detenerse para no atropellar a un hombre que había salido hacia su trabajo 5 minutos tarde por haber olvidado poner la alarma de su despertador. Mientras ese hombre llegaba tarde al trabajo y cruzaba la calle, Daisy había terminado de ensayar y se daba una ducha.
Mientras Daisy se duchaba, el taxi (de la chica X) esperaba frente la tienda donde la chica estaba para recoger un paquete que no le habían envuelto aún, porque la dependienta que tenía que envolverlo había roto con su novio la noche anterior y se había olvidado de hacerlo. Una vez envuelto el paquete, la chica (X), ya en el taxi, vio como un camión de reparto se cruzaba en su camino; mientras tanto Daisy se arreglaba. El camión se apartó y el taxi pudo avanzar. Cuando esto ocurría, Daisy, la última en arreglarse, se detuvo unos instantes porque a una de sus amigas se le había roto un cordón del zapato. El taxi con la chica (X) estaba parado esperando a que cambiara un semáforo. Daisy y su amiga salieron por la puerta de atrás del teatro.
Si tan solo una de esas cosas hubiera ocurrido de otra manera, si ese cordón no se hubiera roto, o ese camión se hubiera apartado segundos antes, o ese paquete hubiera estado envuelto porque la dependienta no hubiera roto con su novio, o ese hombre hubiera puesto la alarma y se hubiese levantado 5 minutos antes, o ese taxista no se hubiera parado a tomar un café, o si la chica (X) no se hubiera dejado el abrigo y hubiera cogido el taxi anterior, Daisy y su amiga habrían cruzado la calle y el taxi hubiera pasado de largo.
Pero siendo la vida como es, una serie de vidas cruzadas e incidentes que escapan a nuestro control, ese taxi no pasó de largo y ese taxista se distrajo un segundo atropellando a Daisy y destrozándole la pierna … Con el tiempo (Daisy) podría volver a caminar pero jamás podría ya volver a bailar”.
Son muchas las conclusiones que uno puede sacar de todo esto, si piensas en la historia la cabeza te abre múltiples interpretaciones. Son todas ellas situaciones que se entremezclan entre si para llegar a destinos diferentes: “Todo el mundo se siente distinto de una forma u otra, pero todos vamos en la misma dirección, solo que cada uno va por un camino distinto” (palabras de Queenie, madre adoptiva de Benjamín Button).
Todos hemos pensado alguna vez si debíamos haber hecho esto o aquello, no hacerlo, o hacerlo de otra manera, etc. creemos que nuestras vidas hubieran podido ser distintas si hubiéramos obrado de otra manera y realmente es así. La vida está sujeta a los momentos en que nos decantamos por un lado u otro, por una elección o una casualidad. En un mínimo instante todo puede desencadenarse diferentemente y por más que intentemos hacer un guión de nuestras vidas, éstas siempre estarán sujetas a infinitas posibles variaciones, muchas de ellas completamente inesperadas. Personalmente este tipo de historias me fascinan y suelo echarlas de menos en las películas.
Benjamín Button es una brillantísima película, plagada de simbologías, metáforas y diálogos geniales: “la muerte nos visitaba con frecuencia, la gente venía y se iba … nadie sabe si quedarse o irse … Estaba con la gente que se había liberado de todas las futilidades de la vida anterior … Cada vez que uno moría llegaba otro para ocupar su lugar … Cuando se es diferente se pasa mucho tiempo solo … Qué triste es que un pájaro no vuele”.
Si tan solo una de esas cosas hubiera ocurrido de otra manera, si ese cordón no se hubiera roto, o ese camión se hubiera apartado segundos antes, o ese paquete hubiera estado envuelto porque la dependienta no hubiera roto con su novio, o ese hombre hubiera puesto la alarma y se hubiese levantado 5 minutos antes, o ese taxista no se hubiera parado a tomar un café, o si la chica (X) no se hubiera dejado el abrigo y hubiera cogido el taxi anterior, Daisy y su amiga habrían cruzado la calle y el taxi hubiera pasado de largo.
Pero siendo la vida como es, una serie de vidas cruzadas e incidentes que escapan a nuestro control, ese taxi no pasó de largo y ese taxista se distrajo un segundo atropellando a Daisy y destrozándole la pierna … Con el tiempo (Daisy) podría volver a caminar pero jamás podría ya volver a bailar”.
Son muchas las conclusiones que uno puede sacar de todo esto, si piensas en la historia la cabeza te abre múltiples interpretaciones. Son todas ellas situaciones que se entremezclan entre si para llegar a destinos diferentes: “Todo el mundo se siente distinto de una forma u otra, pero todos vamos en la misma dirección, solo que cada uno va por un camino distinto” (palabras de Queenie, madre adoptiva de Benjamín Button).
Todos hemos pensado alguna vez si debíamos haber hecho esto o aquello, no hacerlo, o hacerlo de otra manera, etc. creemos que nuestras vidas hubieran podido ser distintas si hubiéramos obrado de otra manera y realmente es así. La vida está sujeta a los momentos en que nos decantamos por un lado u otro, por una elección o una casualidad. En un mínimo instante todo puede desencadenarse diferentemente y por más que intentemos hacer un guión de nuestras vidas, éstas siempre estarán sujetas a infinitas posibles variaciones, muchas de ellas completamente inesperadas. Personalmente este tipo de historias me fascinan y suelo echarlas de menos en las películas.
Benjamín Button es una brillantísima película, plagada de simbologías, metáforas y diálogos geniales: “la muerte nos visitaba con frecuencia, la gente venía y se iba … nadie sabe si quedarse o irse … Estaba con la gente que se había liberado de todas las futilidades de la vida anterior … Cada vez que uno moría llegaba otro para ocupar su lugar … Cuando se es diferente se pasa mucho tiempo solo … Qué triste es que un pájaro no vuele”.
Todos estos diálogos hacen que la película se convierta en un manual de filosofía, de conceptos para reflexionar y que ayudan a las personas a ser más consecuentes con sus vidas vacías. El mismísimo nacimiento de Benjamín Button es ya todo un placer de reflexión: nace justamente cuando la guerra termina, cuando la gente deja de morir. Curiosamente nace viejo,con toda esa carga de vida dolorosa que conlleva el ser humano, pero con la capacidad de poder volver atrás y dejar que la vida pueda ser diferente. Un punto clave es cuando el padre intenta matar a su hijo porque ve que la vida es demasiado horrible para sentirla cerca, pero las circunstancias y la conciencia hacen que todo cambie y el viejo bebé termine metafóricamente en un asilo para viejos donde todos los seres están alejados de la vida esperando su final y e acogido libremente. No hay historia más grande ni momento más irrepetible que lo vivido a cada instante.
Personalmente me dolió que esta película no ganara todos los Oscars pero comprendí que a veces una película extraordinaria puede perder por pequeños matices; resulta demasiado acaramelada, le falta ritmo, precisa de mayor dramatismo y de un actor con mayor trempera, creo que por eso no acabó en el primer puesto. Hay gente que considera que es un rollazo pero bueno es la misma gente que admira Operación Triunfo y ve Gran Hermano.
Todo en la vida tiene su sentido, incluso lo más negativo. A veces las cosas ocurren para dar paso a otras, nada es imprescindible y a su vez todo lo es, las personas nos movemos por dinámicas concretas que varían según el espacio y tiempo donde se ejecutan. Salir 3 minutos antes de casa puede llevarte a una serie de situaciones que de de hacerlo 3 minutos más tarde ya no serán las mismas; por eso nunca debemos lamentar lo que hacemos porque nunca se sabe que puede pasar. Heráclito lo dejó bien reflejado en su filosofía: “nadie puede bañarse dos veces en la misma agua de un mismo río porque ésta siempre es diferente a cada instante”.
Saludos.-
Personalmente me dolió que esta película no ganara todos los Oscars pero comprendí que a veces una película extraordinaria puede perder por pequeños matices; resulta demasiado acaramelada, le falta ritmo, precisa de mayor dramatismo y de un actor con mayor trempera, creo que por eso no acabó en el primer puesto. Hay gente que considera que es un rollazo pero bueno es la misma gente que admira Operación Triunfo y ve Gran Hermano.
Todo en la vida tiene su sentido, incluso lo más negativo. A veces las cosas ocurren para dar paso a otras, nada es imprescindible y a su vez todo lo es, las personas nos movemos por dinámicas concretas que varían según el espacio y tiempo donde se ejecutan. Salir 3 minutos antes de casa puede llevarte a una serie de situaciones que de de hacerlo 3 minutos más tarde ya no serán las mismas; por eso nunca debemos lamentar lo que hacemos porque nunca se sabe que puede pasar. Heráclito lo dejó bien reflejado en su filosofía: “nadie puede bañarse dos veces en la misma agua de un mismo río porque ésta siempre es diferente a cada instante”.
Saludos.-
Texto KarlFM.-