domingo, mayo 10, 2009

BAJO LA LA SOCIEDAD DEL MIEDO

Hoy en día la inseguridad se ha convertido en miedo. Mucha gente teme perder su empleo; otros tienen miedo a perder sus ahorros; muchos temen una subida de los tipos de interés que convierta el pago de su hipoteca en una misión imposible; tenemos miedo al sida, al cambio climático, a la violencia, a que entren en nuestra casa por la fuerza o nos atraquen en la calle. Vivimos tiempos de globalización, de inestabilidad, en el que el riesgo asoma en cualquier esquina, mientras se debilitan las instituciones que deberían defender a las personas. Tememos por nosotros y por nuestros más próximos. Nos da miedo lo conocido, pero también lo inédito, pues, como escribió Alejandro Dumas, "los peligros desconocidos son los que inspiran más temor". 

Cuanto más hagamos depender la vida de factores exógenos a nuestra persona, más probabilidades tenemos del alcanzar el estadio del miedo, y al mismo tiempo cuanto más ajenos seamos de nuestro entorno social tenemos igualmente más posibilidades de ser miedosas. La gente se acaba acostumbrando a eso, a no hablar por miedo de determinadas cosas; a no preguntar, a no protestar, a no decir nada, por si acaso. Vivimos en la sociedad del miedo, y los medios de comunicación se alimentan de el. ¿Hasta donde serán capaces de llegar? O mejor aun ... ¿Hasta donde les permitiremos hacerlo? 

Mientras que con el cambio de sociedad, se ha conseguido mutar el orden de las cosas: lo individual se impone sobre el grupo, se ha desvanecido el núcleo familiar, faltan los criterios morales, éticos…, el trabajo es temporal, las ideologías han muerto, ya nadie cree en ellas, ahora los políticos ofrecen protección, antes sueños de libertad. Todos estos factores, juntos en la batidora social, generan inestabilidad personal y de grupo; estos mas otros que no he mencionado como el terrorismo, las epidemias mundiales, la pérdida de derechos sindicales, la precariedad laboral, los salarios bajos, etc., son suficientes para determinar un estado de crisis completa que catapulta al ser humano hacia la alienación y dependencia total, un estado que conlleva inevitablemente a la soledad, al frío individualismo, a la insolidaridad, al egoísmo, a la depresión, a la rendición y sobre todo al miedo. Es la manera más sutil de doblegar al ser humano y convertirlo en una inocente oveja ante la manada de lobos. 

Para el psiquiatra Enrique González Duro, el miedo no es un sentimiento de cobardes, sino la consecuencia lógica del aislamiento y el individualismo en el que estamos instalados. "Ante un futuro incierto, la gente busca compulsivamente la felicidad banal e instantánea que ofrece el consumismo. La inseguridad invade todos los ámbitos de nuestra vida y tratamos de suplir con psicofármacos nuestras carencias debidas a las presiones del mundo laboral y emocional". El futuro no es ya un campo donde podemos realizarnos, sino un terreno plagado de minas. Si el futuro es incierto, mejor obtener el placer inmediato. Sin embargo el auténtico placer está en el amor y en la solidaridad de las tareas colectivas, algo que el propio sistema insiste en dinamitar para asegurarse el poder. 

La rebeldía ha sido siempre el motor de la historia, pero el miedo ha sido el freno. Miedo y rebeldía han pugnado a lo largo y ancho de los tiempos. Cuando la rebeldía fue más fuerte que el miedo, las sociedades avanzaron y la Humanidad progresó, pero cuando se impuso el miedo, se abrieron las puertas de la parálisis y del retroceso. La rebeldía y el inconformismo son las armas del progreso, mientras que el miedo es el instrumento preferido por los dictadores, sátrapas y del capitalismo actual. Sin resistencia no habrá libertad ni progreso. Como dijo Naomi Klein, autora de la Doctrina del Shock, "primero crea el miedo y luego vende la seguridad". 

Ver Video: 

http://www.youtube.com/watch?v=lZ8mI27VH7A 

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