El otro dia decidí entrar en un restaurante que parecia interesante y tras sentarme en la mesa no tardé ni 2 minutos en levantarme y salir disparado …..
Veámos por qué. El sentido auditivo de las personas se encuentra constantemente acosado por el ruido ensordecedor que se genera en las grandes urbes, ruidos como los de las obras, los motoristas frenéticos con tubos de escape que te hacen brincar del susto, las sirenas, alarmas, coches, camiones, carga y descarga, etc, convirtiendo el espacio urbano en una sinfonía industrial de golpes y estridencias que te revientan la cabeza. Sin embargo, no sólo las calles de estas ciudades son mucho más ruidosas de lo que eran hasta hace unas cuantas décadas, sino que además otros sonidos se propagan hacia sitios que en otros tiempos podían proporcionar un poco de descanso a este sentido, como los restaurantes, que, actualmente, muchos de ellos son ya imposibles zonas de descanso y saboreo. Cuando los molestos sonidos de las conversaciones ajenas cruzan los propios lindes y penetran descaradamente en la intimidad de la mesa se joroba la velada además de tener pagar de mala gana la factura de la comilona.
Según la revista New Scientist, los niveles de ruido en algunos restaurantes superan incluso los niveles recomendados en determinadas industrias. la intensidad del sonido generado en una conversación ordinaria es de 60 dB, mientras que la de una pistola para el cabello es de 80 dB; cuando el nivel de ruido ambiental supera los 90 dB resulta difícil oír lo que otra persona está diciendo, incluso si grita.
Soy persona que viaja mucho, de hecho, no podría vivir sin hacerlo; conocer otros lugares es una manera de alimentar el alma y aprender de otras gentes; por eso, en mis viajes, me abro a todas las experiencias culturales que se brindan al paso, son el núcleo de vivencias únicas e irrepetibles. Españoles, ingleses, latinoamericanos y algun que otro más, son especímenes que gritan y se hacen notar alli donde están o pasan. Los restaurantes más silenciosos los he disfrutado en los países del Este, nórdicos y en Francia. Quizás habrá excepciones que transgredan esa regla pero en estos lugares he podido comer con calma e intimidad. La gente habla para si misma y en los locales reina el suave sonido de una acústica agradable que transforma la estancia en una velada inolvidable.
La gastronomia es un claro ejemplo de esas vivencias, aunque haya gente que no le de valor y prefieran tirar de comida basura, sarao de altos decibelios y gritos que denotan mas un estado salvaje que el haber ido a la escuela; para mi el acto de comer es vital, repercute sobre el hecho de que los viajes sean aun mejores o peores. No se trata de gastar en lujos, sino de comer como debe hacerse, buen plato, calidad, servicio y estancia relajada.
Ya sabemos que existen personas que no dan valor a la comida y lo hacen comiendo cualquier cosa en cualquier lugar o situación. Comer bien, es tan importante como ver los monumentos y paisajes de un país, es una actividad que marca las diferentes gentes del mundo y ha definido los diferentes estados de la historia. El acto de comer es una actitud de comunión con la naturaleza ya que los pueblos incluyen el alimento en sus rituales como instrumento sagrado.
Es más, a través de la comida, las personas asimilan una extensisima variedad de productos, formas de cocinar, olores, sabores, texturas, que te hacen sentir sensaciones únicas que eternizan el viaje. En el acto de comer, pues, disfrutas de un espacio tiempo en el cual debería reinar la intimidad, la calma, la conversación y el disfrute de los sentidos. Alcanzar un nivel mágico de conciencia mientras se come es una actitud mental que puede contribuir con la paz del ambiente y la salud de todos.
Por ello, cuando me siento en la mesa de un restaurante, una de las cosas que más me crispan los nervios, es verme abrumado por el griterio de otros presentes entre otras cosas. Para mi esa terrible bacanal de sonidos estrepitosos es una falta de educación y una absoluta ineptitud gestora por parte de los dueños y encargados del local. El ruido mientras comes es un acto criminal contra la degustación de una buena mesa y el disfrute de la misma. El silencio, en su contra, es una manera elegante de vestir una velada gastronómica inolvidable y de que la comida te sienta bien. Cuando un restaurante es ruidoso no me quedo.
No debemos comer como si estuviérmos en una granja industrial para cebar nuestros respectivos estómagos vacíos, la comida, aparte de satisfacer unas necesidades básicas, es un acto psicológico de extrema importancia para el equilibrio personal, además constituye un acto social y de comunicacion donde el respeto debe prevalecer sobre cualquier cosa. Mientras chirriamos como animales enjaulados y llenamos las panzas nos alejamos de eso que se llama placer y humanidad.
En España la gente grita mucho, en los restaurantes, en los bares, en muchos lugares, y si no fijaros a partir de ahora. Los vozarrones españoles son capaces de cortar toda conversación de buen tono y convierten la comida en una ingestión tensa de productos sin apenas poder disfrutarlos. Ya no te digo si lo que quieres es llevar una conversación agadable con tu compañía. A mi que demonios me importa la chillona voz de la cuarentona de la mesa del rincón que habla como un torrente histérico de sus andanzas en la oficina mientras las otras le discuten a bocajarro sus opiniones. Por qué tengo que aguantar las risas esperpénticas de los cuatro que se sientan unas cuantas mesas más allá o los bramidos insoportables del nene que monta el pollo porque los padres no le quieren dar la segunda Cocacola que exige. Si a todo ello le sumamos todo el múltiple murmullo de todo el lugar, el frenético ir y venir de los camareros, los gritos en la cocina, el golpeo de los platos, de la botella de cava que sale como un Sputnik, los nenes desbocados corriendo sin control por el comedor, etc ….. sinceramente, me quedo en casa. No hay nada peor que pagar y encima soportar el martilleo exasperante del ruido de los demás.
La educación es basica para el comportamiento social y hoy en dia eso prácticamente se ha evaporado. Nos importa un bledo lo que pueda molestar al de al lado, cada uno de nosotros va a su bola y el prójimo que se joda. Si encima dices algo te machacan a gritos y si pudieran te aplastarían como una cucaracha. Cuando al final de la semana llevas encima varias pálizas de este tipo, simplemente porque reclamas que la vida sea algo más coherente, acabas bajo los sintomas de un trauma irreversible y te encierras en tu isla de yeso. Alguien te llama por teléfono y te dice …. ¿Te apetece ir al centro? No gracias. ¿Por qué? Porque estoy hecho polvo, quiero relajarme en casa.
Llegará el dia en que viviremos aislados de los demás porque la tendencia será esa pues ya empezamos a ver a la gente como intrusos, posibles enemigos, agresores o rivales que pueden jorobarnos. Cada vez el circulo se va estrechando y al final te quedas con los más intimos si superan el test de la confianza y la sociabilidad.
Porque hablo de eso? Porque a veces en lo más simple ves donde está el mal. Cuando la comida deja de ser un acto de sosiego, un alto en el ajetreado camino por sobrevivir, es que algo va mal. En la vida hay espacios donde debe privar la paz, el “savoir faire”, la elegancia se sentirse un caballero o una dama, lleves crestas de colores o un traje de Giorgi Armani o un vestido estampado de Montana. La educación es cosa de principios, no de modernidad o clasicismo; sin estos valores la sociedad seria una jauría y el arte de la buena mesa se convertiria en un festin de hienas devorando cadáveres. Seamos pues, al menos, silenciosos a la hora de comer y hagamos honor a nuestra elegancia como personas.
Saludos.
KarlFM.-