Los seres humanos no somos constantes, nos movemos por impulsos, por ciclos, según nuestros intereses, bioritmos y necesidades. Sin embargo esos ciclos humanos están sometidos a unos ciclos superiores que marcan la supervivencia de la especie; me refiero a los ciclos económicos. No voy a referirme a esos ciclos, existen diversos estudios que hablan ellos, pero si centraré mi escrito en esos los ciclos que mueven al hombre interiormente y los conduce a la construcción de su “mecano” social.
Es bastante evidente que el hombre, como ser inteligente en un cuerpo material, también ha evolucionado según leyes periódicas. No solo se hace más viejo cada día y van aumentando sus capacidades y experiencias, sino que su evolución se consuma en ciclos evolutivos mentales y espirituales muy especiales. No en todas las épocas de la vida todos los temas tienen la misma importancia, y si observamos este hecho con más detenimiento nos damos cuenta que la "madre naturaleza" nos enfrenta a tareas muy específicas en épocas concretas, tareas que hay que resolver en ese momento exacto.
Si bien estas tareas pueden presentarse con diferentes capas en general cabe decir que una evolución determinada sólo podemos consumarla de forma óptima en una época determinada de la vida. Por ejemplo, es muy difícil recuperar a los 25 años de edad una evolución que omitimos cuando teníamos una edad comprendida entre 5 y 12 años. Y así ocurre que el edificio vital de algunas personas se apoya durante toda una vida sobre unos cimientos tambaleantes, porque en los años de juventud no se efectuaron determinadas experiencias o sólo se formaron insuficientemente ciertas capacidades.
Si analizamos la historia de la Humanidad, vemos esa evolución de ciclos pero si vamos mas allá de la aparición del ser humano aún vemos más ciclos. Todo tiene su tiempo, nada es eterno, todo se transforma, todo renace y vuelve a sucumbir, va y viene, quizás al final del proceso volvamos al orígen de todo, ese polvo interestelar, quizás llamado Dios o fuerza cósmica, capaz de engullir todo ciclo, capaz de regenerar toda aparición.
La vida es un misterio, un enigna que se escapa a nuestra capacidad, porque si nos comparamos en la inmensidad cósmica no somos más que un punto minúsculo en una inmensidad eterna. Y en parte esa dinámica vital es lógica ya que de lo contrario siempre se tenderia a más o a menos, y eso supondría un enorme peligro y desequilibriro porque frenaría la capacidad de asimilar los cambios. El proceso debe ajustarse a la evolución y por eso en el largo camino los ritmos marcan los cambios.
Por ejemplo, siendo conscientes de los cambios biológicos sucedidos y de la menor capacidad de reacción, los ancianos comienzan a responder a los estímulos más lentamente para evitar errores; sin que esto provoque que les importe el éxito, la fama ni la efectividad de los actos. Estos cambios biológicos captan su atención y pierden a conexión con el mundo externo: se concentran en los cambios a los que está sometido su cuerpo.
La sexualidad comienza a vivirse de otra manera: mientras que en la mujer aparece la menopausia, trayendo aparejado varios cambios hormonales, le aparecen manchas, más arrugas y diminuye la lubricación vaginal (lo que trae como consecuencia relaciones sexuales más dolorosas); en el hombre disminuye la testosterona, pierde pelos; la eyaculación se vuelve más lenta y distanciada y disminuye el impulso sexual.
A pesar de todo esto, igual viven su sexualidad (nunca somos seres asexuados, pero la sexualidad se va modificando a lo largo de la vida). Los cambios se producen rápidamente y hay poco tiempo para asimilarlos. Se confronta con la realidad biológica y la acepta. La aceptación significa asumirla responsablemente, lo que implica autocuidado.
Cuando el ser humano aprende a conocer el funcionamiento de las leyes de sincronicidad que rigen los ciclos de vida y trabaja al ritmo de estos, se coloca en armonía con todo el Universo y por ende está en mejor capacidad de aprovechar las influencias positivas asociadas a cada dígito, pudiendo así ser el dueño del libre albedrío que le concede su Destino.
Cada ser humano tiene un ciclo de existencia. Fracasamos porque no comprendemos que los eventos fluctuantes que ocurren en nuestra vida, en realidad están sujetos a una periodicidad y no suceden "por casualidad". Fracasamos porque desconocemos la existencia del modelo matemático y sincrónico que rige el funcionamiento de todo el Universo. Este modelo involucra etapas muy precisas, regidas por leyes de sincronicidad que definen el comienzo y el fin de cada etapa. Aprender el funcionamiento de estas leyes y aplicarlas en la vida diaria, equivale a sintonizarse personalmente con la armonía del Universo entero.
El término ciclo esta referido a una serie de eventos que se suceden en una forma regular y periódica. Realmente creo que el primer ejercicio intelectual del hombre fue la observación e interpretación de los ciclos. El hombre moderno logró determinar la necesidad de salir al macrocosmos para lograr explicar el microcosmos. La historia demuestra claramente que todo tiene su inicio, desarrollo y final;,por más fuerte y estable que parezca ser. Lo que fue dejó de ser para ser lo que es y será lo que podrá ser para ser lo que dejará de ser. Ese es el destino de toda materia viva, fija, dinámica o cambiante, nada escapa al designio de la creación, todo acaba en el mismo lugar porque los cambios siempre marcan nuestro destino.
Saludos.-
KarlFM.-