jueves, enero 17, 2008

TENER UN JEFE TÓXICO SUPONE UN IMPORTANTE RIESGO PSICOSOCIAL

Pasar 8 o 12 horas diarias de mal rollo en el trabajo acaba pasando factura. La salud se resquebraja, el coco se va a la mierda y empiezan la caídas, las depres, la ausencia de rendimientos y la pérdida de producción y rentabilidad, sea de lo que sea. En su lugar aparecen los hijos de la negatividad, los males de pelota, el hastio, la vagancia, las ausencias, las bajas e incluso la marcha de la empresa o la entrada en refugios de otras cosas muy peligrososas. Todo eso depende del grado de fuerza y de la persona que se vea afectada, pero yo me pregunto ..... ¿Es eso trabajar?

Dicen que trabajar dignifica y que el trabajo es salud, quien dice eso debe haber tomado copas de más o realmente tiene la suerte de poder disfrutar de un trabajo excelente. Para la gran mayoría, el trabajo es un palo, una obligación que hay que hacer por pelotas, e incluso para otros es un patológico suplicio.

Esa negativa visión del trabajo se debe a que muy pocos estamentos y empresas son capaces de crear ilusión y ganas hacia el mismo. Algunas entidades tienen al frente directivos que irradian toxicidad como si fueran armas bioquímicas. Son conocidos como los “jefes tóxicos”(la toxicidad es una sustancia química que, administrada a un organismo vivo, tiene efectos nocivos).

Un jefe tóxico, es lo peor que puede pasar profesionalmente. No se libra ninguna institución, en todas las organizaciones abundan estos depredadores. Hay que escapar de ellos a velocidad luz. Si te a tocado uno así, pon pies en polvorosa y cambia de trabajo porque no te enseña nada pero te quema, te destroza, y te hace la vida imposible, en todos los planos y ámbitos. Hay estudios que tienden a revelar que la permanencia al lado de un jefe tóxico puede acortar la vida en 10 años, debido al impacto de stress, fatiga, ansiedad, depresión, desmotivación y un largo etc. de efectos negativos. Por tanto ojo al dato.

El sábado 12 de enero del 2008, el diario El País, publicó, sobre este tema, un amplio reportaje en su sección Salud, del que extraje las siguientes conclusiones:

El 36% de los currantes pondrían a “chef” en el diván de los terapeutas. El 30% de los que se cambian de trabajo lo hacen por su jefe. ¿Y eso? Jajaja, buena pregunta .... porque de su conducta directiva dependen el rendimiento de la empresa y la salud física y mental de sus trabajadores. Hay jefes que son “chapeau”, son tipos inteligentes que saben sacar de cada persona lo mejor de ellas mediante la motivación y la confianza otros que irradian, sin embargo, generan malestar, estrés, angustia y todo tipo de malos rollos. Son cabezas narcisistas, mediocres y con mogollón de problemas psicológicos que proyectan sobre los demás. La diferencia entre unos y otros son aquellos que saben sacar el lustre allíi donde no lo hay, incluso desde las propias toxinas asalariadas (recuperación de trabajadores tóxicos): son capaces de desarrollar talento y motivación de todo lo que tocan. Veámos algunos “pintas” típicos para cuando nos topemos con alguno de ellosreconocerlos y sepamos ver de que van:

El director narcisista es aquel que monopoliza todos los éxitos de sus trabajadores como medallas propìas y en cambio culpabiliza los fracasos a los demás. Nunca apoya, colabora o incentiva pero si destruye a todo aquel que puede amenazar su poltrona. Reclama admiración de sus empleados.

El director exprimidor, denominado tambien vampírico o licuador, es aquel que te chupa, licua o exprime todo y te deja en los huesos, sin pulpa y sin jugos. Es capaz de manipular la realidad a su antojo hasta tal extremo de hacerte sentir culpable.

El director psicópata es aparentemente encantador pero interiormente es un “serial killer”, malévolo, frío y calculador, un cobarde que hace su doble juego como un troyano. Suele ensañarse con sus víctimas más frágiles. Miente sistemáticamente.

El director paranoide es aquel que ve fantasmas por todos lados y actúa en consecuencia; cree que todo el mundo va a perjudicarlo. Se cree perseguido y desconfia de todo el mundo, fiscaliza constantemente el trabajo de sus subordinados e interpreta negativamente las iniciativas.

El director autoritario es el clásico “führer” laboral, que se impone a toda costa, con mala leche o mirada fulminante; solo entrar en su despacho produce “canguelis”; va de tipo duro y tiene al personal acojonado. No da pie a nada sino lleva su sello real.

El director pasota es aquel que deja hacer o se despreocupa de todo, nunca decide y deja que las cosas ocurran según las circunstancias y oprtunidades; es blando y carece de caràcter para manejar las cosas.

Todos hemos tenido alguna vez algun tipejo de estas calaña y poor suerte algunos nos los hemos quitado de encima como las hojas cuando se las lleva el viento. Las personas necesitamos crecer interiormente, aprender, sentirnos útiles y válidos. Precisamos del estímulo y del reconocimiento y poder decidir, somos animales con capacidad de crear y aprendemos haciendo las cosas.

La gratificación que siente el trabajador cuando es motivado e incentivado por su superior incrementa la autoestima de aquel y potencia los resultados de la producción y rentabilidad del mismo. Es lo que en psicología se llama circuito del estimulo, motivacion, placer, recompensa. Los jefes tóxicos consiguen bloquear dicho circuito y anular la condición natural que gratifica el esfuerzo.

Este tipo de jefes (jefezuelos mejor dicho) sitúan a sus trabajadores en labores que no les corresponden a sus capacidades o categorias, se apropian de sus ideas, no reconocen sus méritos e impiden que desarrollen sus habilidades; suelen sobrecargar de trabajo y exigir horas a cambio de nada. Eso demuestra falta de previsón, de planificación, organización y control por parte de dichos jefes, ineptudes que finalmente caen sobre la base trabajadora. Son jefes con complejos, inseguros, que usan la realidad a su manera para compensar sus propias carencias.

Al margen de los jefes tóxicos en el mercado laboral se ha puesto de moda una figura denminada neo-manager que son verdaderos expertos en el arte de urdir redes de instrumentalización de los demás a su servicio propio, los «psicópatas organizacionales» están siendo auténticos modelos y verdaderos configuradores del neomanagement en el siglo XXI. El neo-mánager vendría a ser un tipo de pescador que tiende a pescar óptimamente en aguas revueltas, pero que es capaz, si no viene el río como él necesita, de revolver sus aguas una y otra vez hasta conseguirlo

Según un estudio realizado por Iñaki Piñuel, psicólogo del trabajo y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares: "El buen neomanager busca, recompensa y promociona a aquellos trabajadores que presentan o pueden alcanzar rápidamente tales características. Aquellos que no presentan esta capacidad de adaptabilidad simplemente son eliminados del lugar de trabajo ...

... En semejante entorno impredecible y turbulento -se advierte- ninguna organización puede comprometerse a garantizar a sus empleados un empleo estable de por vida. El precio que se paga en el mundo del trabajo por extrapolar indebidamente teorías y descripciones procedentes del mundo de la etología, como teorías prescriptivas, es validar un esquema siempre destructivo del capital social de los grupos humanos: la rivalidad o guerra de todos contra todos. Por ello nuestros trabajadores, sometidos a semejante entorno tóxico están cada vez más exhaustos, estresados, hostigados y quemados".

Gracias a los dioses mi jefe no es un agente tóxico, sino todo al contrario, es un jefe motivador y cercano a sus trabajadores, aunque si es cierto que, en mi vida, alguno de estos virus tóxicos se han cruzado en mi camino. De ellos ni me acuerdo porque pronto fueron eliminados.

KarlFM.-

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