No es un sueño, ni una maquetación,
hay personas que transforman las cosas imposibles en universos reales; son
tejedores de vida dentro de otros mundos, vidas que aparentemente son
inanimadas pero que sintetizan la fuerza vital de su creador y del ambiente
donde se alojan. Jean de Caires Taylor,
es uno de estos artistas que transforma las piedras en almas vivas bajo las
profundas aguas de los océanos.
Nació en 1974, de padre inglés y madre
guayanesa; una parte de su biografía se desarrolló entre Europa, Asia y el
Caribe; en estos lares fue donde el mar embriagó su sediente espíritu de creación.
Se graduó en la Camberwell College of Arts
perteneciente a la University of the Arts
London, con una BA Honours en
Escultura y Cerámica (1998). Dada su enorme afición al mar cursó los estudios
de naturalismo y obtuvo la especialidad de instructor de buceo submarino, actividad
que lleva ejerciendo más de 14 años en una gran variedad de países, cual d
ellos más exótico. En mayo del 2006 logró el reconocimiento internacional por la
creación del primer parque de esculturas submarinas en Grenada, Indias Occidentales. Sus esculturas submarinas fueron esculpidas
fuera de las aguas y posteriormente insertadas en los fondos marinos para crear
bases artificiales donde se pudieran arraigar y desarrollar arrecifes coralíneos
y ser hábitat para especies que buscan hogar o son víctimas de las
transformaciones provocadas por los procesos biológicos, como algas, plancton
Jean de Caires Taylor, realiza
sus obras en base a las posibilidades que ofrece la sostenibilidad generada por
la acción humana positiva y los moldeados transformables que se generan por la
acción abrasiva e invasiva de los ambientes. Basándose en la tradición
figurativa de la imagen, su objetivo es poner de relieve las cuestiones
medioambientales más allá de los confines del arte y la lógica ya que muchas de
sus esculturas se convierten en fantasmas alienígenas ansiosos por devorarte.
Link directo: http://youtu.be/oip5M3IJ4bI
Son trabajos dinámicos, adheridos
al proceso de la vida, creación, desarrollo, transformación; son seres pétreos
que nunca mueren porque se integran en su medio ambiente y evolucionan hacia
una conversión con el medio que lo asienta y alimenta. Mientras el tiempo y la
naturaleza avanzan, sobre estas cabezas, cuerpos y objetos de piedra, se van alojando
multitud de otras pequeñas vidas, formando colonias que se apoderan de sus
bases esculpidas, hasta lograr convertirse en ciudades multicromales de una dinámica
indescriptible, cuyo vaivén húmedo produce un ápice de sensaciones diversas que
oscilan entre la belleza y el horror más extremos, sin dejar pausa entre lo
intermedio y lo extraño.
Es arte que sobrecoge, que aprieta
el alma del solitario submarinista que de repente se topa y se enfrenta a estos
fantasmas de piedra desgastada. Es como
pasear entre un cementerio de cadáveres a la deriva pero al mismo tiempo
ajardinados por las huellas invasoras de los procesos naturales. Son como la vida misma, un proceso que se inicia en las capacidades de la creación y termina transformándose en aquello que le dio origen.
KarlFM.-