Año 6000, nos encontramos en un
pequeño y lejano planeta, donde la población, de apariencia similar a la
humana, ha sido capaz de desarrollar una sociedad avanzada que, entre otras
cosas, ha logrado prescindir del dinero y de la dependencia la gran mayoría de materiales. La vida en este planeta vida siempre transcurre en primavera, disfrutando de una superficie cubierta de bellas praderas. Sus habitantes visten trapos y no poseen
casi nada, comen únicamente frutas y hortalizas, no existe entre ellos
ninguna jerarquía pero son seres felices y tranquilos. Su vida dura alrededor 250 años, se
comunican telepáticamente y sus actividades se desarrollan en un completo y
armónico contacto con la naturaleza. Hasta ahí todo como un paisaje del Edén.
En una de las típicas reuniones anuales del planeta
donde se gestionan los avances y necesidades del mismo, surge siempre la misma pregunta: ¿Alguien quiere ir a
la Tierra?. Soprendentemente nadie quiere ir, porque estiman que se trata de un viaje muy peligroso, pero esta vez surge una voz que siente curiosidad por conocer nuevos mundos; se trata de Mila, la hija del último hombre que visitó La Tierra. Ella se
ofrece como voluntaria para ir a la Tierra y buscar sus orígenes.
Cuando Mila llega al planeta azul, aterriza en París, en
medio del caos urbano de la gran ciudad; allí se producen todo tipo de situaciones que obligan al espectador a reflexionar profundamente sobre las mismas. Gracias a
un programa suave de desconexión, cada vez que Mila entra en contacto con un ser humano se activan unas ondas que
provoca cambios en las actitudes y comportamientos de los terrícolas. Asimismo, y en casos excepcionales, Mila
también puede activar, a voluntad, un programa fuerte, el cual desconecta casi
por completo al humano de su realidad terrestre.
La película ofrece diversos aspectos de nuestra alienada
sociedad, sus distorsiones, sus contradicciones, los caminos sin salida en los
que a veces transitamos, y muchas conductas aberrantes que dentro de las pautas
de la civilización solemos juzgar como normales. De igual manera, el film nos ofrece un muestrario de todas aquellas cosas asombrosas que pueden pasar en nuestras
vidas si logramos conectar con otras realidades y con otros niveles de conciencia.
A través de un humor ingenioso como su
principal recurso la película invita a un excelente ejercicio de entendimiento sobre los encuadramientos y paradigmas mentales que rigen la realidad circundante, dictándonos, de forma inconsciente,
los parámetros de lo que debe ser, y las pautas culturales acerca de la forma
en que pensamos y actuamos.
El Planeta Libre (La Belle
Verte), es una película francesa que pasó desapercibida tras su estreno y que
al poco tiempo, 1996, se dice que fue "prohibida" por la Unión Europea pero no existen pruebas demostrativas al respecto. Todo surgió porque en su tiempo la película ofrecía una alternativa distinta al actual modelo de
descomposición social, colocando ciertos aspectos de nuestra vida humana, como el
uso del dinero, nuestra relación con la naturaleza, con las propias personas,
las costumbres y las necesidades, etc., en una postura ambigua, inservible,
absurda y obsoleta, haciéndonos reflexionar en torno la necesidad de la misma
Vivimos atrapados en el consumismo y siempre insatisfechos pues los medios nos
presentan cosas que no necesitamos como si fueran indispensables. No hay dinero
que alcance para satisfacer al hombre de hoy, y eso conduce inevitablemente a
la depresión y al deterioro de los recursos naturales.