domingo, junio 06, 2021

EL FINAL DEL CONTROL POLICIAL

En los últimos años se ha visto una explosión de protestas contra la brutalidad policial y la represión. Entre activistas, periodistas y políticos, el debate sobre cómo mejorar la actuación policial se ha centrado en la responsabilidad, la formación y las relaciones con la comunidad. Pero estas reformas no producen resultados, si no se aborda el meollo del asunto: la naturaleza de la policía moderna. La militarización del orden público y la dramática expansión del papel de la policía durante los últimos cuarenta años han otorgado unas competencias a los oficiales que deben revertirse. 

Alex S. Vitale  trata de ampliar la discusión pública revelando los orígenes corruptos de la policía moderna, concebida como herramienta de control social. Muestra cómo la expansión de la autoridad policial es incompatible con el empoderamiento de la comunidad, la justicia social e incluso la seguridad pública. Basándose en investigaciones pioneras de todo el mundo y cubriendo prácticamente todas las áreas de la gama cada vez más amplia del trabajo policial, Alex S. Vitale demuestra cómo la aplicación de la ley ha llegado a exacerbar los mismos problemas que se supone que debe resolver.

Según el autor, la policía nació para facilitar la instauración de los regímenes de explotación vigentes a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, basados en el colonialismo, la esclavitud y el capitalismo industrial.

La policía no se creó con la intención de reforzar la ley o garantizar la seguridad pública, pese a que ambas vertientes pueden ser derivadas de la intención primaria, que consistía en instaurar un orden social mediante la gestión de los problemas que dichos regímenes de explotación producen, como los llamados «actos criminales», así como hacer frente a la resistencia, formal e informal, frente a esos mismos regímenes de explotación, resistencia que va desde los tumultuosos placeres de la clase obrera a las rebeliones de esclavos o las huelgas organizadas. En tanto en cuanto estas conductas interferían en los diversos proyectos de explotación, debían ser suprimidas.

Este análisis es necesario para evitar caer en el error de pensar que los problemas derivados de un control policial abusivo y racista pueden resolverse con formación orientada, cámaras corporales o vigilancia comunitaria. La policía no existe básicamente para garantizar el control comunitario ni para llevar a unos cuantos polis asesinos a la cárcel. Lo que ahora concebimos como violencia policial racista no constituye una aberración, sino que es y ha sido siempre uno de los principales fundamentos del control policial.

En segundo lugar, la abolición es un proceso de desmantelamiento y construcción. Vivimos en una sociedad que apoya ampliamente un sistema policial masivo. Cualquier esfuerzo para revertir esta realidad debe llevar su tiempo y estar basado y organizado en torno a una serie de intervenciones estratégicas para reducir el alcance y el poder del control policial por etapas.

Esto es, asimismo, muy importante, ya que la abolición de la policía no implica únicamente el fin del control policial. Se trata, sobre todo, de eliminar los regímenes de explotación y desarrollar el poder de las comunidades y los recursos para abordar los daños de manera más justa y reparadora.

A medida que vayamos avanzando paso a paso, podremos empezar a desmantelar la lógica de la explotación respaldada por la policía, así como la política de encarcelación que impera en la sociedad estadounidense.

A medida que vayamos replegando la escuela policial, necesitaremos instaurar servicios de asesoramiento y apoyo familiar, así como abordar los problemas más importantes de segregación racial y las profundas desigualdades existentes en la financiación de la enseñanza. Todo ello requerirá tiempo.

En tercer lugar, la abolición es una visión sobre la posibilidad de un mundo en el que la vida social no esté a merced de individuos con pistolas que meten a los seres humanos en jaulas. Se trata de abordar los daños formando personas y comunidades, no derribándolas. Se trata de esforzarse para plantar cara a los regímenes de explotación instaurados en el núcleo de la sociedad estadounidense, así como a los sistemas de opresión global, y averiguar las posibles alternativas y los procesos necesarios para lograr esos objetivos.

No se trata de una ciencia teleológica de la revolución basada en una utopía preconcebida que solo necesita de la ingeniería inversa. En efecto, necesitamos estudiar en profundidad las prácticas y el pensamiento revolucionarios, así como realizar una profunda crítica de sus limitaciones y sus fallos históricos. Un mundo mejor es posible, pero para conseguirlo hay que trabajar mucho.



Alex S. Vitale es profesor de Sociología, coordinador del Proyecto de Policía y Justicia Social en el Brooklyn College y profesor invitado en la London Southbank University, Vitale ha pasado los últimos treinta años escribiendo sobre vigilancia y como consultor tanto de departamentos de policía como de organizaciones de derechos humanos a nivel internacional. Sus escritos académicos sobre policía han aparecido en Policing and Society, Police Practice and Research, Mobilization y Contemporary Sociology. Sus ensayos se publican regularmente en medios como The New York Times, Washington Post, The Guardian, The Nation, Vice News, Fortune y USA Today. También ha aparecido en CNN, MSNBC, CNBC, NPR, PBS, ¡Democracy Now! y The Daily Show. En 2009 publicó City of Disorder: How the Quality of Life Campaign Transformed New York Politics, en el que explica cómo en la década de 1990 la política de la ciudad de Nueva York se centró en restaurar el orden moral —una revisión de la prostitución, el grafiti, la mendicidad y la falta de vivienda—. Esto marcó un cambio en las prioridades de las clases media y alta, lo que afectó notablemente a varios vecindarios, la policía y la política de Nueva York. En 2017, publicó El final del control policial, en el que argumenta que Estados Unidos debe reconsiderar radicalmente la vigilancia, en lugar de simplemente reformarla. Tras las protestas por la muerte de George Floyd, su trabajo ha recibido un amplio interés público recientemente.

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