Lo maravilloso de la fotografía
es que siempre tiene, si sabes buscar, la capacidad de sorprender los sentidos
y la cabeza, incluso, en algunas ocasiones, es capaz de revolucionar completamente
el metabolismo personal y profesional. Y es que gracias a esa fuerza regeneradora
del arte, surgen, de vez en cuando, entidades que, por sus características personales
y artísticas, trasforman el mundo en una belleza capaz
de unir, en un espacio-tiempo y en una sola persona, la conjunción de todo un cúmulo
de cualidades casi divinas; me refiero a Signe Vilstrup, un artista y fotógrafo danés
que realmente deja maravillado a cualquiera que se precie a observarlo.
No hay lugar a dudas de que trata de un fotógrafo que tiene
el don mágico de la creación sublime, entendida ésta en toda su amplitud como palabra y
calidad de altos vuelos, a lo que debe añadirse la exquisitez de los detalles, la técnica sibarita, la
variedad de estilos, la brillantez conceptual y la sensibilidad para dar distintas
formas a lo sutil, a la fragilidad y a lo sensual más candente. Sus modelos parecen diluirse como el aroma de las
esencias, algunas parecen muñecas de porcelana, seres que parecen romperse
porque oscilan en el límite de las proporciones, otras, a pesar de su enérgica fragilidad,
desprenden una potente fuerza sensual que sacude violentamente toda posible
armonización de los sentidos más instintivos. El dominio del encuadre es total,
la iluminación es propia de un maestro de las luces y la definición de la idea,
los detalles, el estilismo así como el posicionamiento expresivo de las modelos,
edifican una sinfonía que baila aristocráticamente en las alturas del olimpo
artístico.
KarlFM.-