Inside Job (también conocida como
Trabajo confidencial o Dinero Sucio) es un documental de 2010 sobre la crisis
financiera de 2008 dirigido por Charles Ferguson. Se estrenó el 16 de mayo en
el Festival de Cannes de 2010 y recibió el Premio Óscar Mejor Documental en 2011.
Ferguson ha dicho que trata sobre "la sistemática corrupción de los
Estados Unidos por la industria de servicios financieros y las consecuencias de
dicha corrupción".
El film presenta investigaciones y
entrevistas con financieros, políticos, periodistas y académicos. Desde el
punto de vista narrativo, su estructura cuenta con varias partes, dedicando su
introducción a la crisis financiera en Islandia de 2008 y 2009, continuando con
la exposición de las causas de crisis mundial y terminando con un diagnóstico
de la situación actual, concluyendo que es insignificante lo que se ha hecho
durante la administración de Barak Obama. La cinta termina afirmando que, a
pesar de las últimas regulaciones financieras, el sistema subyacente no ha
cambiado. Por el contrario, los bancos restantes son aun más grandes, y los
incentivos siguen siendo los mismos (www.wikipedia.org).
Sería un milagro que el cine
influyera en las decisiones políticas de un país. Pero al menos parece posible
que las irregularidades que una película saca a la luz tengan consecuencias en
otros ámbitos. Y si el filme encima ha ganado el Oscar al mejor documental de este año según la
Academia de Hollywood, el efecto puede ser aún
mayor ya que es una didáctica herramienta de denuncia de todas las
barbaridades perpetradas por bancos, gobiernos y ejecutivos financieros cuya
irresponsabilidad y avaricia llevaron a la crisis económica de 2008 y cuyas
consecuencias aún se sienten hoy en día en todo el mundo.
La película condensa en dos horas
detalles bastante complejos sobre el origen y protagonistas de la crisis. Para
cualquier ciudadano informado, la película no descubre nada nuevo, aunque sí
encierra una trágica sorpresa: la connivencia del mundo académico con los
poderes económicos. Una de las secuencias más sabrosas es una entrevista con
Glenn Hubbard, decano de la Columbia University Business School, uno de los
mayores defensores de la desregularización de los mercados, quien además
trabaja como consultor para múltiples empresas privadas. "Tras la crisis
ningún ejecutivo ha ido a la cárcel y eso es patético, aunque precisamente esta
semana el Gobierno ha denunciado a tres de los principales responsables de uno
de los bancos que se hundieron con la crisis, Washington Mutual, y quizás sea
un primer paso. Pero la película sí ha generado cierta polémica en el mundo
académico y aunque nadie ha sido despedido, hay varias universidades que están
pensando en crear líneas claras que impidan que los académicos incurran en esos
flagrantes conflictos de interés. Y lo más interesante es que desde muchas
asociaciones de alumnos de escuelas de economía nos han pedido la película y
están debatiendo abiertamente la situación". Lo explica Ferguson, que
además asegura: "Haciendo este filme he perdido muchos amigos; no importa,
porque he ganado muchos otros".
El pasado enero, poco antes de la
convención anual de la American Economic Association, la mayor asociación de
economistas estadounidenses, el profesor de economía de la Universidad de
Harvard Edward Glaeser se preguntaba en las páginas de opinión del diario The
New York Times si no sería ya hora de crear un código ético para economistas.
En otras profesiones como la medicina o la abogacía, existe. Inside Job
plantea preguntas sobre la falta de ética de economistas que opinan sobre
decisiones económicas y que esconden su relación con empresas y sus tratos como
consultores. "Las acusaciones son serias y está claro que la profesión ha sido
demasiado laxa en estos conflictos de interés", escribió Glaeser.
Por su parte, la Universidad de
Harvard, que tampoco sale precisamente bien parada en la película -el jefe de
su departamento de Economía, John Campbell, no ve conflicto de intereses y lo
dice tranquilamente en cámara-, está revisando su propio código sobre conflicto
de intereses económicos, que abarca todos los departamentos de la universidad.
¿Y el propio cineasta? Teniendo
en cuenta que el filme critica los excesos de la especulación financiera,
decidimos preguntarle a Ferguson, millonario desde los años noventa, cuando
vendió una empresa de tecnología en plena burbuja del punto.com por más de 100
millones de dólares, si invertía en Bolsa. "Sí, claro. No tengo nada en
contra de la gente que invierte en Bolsa y yo mismo invierto en empresas de tecnología
que creo que hacen las cosas bien". Pero, ¿no alimentan los mercados
financieros la especulación, como deja claro su película? "Los mercados no
son del todo justos pero si hay regulación y están controlados y las transacciones
se hacen legalmente no veo nada malo en ellos".
El País
BARBARA CELIS - Nueva
York - 25/03/2011