Comencé a dibujar desde que pude agarrar un lápiz, pero jamás me sentí satisfecha con los dibujos y pinturas que hice en toda mi vida. Esto no es un reflejo de mí, es un reflejo de todo, de todos. Me siento satisfecha cuando alguien descubre algo en mis trabajos, algo que se hallaba oculto en él, pero algo que jamás supo que tenía. Cuando era un poco más chica dibujaba y pintaba de forma autodidacta. Siempre me sentía frustrada porque no podía realizar con la pintura lo que yo deseaba, no alcanzaba a plasmar lo que quería, ya fuera por mi técnica o por otros factores.
Hace dos años empecé a tomarme fotografías a mi misma por simple placer para después hacerlas publicas en algún sitio Web como My Space, pero después empecé a experimentar en Photoshop y poco a poco encontré en esta nueva técnica un placer que ni la fotografía, ni la pintura habían podido proporcionarme, así que dejé atrás el autorretrato por mera vanidad y empecé con algo más serio en el ámbito artístico. Quiero mantenerme en las expectativas de la gente, darles la capacidad de pensar y asombrarse e incluso de identificarse y encontrar en mis cuadros cosas que ellos ya tenían dentro, sólo que no lo sabían.
Mis más grandes maestros serán siempre aquellos que se dedican a desvalorizar mi trabajo, puesto que gracias a ellos, he aprendido a derribar las barreras que me imponen los demás. Para muchas personas, la manipulación digital no es considerada arte: He llegado a tener varias discusiones desvalorizantes de mi trabajo en cuanto a eso y por lo mismo yo prefiero que el público decida el nombre. Yo no sé si lo que hago es arte o no, sólo sé que es lo que me mantiene cuerda, si la gente quiere llamarlo arte, arte es, si quieren llamarlo basura, basura es. El nombre que se me de a mi o a mi trabajo jamás podrá ser suficiente para describir todo lo que éste me hace sentir.