A mitad de los años setenta, Herbert Schiller escribía Los Manipuladores de Cerebros, una obra que se adelantaba a su tiempo al analizar los mecanismos utilizados por los medios de comunicación para manipular a la opinión pública. Treinta años después, los procesos de concentración y transnacionalización han convertido a la comunicación y la información en negocios seguros, por sus beneficios y por su capacidad de influir sobre la población mundial. Una sociedad globalizada en términos económicos, es una sociedad uniformada en términos culturales e informativos. Desde entonces, estas condiciones no han mejorado, sino que se han agudizado con la complacencia de un sistema que se autolegitima a través de los medios de comunicación.
En realidad, las propias reglas de la dinámica capitalista ayudan a que los medios sean, en ocasiones, el refugio en el que descansar. En otras, facilitan la comprensión de un solo modo de ver el mundo, el único posible, que convierte en extraño al pensamiento alternativo. En ambos casos, la definición de los mensajes se encuentra perfectamente estructurada para plantear pocas dudas al sistema, fomentar su supervivencia a través del consumo y relajar las mentes sobre el cómodo diván del entretenimiento. Sobre esta cuestión, el célebre pensador norteamericano Noam Chomsky dice:
"Los medios de comunicación de masas actúan como sistema de transmisión de mensajes y símbolos para el ciudadano medio. Su función es la de divertir, entretener e informar, así como inculcar a los individuos los valores, creencias y códigos de comportamiento que les harán integrarse en las estructuras institucionales de la sociedad. En un mundo en el que la riqueza está concentrada y en el que existen grandes conflictos de intereses de clase, el cumplimiento de tal papel requiere una propaganda sistemática".
Existen una serie de filtros aplicados a la información por parte de los medios de comunicación que funcionan como censuras implícitas en los mensajes para el mantenimiento de un estado de cosas. Desde la dirección de la información por la estructura de poder, al sometimiento publicitario y la configuración empresarial que domina a los medios de comunicación.
El poder mediático en el mundo se encuentra así en manos de unas corporaciones con intereses dentro y fuera de la comunicación que, además, es entendida no como servicio público, sino como negocio generador de beneficios. Asentados como una parte más del poder económico, estos grupos cuentan además con el beneplácito y la manga ancha de una elite política que los protege y los ampara. Sobre ello el periodista Daniel Gil confiesa:
“Soy consciente de que los periodistas sabemos a la perfección qué institución pública nos paga, qué partido político nos financia a través de la publicidad o qué firma comercial pone anuncios en nuestras páginas. Y eso, sin duda, nos condiciona. Cuando algún compañero te cuenta que se fue a su casa dejando el trabajo hecho y, luego, en el noticiario, vio la información con otro texto o con las imágenes cambiadas, se te ponen los vellos como escarpias”.
Herbert Schiller analiza la formación de los conglomerados que explotan el conjunto de las industrias culturales como inductoras de conocimiento y fuentes de persuasión envolventes y globalizantes, que acompañan al individuo a lo largo de su vida. Estos conglomerados (formados por los dueños del capital), se encargan de explicar, justificar e incluso embellecer las condiciones existentes. Comprendemos de inmediato que el objetivo final que busca la manipulación de mentes es la pasividad.
Herbert Schiller además revela el mensaje introducido en los productos culturales creados por la factoría Disney, cuyos ambientes bucólico-infantiles esconden una clara influencia ideológica conservadora. Para terminar recordemos las palabras de Noam Chomsky: “cuando uno actúa como si no hubiera posibilidades para el cambio, está garantizando que no habrá cambio alguno”.
Saludos.-
Ver el siguiente video:
http://www.tu.tv/videos/manipulacion-informativa