Cuando el destino nos alcance (Soylent Green) es una película norteamericana de ciencia ficción producida en 1973 y dirigida por Richard Fleischer e interpretada por el fallecido Charlon Heston.. Está basada en la novela de Harry Harrison de 1966 titulada ¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio! (Make Room! Make Room!).
Describe una ciudad de New York habitada por más de 40.000.000 de habitantes, radicalmente y físicamente separada entre una minoría que vive cómodamente y una mayoría hacinada en calles y edificios donde malvive con agua en garrafas y un producto comestible llamado Soylent Green. El mundo está hipercontaminado, caliente sin ninguna tregua y agotado en recursos y medio físico, la población no tiene acceso a ningún otro tipo de alimentación, formación o cultura y solo algunos privilegiados pueden disponer de algunas verduras o trozos de carne.
Soylent Green es el nuevo producto alimenticio que según anuncia el gobierno se produce con soja asiática, sin embargo, una investigación sobre un asesinato de unos de los principales accionistas de Soylent Green, conduce a descubrir que todos los cuerpos humanos que mueren en New York, son procesados en Soylent Green para ser parte de dicho preparado alimenticio.
La película ofrece una apocalíptica visión sobre el calentamiento global y sobre la superpoblación que afecta a todo el planeta, a tal grado como ya se menciono de comerse a los muertos. ¿Atroz no? Os imaginais comerse al vecino del quinto en forma de pastilla verde?. Bueno no es tan disparatado, los cubos Maggi, Knorr y Avecrem. no dejan de ser sustancias residuales procesadas. Joderrrrrrrr ..... !!!!! Razonemos el tema.
La humanidad vive en la actualidad una lucha entre los fuertes y los débiles. Esta división del género humano entre fuertes y débiles genera sobre los países empobrecidos una realidad de injusticia, violencia y muerte. ¿porqué ocurre esto? ¿quiénes son los responsables de ésta situación de verdadero exterminio sobre la vida?
Todo parece indicar que vivimos en una auténtica guerra planificada contra la vida, contra los débiles, los empobrecidos,... en la que no se puede ser espectador. Se es víctima o verdugo. Se está con los fuertes o con los débiles. Sólo hace falta ver los terribles contrastes que hay en el mundo para darse cuenta de ello.
Para muchos eso de que somos demasiados es una estrategia argumentada por los estados y organismos internacionales como justificante de sus políticas de sutil exterminio. Esta cultura de la muerte no es algo que se haya generado espontáneamente, está planificada científica y sistemáticamente.
Varios estudiosos coinciden en afirmar que no faltan alimentos en el mundo ya que con la producción actual se podría alimentar a 10.000 millones de personas. Un niño americano, por ejmplo, consume lo que 442 niños etíopes. Para esos expertos, "la estructura que sostiene la vida en el mundo está activamente promovida por fuertes corrientes culturales, económicas y políticas, portadoras de una concepción de la sociedad basada en la eficiencia". Incluso el propio papa Juan Pablo II, en su encíclica Evangelium Vitae, decía que “el débil se ve como una amenaza a la calidad de vida del fuerte, como un enemigo a eliminar”.
Según la ONU, la población mundial alcanzó los 6.700 millones (julio 2007); se prevee que para el 2050, la población mundial alcanzará casi los 10.000 millones de personas. Sin embargo todos los días muere una persona cada 3.6 segundos y el 75% de esas muertes son niños. El ser humano consume el 35% del total de recursos utilizados por la totalidad de las especies vivientes, y a medida que la población crece, esta proporción también aumenta. El economista Jeffrey Sachs dice que el planeta está atestado al punto de reventar.
Carl Sagan, doctor estadounidense en astronomía y astrofísica muy laureado por su trayectoria como científico y escritor asevera que "nos hallamos claramente en una fase de abrupto crecimiento exponencial … si el periodo de duplicación se mantiene constante, dentro de 40 años habrá 12.000 millones; dentro de 80, 24.000 millones; al cabo de 120 años, 48.000 millones... Pocos creen que la Tierra pueda dar cabida a tanta gente".
La capacidad del mundo es muy discutida. Mientras algunos ponen el tope en 8 billones, otros hablan de 50 billones, pero, eso sí, alimentados a base de pan y agua. El físico italiano Cesare Marchetti habla de un billón de personas alimentadas exclusivamente con comida sintética y usando principalmente energía nuclear. Los más realistas no se plantean ese problema, sino que se cuestionan de qué sirve que la población actual pueda ser teóricamente alimentada si, en la práctica, todos los días mueren miles de personas por el hambre.
Las causas de esta tragedia no son la falta de alimentos en sí misma sino que suelen ser problemas económicos, políticos y bélicos. Podría, aumentarse la producción de alimentos pero esto requiere el consumo de más materias primas (energía, fertilizantes, insecticidas...) con la consiguiente contaminación que ello provocaría y la subida de precios que sufrirían al haber mayor demanda. Dicho crecimiento traería luchas por las tierras, por la vivienda, muchos terrenos de cultivo se perdieran para dedicarse a la industria, disminuiría la biodiversidad y las plagas serían peores, lo cual, se pretende resolver utilizando más insecticidas. Encima, en el sistema actual, para producir (lo que sea) se requiere energía.
De los 6.700 millones de habitantes actuales, aproximadamente la sexta parte viven en los llamados países ricos, donde el crecimiento empieza a estancarse, mientras que en los pobres la tasa de crecimiento sigue en aumento continuo y vertiginoso.
William Godwin dijo em 1793 que no había límites para el incremento de la población en una sociedad que hubiese impuesto la igualdad, se sacrificasen los intereses individuales por el bien común, reinase la propiedad colectiva y se suprimiera el estado como institución, pues, según él, todo estado es malo porque todos se apoyan en la violencia.
Como reacción a esto, en 1798 el economista y pastor anglicano Thomas Robert Malthus propuso la restricción voluntaria de la procreación para remediar la desproporción prevista en el futuro entre la población y los alimentos. Según Malthus, mientras la población aumenta en progresión geométrica, la producción de alimentos se efectúa sólo en progresión aritmética y aunque la mejora de las técnicas agrícolas permitirían aumentar la producción, esto no sería suficiente, a pesar de que previsibles desastres redujeran el ritmo del crecimiento demográfico.
Más recientemente, los científicos estadounidenses Paul y Anne Ehrlich concluye que o controlamos el crecimiento demográfico o "será la naturaleza quien se encargue en nuestro lugar de acabar con la explosión demográfica, por medio de métodos poco agradables, mucho antes de que se alcancen los 10.000 millones de habitantes". Incluso, aseguran que los desastres que estamos ya viendo son el cumplimiento de ese vaticinio.
Todo territorio tiene una determinada capacidad de carga, que a su vez, viene determinada por la cantidad de recursos disponibles y por la tasa de renovación de éstos. La población de una especie cualquiera alcanza su nivel óptimo cuando ésta es igual a la capacidad de carga (por ejemplo, una población de lobos alcanzará su nivel óptimo en un territorio capaz de soportar a 500 lobos). Si la población aumenta por sobre la capacidad de carga, se produce sobrepoblación, y por consiguiente los recursos (especialmente los alimentos) no alcanzan para todos los habitantes de dicho territorio, con lo cual se produce la muerte por inanición de éstos.
En la actualidad, se teme que la humanidad haya alcanzado, e incluso sobrepasado, la capacidad de carga que tiene a nivel planetario. Thomas Malthus predijo una futura hambruna mundial, pero ésta no se ha producido hasta el momento por el estiramiento de los recursos gracias a la tecnología. Sin embargo, los recursos terrestres son finitos, por lo que de momento la profecía de Malthus sigue pendiendo sobre la Humanidad.
Los mecanismos tradicionales para el control de la superpoblación incluyen la hambruna por falta de víveres para las grandes masas humanas, las guerras producidas por el deseo de determinadas poblaciones de ganar recursos a costa de la muerte de diversos enemigos reales o imaginarios, y las enfermedades y plagas reales o provocadas que encuentran campo fértil en la cercanía de las poblaciones humanas y en las infrahumanas condiciones de vida de los sectores más depauperados. Existen probablemente otras formas más rebuscadas de control de la población y que forman plan de un secreto del poder en la sombra pero eso prefiero dejarlo para otro dia.
Espero que mis ojos se cierren antes de ver y vivir en un mundo donde los individuos se hayan convertido en simples ecuaciones manejables por los estados totalitarios del Poder. Cuando el destino me alcance, deseo poder regresar a las estrellas que me dieron la vida y no ser parte de la dieta humana en pos a los beneficios de algún desprensivo lobby industrial.
KarlFM.-