jueves, noviembre 15, 2007

TODOS PODEMOS CONVERTIRNOS EN BESTIAS HORRIBLES

Hay dos maneras de difundir la luz, ser la lámpara que la emite,
o el espejo que la refleja.
Lin Yutang

(1895-1976) Escritor y filólogo chino.

Cada día sabemos más y entendemos menos, el que sabe no habla, el que habla no sabe. Ya lo decía Sócrates "Yo sólo sé que no sé nada." Por eso no basta con alcanzar la sabiduría, es necesario saber utilizarla, cuando se alcanza una minima parte de ella. Como buscador de sabiduría que soy tuve la fortuna de toparme con una de esas entrevistas inteligentes que por suerte salen de vez en cuando en la prensa y que reflejan palabras sabias que se quedan grabadas en tu equipaje intelectual. Me refiero a Antonio Damasio, uno de esos sabios atípicos cuyos razonamientos van más alla de lo puramente racional porque sus cointenidos respiran auténtica sabiduria emocional. Emily Dickinson dijo, el cerebro que dice que es más ancho que el cielo, que todo cabe dentro de él.

KarlFM.-

Antonio Damasio estudió Medicina en su ciudad natal, Lisboa, pero toda su carrera se ha desarrollado en EE UU, a caballo entre las universidades de Iowa y Southern California, donde ahora es catedrático. Es además un famoso neurocirujano cuyos trabajos sobre las bases neuronales de las emociones, el lenguaje y la memoria, publicados en las revistas científicas más prestigiosas, le han valido numerosos premios, como el Príncipe de Asturias de Investigación en 2005. De mentalidad progresista, ha compaginado su tarea como investigador con una intensa actividad divulgativa. Es autor de libros tan aclamados como El error de Descartes: la razón de las emociones y En busca de Spinoza. Forma pareja, científica y humana, con una investigadora de primera línea, Hanna Damasio, con la que en 2006 creó el Brain an Creativity Institute, en California.

He aquí algunos de sus razonamientos escritos con sus propias palabras:

Durante un tiempo se ha pensado que proteger el medio ambiente perjudicaba a los negocios. Ahora vemos que, a la larga, protegiendo el medio ambiente protegemos la economía … Se fue a la guerra con el argumento de que había que combatir a los enemigos para poder sobrevivir; pues bien, parece que ha ocurrido todo lo contrario: los costes en términos de vidas y de gastos son enormes y lo único que hemos conseguido es crear más enemigos. Si hubiésemos dedicado sólo un tercio de ese esfuerzo a hacer amigos, tendríamos una sociedad mucho mejor.

Nosotros somos el resultado de una combinación de razón y emoción; de hecho, la razón está siempre informada por la emoción. La gran revolución ha sido ver que las emociones no están por debajo, sino que emoción y razón van juntas. Y algo todavía más importante: que las emociones fueron, al comienzo y a lo largo de la evolución, la base de la racionalidad. La razón empezó con las emociones. Emociones como el miedo, la compasión o la alegría ayudaron a las criaturas vivas a tomar decisiones racionales.

La gran diferencia entre hombres y mujeres está en el tipo de emociones que cada género cultiva. Los hombres cultivan mucho más las emociones que tienen que ver con la agresividad, porque ellos son los que a lo largo de la historia han hecho la guerra, los que han salido a luchar por los alimentos. Las mujeres, en cambio, debido a su papel en el cuidado de los hijos y de las personas débiles, han cultivado mucho más emociones que tienen que ver con la simpatía o la compasión, y que son más idóneas para resolver conflictos de manera pacífica. Lo que hemos de hacer ahora es reequilibrar las emociones y evitar separarlas por géneros.

Hay partes del cerebro que realmente pueden ser descritas en términos bioquímicos y que podemos describir cómo funcionan las neuronas, pero no podemos explicar que una persona se comporte de una determinada manera, porque eso depende de sus relaciones con los demás, de las influencias sociales y culturales que recibe. La complejidad del cerebro es tan enorme que resulta imposible describir lo que hacemos sólo en términos de reacciones bioquímicas o neuronales.

Como el cerebro está siendo siempre informado de lo que sucede fuera, podemos afirmar que hay algunas formas extremas de educación o determinados contextos sociales que pueden hacer que los cerebros no funcionen bien. En principio, se pueden generar psicópatas, bien a causa de una educación horrible o porque algo no funcione bien en el cerebro desde el principio.

Las reacciones bioquímicas sólo se producen en el contexto de las redes neuronales. Se puede decir que la química es lo que permite la conectividad neuronal, y esa conectividad es la que puede ser alterada. De modo que la respuesta es sí: la mala educación o un mal contexto social pueden alterar la conectividad, y muy especialmente en la infancia y la adolescencia.

Los niños pueden ver en un día más muertes violentas en la televisión que las generaciones anteriores en toda una vida. ¿Cree que esto puede hacerles más agresivos?
todos hemos estado sometidos a la violencia a través de la pantalla, incluso en los dibujos animados. Lo que ha cambiado no es sólo que ahora hay mucha más violencia, sino que es una violencia más gratuita, sin motivación alguna. Y que muy probablemente los niños que están viendo esta violencia no tienen a su lado a unos padres o a unos profesores que les ayuden a interpretarla. Ése es el problema mayor. No es que los niños no sepan distinguir entre realidad y ficción, el problema es que necesitan que alguien les explique qué está bien y qué está mal, y muchas veces no lo tienen. Y además, la violencia se le presenta de forma tan rápida que el niño no tiene tiempo de reaccionar emocionalmente. Ve cosas horribles, pero su cerebro no puede reaccionar porque ya está ocupado en otras imágenes, a veces de signo contrario. Esa velocidad y la ausencia de supervisión es lo peligroso

El miedo, la tristeza, la ira, son emociones que existen dentro de nosotros, y se pueden reforzar o atenuar, y también se pueden conectar con objetivos concretos. Esas escuelas hacen que las personas odien más y odien ciertas cosas en particular. Pero eso no es suficiente. En este proceso, lo interesante es el papel que juegan las creencias. Si alguien llega a creer verdaderamente que hay una vida en el más allá, una vida perfecta, y esa persona vive en un mundo lleno de horror y violencia, es lógico que piense que vale la pena sacrificarse en esta vida porque la otra será mejor. Se dice que los suicidas son irracionales. Yo diría que son bastante lógicos: entre vivir en un mundo donde las personas son destruidas y humilladas, o vivir allá, donde todo es perfecto? En estos casos, lo determinante no son las emociones, sino las creencias, aunque obviamente están informadas por las emociones.

Ahora que estamos expuestos no sólo a un holocausto, sino a muchos holocaustos en todo el mundo, vemos que todos los seres humanos tienen la potencialidad de ser increíblemente virtuosos, individuos generosos y respetuosos con los demás, pero también de convertirse en bestias horribles. Una de las cosas más dramáticas es que podemos encontrar personas capaces de las más abominables torturas y de extasiarse al mismo tiempo con la música y las artes más refinadas. Es la capacidad de manipulación de la propaganda para crear un clima propicio a determinadas conductas.

A pesar de que Irak no tiene nada que ver con el atentado del 11-S, muchos norteamericanos creen que están en esta guerra porque fueron atacados y se están defendiendo. Así es posible que un pequeño grupo de personas se salga de los límites y haga cosas completamente inaceptables.

Si entendemos cómo se genera el miedo o el odio y cómo es posible manipularlo por la publicidad, podremos defendernos cultivando emociones fuertes de signo contrario. Pero para que sean eficaces, tienen que estar informadas por la razón.

El miedo ha desempeñado sin duda un papel muy importante en la supervivencia de la especie, y por eso es una emoción tan poderosa. Pero hay otras más oscuras. El racismo, por ejemplo. ¿De dónde viene y por qué pervive? Sin duda, tuvo un papel muy importante en los tiempos de enfrentamientos tribales, porque permitía identificarse con el propio grupo y distinguir a los miembros del clan contrario, algo esencial para la supervivencia. Pervive porque forma parte de nuestra naturaleza. Todos podemos tener, potencialmente, una reacción racista, especialmente si hay una manipulación en esa dirección. Es como un germen que está en nuestro cerebro. En su momento resultaba ventajoso porque permitía identificar a los individuos que eran peligrosos. Si ahora creamos un entorno en el que un grupo es identificado como una amenaza, es muy fácil activar ese mecanismo de reacción no consciente. Los líderes sociales han de tener en cuenta que a través de la educación y de los procesos sociales y políticos se puede conducir a las personas hacia el bien o abocarlas hacia cosas horribles.


No es sabio el que sabe donde está el tesoro,
sino el que trabaja y lo saca.
Francisco de Quevedo y Villegas
(1580-1645) Escritor español.

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