lunes, noviembre 29, 2021

MANUELA CARMENA, REFLEXIONES DE UNA MUJER ÍNTEGRA Y COHERENTE

Todos los políticos somos representantes de la sociedad; no te puedes meterte con la persona que han elegido otros miembros de la sociedad, porque si lo haces está siendo antidemócrata. Tienes que tener el mismo respeto hacia las personas elegidas que piensan como tú y a las que no.

Tú no puedes contestar más que con paz. Si te metes en guerra, adiós. Hay que buscar elementos de comunicación, estructuras de empatía… Es una tarea difícil, pero es lo correcto.

Una cosa con la que tuve mucho cuidado fue no dejarme invitar por los grandes y caros restauradores. Cuando eres una autoridad tienes que tener especialmente cuidado con eso. Si eres una persona privada puedes hacer lo que quieres, pero si no es así, tienes que pensar que, si vas a un restaurante muy caro, te distancias de la sociedad. Das una impresión mala. Hay que tener mucho cuidado de no abusar de los privilegios. El exceso, la ostentación… distancian al político. Vivimos en una sociedad en la que, precisamente, las políticas de igualdad te hacen pensar que es necesario que no haya lujos, porque eso va en perjuicio de los que necesitan tener muchas cosas y no las tienen. Mira, un político de izquierdas tiene que vivir con cierta austeridad, pero tampoco significa que tienes que ser pobre. Un día puedes ir a un restaurante un poco más caro, y dices venga, hoy sí me lo permito, ya está. Pero hay que ser coherente.

Hay que tener cuidado con los regalos. Devolver los regalos cuando no vienen a cuento y cuando son excesivos. Hay que ser natural. Si te regalan una docena de huevos, pues las coges, pero si te vienen con un regalo exagerado, lo tienes que devolver. ¿Por qué te vas a beneficiar de tener una autoridad? En la judicatura pasa lo mismo. Tú vas a un pueblo y tienes que procurar tener cabeza, porque inmediatamente te ofrecen una casa en unas condiciones estupendas, y tienes que saber rechazarla. Es importante que quede claro que una autoridad no tiene por qué beneficiarse de ningún privilegio. Y tiene que vivir con moderación, sin perjuicio de que un día puntual se dé uno un capricho.

Existe un profundo desconocimiento del mundo femenino. Hay una concepción patriarcal del poder en sí mismo, del poder mandar, del poder dar órdenes, y se desprecia otro poder que para mí es esencial, que es el de influir. Es más importante influir que mandar. Yo siempre he querido incorporar lo cotidiano, la vida, a la profesión. A mí nunca me ha gustado convertirme en otra cosa que no soy, que es la tentación que tienen muchas mujeres que llegan al poder o a la autoridad (…) Son escaladoras solitarias que abdican de su personalidad para incorporar las actitudes masculinas. Yo nunca he sido así. Alguna vez llegaba a un juicio quizá un poco tarde y les contaba no, perdona, es que estaba haciendo el disfraz para mi hijo, que tenía una fiesta de disfraces, y los hombres se quedaban como bloqueados: no sabían qué decir, nunca saben qué decir cuando le colocas de frente la vida cotidiana.

La clase trabajadora ya no está secuestrada por la fascinación hacia los ricos o las élites, incluso por esa distancia social… Se ha roto un poco la vieja concepción de la clase obrera tradicional, ahora está todo mucho más transversalizado. Es difícil identificar a un colectivo como clase obrera total, pero hay trabajadores que sí adoptan actitudes más tradicionales o menos críticas.

En los países existen fuerzas de muchos tipos que convergen. Afortunadamente, vivimos en una sociedad plural y transversal, pero la política tiene una torpeza en la gestión porque la hemos querido hacer así. Hemos generado un concepto de "oposición" encaminada a que el Ejecutivo lo haga todo mal. Se le torpedea sin cesar. Por ejemplo, cuando el PP dice estropead España, que nosotros la vamos a arreglar, en el fondo está deseando que se estropee. Eso entorpece la actividad política, y la hace poco eficaz. Es decir, no se hace lo que se debiera hacer porque este mundo está lleno de bombas racimo, no de consensos.

Ahora mismo decir que uno es comunista ha perdido sentido. Los partidos comunistas fueron muy importantes en el siglo XX, sobre todo en la oposición, pero el régimen comunista no resultó nada encomiable, puesto que no supo verdaderamente hacer compatible el desarrollo económico con la libertad, los derechos individuales y los derechos humanos. Y, por tanto, el comunismo no es un ejemplo aceptable.

La policía es necesaria. Necesitamos que exista, necesitamos que ponga los límites, que nos proteja. En general son los buenos. Pero sí es verdad que la formación militar a la que están sometidos muchos de los cuerpos policiales sí da un perfil de personas con una gran capacidad de reacción violenta y eso es un riesgo profesional que hay que tener en cuenta. Hay que procurar no incorporar una violencia excesiva en la función de la policía, porque eso significa una militarización que hace que no sean adecuados para llevar a cabo sus correspondientes trabajos. Hay que intentar, cada vez más, que los policías sean lo menos agresivos posibles, aunque a veces tengan que utilizar la agresividad.

Pablo Casado (Presidente del PP) tiene que asumir lo qué significa tener un adhesión a quien fue un grave y profundo dictador de España. Eso indica una falta de democracia en su postura que la sociedad tiene que saber; y la gente tiene que valorar si quiere votar a una persona que está amparando o que justifica o que en cierta medida aprecia la actitud de la dictadura del general Franco. Lo que yo creo que es más inadmisible de todo es mentir y decir que no se había enterado de lo que era. Primero porque es tomarnos por tontos y a él también, porque dices hombre, si la persona que representa al principal partido de la oposición no sabe al tipo de misa qué va, pues sí que estamos bien.

Mucha gente que no tiene un conocimiento acerca de los programas ni de las políticas concretas de los candidatos se deja lleva por la simpatía, por la atracción. Isabel Diáz Ayuso (PP y Presidenta de la Comunidad de Madrid) resultó ser una mujer simpática, accesible, que hablaba con expresiones muy naturales… Ella habla que si su ex, que si me tomo una caña, que si voy a la peluquería. Cosas naturales. Además, ha adelgazado un huevo. Está guapa, pero apoya cosas retrógradas. En cambio, el discurso de Pablo Casado es muy distante, muy de profesor de política hablando del miedo al fascismo. La gente está muy harta de eso (…) Hay que hablar de cosas concretas, por ejemplo, de escuelas infantiles, de guarderías, etc. Lo importante es lo concreto. Para la gente hablar del fascismo es no decirles nada.

Manuela Carmena. Abogada laboralista, jueza emérita y política española que fue alcaldesa de Madrid desde junio de 2015 hasta junio de 2019. Anteriormente a su entrada en la política municipal, también ejerció de vocal del Consejo General del Poder Judicial entre 1996 y 2001.

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