Todos los
excesos crean reacciones, muchas veces negativas, que conducen al caos y al
abismo, pero en otras ocasiones surgen como una alerta para frenar la demasía y
cambiar a la simplicidad. Es así como en una sociedad donde todo es excesivo,
frenético y agobiadamente constante, se produce la urgente necesidad de
nivelación, de una vuelta a los principios simples que hacen que la vida sea
más equilibrada y feliz.
Así nace el minimalismo emocional o psicológico, una filosofía o estado de vida que se centra en la eliminación de todo aquello que mentalmente nos consume tiempo excesivo y energía negativa, nos genera excesos y presión. Este minimalismo nace con el fin de aprender a ser más prácticos, a vivir con un mayor bienestar y a gozar de emociones más positivas. En definitiva, el minimalismo emocional ayuda a desesclavizarnos de todo aquello que, día a día, nos ata y genera dependencia y stress. Este minimalismo es una forma de simplificar nuestra forma de pensar para mejorar nuestra amenazada salud mental. Por ejemplo … saber soltarse de las redes sociales, de los móviles, del consumo y de la competividad excesivos, de la adicción a las marcas, del afán por comprar, a estar siempre a la última, de aparentar más que los demás, etc.
Es cierto que hemos sido testigos de avances tecnológicos y científicos que han cambiado nuestra forma de vida, que han mejorado en muchos aspectos nuestra existencia, sin embargo, no somos una sociedad más feliz. El número de personas diagnosticadas de ansiedad y depresión, así como la tasa de suicidios en los países del primer mundo, se incrementa año tras año. Nos rodeamos de demasiadas cosas que nos apartan de lo esencial, de lo genuino, y por tanto, nos sentimos vacíos. El minimalismo emocional te vacía de lo innecesario y te reemplaza con lo imprescindible. La vida es vivir con equilibrio y sencillez, ser y estar en plena armonía con el Todo.
