De trapo, madera, cartón, papel maché, metálicas, de cristal,
plásticas, de goma o de porcelana, las muñecas siempre han formado parte
de la vida humana, como juguetes, objetos de arte, adornos, piezas de
coleccionismo, fetiches e incluso como seres inanimados de compañía. Hoy
en día incluso se han trasformado hacia mundos más macabros e incluso
perversos con ciertos toques de sensualidad y sexualidad más explícita. Y
es que las muñecas o muñecos, al igual que los maniquíes, encierran siempre esa
alma oculta e inanimada, aparentemente fría e hipnótica, que sobrecoge a
cualquiera que permanece dentro de su área de influencia, bien por su aparente y excitante
fragilidad o por su inocente delicadeza. No cabe duda de que estos seres emanados de la imaginación de diversos artistas
tienen numerosos significados, simbolismos y multifunciones, dependiendo de las culturas
en las que se desenvuelven, quien las fabrica o quienes los usan.
Las
muñecas de Marina Bychkova son, sin lugar a dudas, impresionantes, arte por excelencia, pura porcelana de vuelo aristocrático y étnico que
desarrollan por si mismas una biología oculta llena de sentimientos, deseos, coqueteo glamouroso y elegancia de visón. No se trata simples figuritas, son entidades que nadan
entre la tristeza y la provocación sutil, casi prohibida, en este vasto
mundo humano repleto de graves contradicciones. El contraste que genera
ver esos blancos y delicados cuerpos bañados entre caolín, feldespato y
cuarzo, así como sentir entre los dedos lo compacto, duro y translúcido que emana desde sus entrañas, genera un conjunto de sensaciones que desrizan todos sus marcadas puntos ortopédicos que articulan
la dinámica sinfónica de una amalgama de sensaciones no aptas para mentes carentes de
sensibilidad refinada y racional interpretación artística. Sus rostros
reflejan esos corazones cuarteados por los dolores de la vida que agrietan
el alma y revientan la existencia. Fragilidad externa, anatomías frágilizadas como cristales, puntos de de unión articulados, caras con parálisis en el tiempo, todas una creación femenina que diseña una arquitectura tan bella y provocante que
revuela la cabeza como un enjambre de avispas al disparo de un cazador
fortuito.
KarlFM.-
Mi necesidad de trabajar con las muñecas se tornó evidente cuando yo tenía 6 años de edad, una necesidad infantil que llegó a ser dolorosamente consciente y consternada por la mediocridad y el aburrimiento sin inspiración que ofrecían las muñecas de producción masiva. Esta profunda frustración, junto a mi sensibilidad natural, me llevaron a crear mis propias muñecas, adaptadas a mis propias ideas de belleza femenina. Un punto de particular interés no fue sólo la articulación de la vida como la del cuerpo, sino también el equilibrio que se genera entre una hermosa forma delicada y una función extraordinaria de una muñeca.
Al principio, sólo quería tener hermosas muñecas para jugar en mis ratos propios pero pronto el diseño y la construcción de las mismas, se convirtió en el juego más desafiante, interesante y entretenido de todos.
A pesar de que comencé a vender mis muñecas articuladas de papel primero a mis compañeros en el quinto grado, nunca tomé la decisión de comprometerme a realizar una carrera sobre la construcción de muñecas pero si luché por ello en mis años de formación académica. Sorprendentemente mis estudios sobre arte conceptual en el Instituto de Emily Carr de arte y diseño, fue lo que me influyó en esta elección, es decir, determinar la dirección y las cualidades estilísticas de mi trabajo en su forma actual.
Cuando cree mi propia marca para mis colecciones, me inspiré en Paul Gallico, con su historia corta llamada "EnchantedDoll", donde una joven mujer crea muñecos con tanto amor que la gente queda encantada con la vista de su convincente y delicada belleza realista. Y esta es mi meta también.
Marina Bychkova