sábado, abril 16, 2011

JAMES NACHTWEY; EL DOLOR COMO IMAGEN

 Cuanto más experimentas la guerra más profesional te vuelves. Y la gente a la que fotografías necesita que seas profesional. No les preocupan tus emociones porque ya tienen las suyas propias. Sólo eres el mensajero. Tienes que ser capaz de dejar tus emociones a un lado y eso no es fácil; lleva su tiempo.

Patrick Chauvel
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 James Nachtwey
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James Nachtwey aparece, de entre un paisaje misérrimo, como un ser intangible que se desplaza entre balas, humo e injusticia. Parece protegido por una seguridad férrea, parece inmune a la violencia (y no lo es), se mimetiza, no parece un extraño en la escena (siéndolo). Se acerca a un grupo familiar que llora la muerte de uno de sus miembros y le permiten su presencia. Lo mismo si se acerca a un grupo exacerbado de manifestantes o a un grupo de mujeres que ha perdido sus viviendas (destruidas por las bombas). Es que Nachtwey lleva en el rostro el estigma de la honestidad y del respeto, declara con sus acciones, sus movimientos y su silencio; que él está ahí porque quiere ser el instrumento para que ese dolor y tragedia sean conocidos por otros y con ello, buscar alguna reflexión.

Pocas biografías son tan peculiares como la de Nachtwey, ya que ésta, es su trabajo, y ha renunciado voluntariamente a la vida convencional para dedicarse en cuerpo y alma a su pasión por denunciar los hechos más execrables. Más de veinte años en zonas de guerra, en masacres, en los escenarios más desolados del mundo, no es poco; su alma y su cuerpo han recibido los embates del lado más obscuro de la realidad. Él es un tipo mustio, no habla mucho; masculla sus penas y horrores personales en silencio y con un temple que no parece humano. Tiene un sentido de la ubicuidad impresionante, parece siempre adelantarse a los hechos, tiene además, la suerte de su lado, le han rozado balas de todos los calibres, ha visto morir a colegas a menos de medio metro de distancia, ha sobrevivido a los gases más tóxicos. El atentado al Word Trade Center ocurre justo cuándo él se encuentra en NY de regreso de uno de sus viajes. El ruido y el instinto lo llevan a pie al lugar y logra una serie fotográfica impresionante. Es la demostración de su extraña fortuna, la de estar justo en el momento preciso de los hechos y que lo enfrenta permanentemente al peor lado de la humanidad. Es el don de un ser excepcional.

Gustavo Alejos Villar

James Nachtwey (EEUU, 1949) es el mejor fotógrafo de guerra del mundo pero no por la calidad artística de sus fotos (a pesar de tenerla) sino porque él es un ser extraño y solitario, completamente dedicado a su vida profesional y con una misión personal (antibélica y humanista) que lo lleva a exponer la vida una y otra vez, con el fin de retratar el momento mismo de la miseria humana: el exterminio de un congénere, la utilización de la violencia, la infame distribución de la riqueza. A continuación sus propias palabras:

Es muy difícil lograr que las publicaciones se concentren en temas que son críticos y que no signifiquen para la gente, un escape de la realidad, sino que traten de sumergirlos mas en esa realidad, para que así se preocupen por algo mucho mas importante que incluso ellos mismos. Yo canalizo mis emociones hacia mi trabajo. Toda la furia que siento, la frustración, escepticismo o aflicción, trato de canalizarlos hacia mis fotos.

¿Por qué fotografiar la guerra?. ¿Se puede acabar con una forma de conducta humana que ha existido a través de la historia por medio de la fotografía?. Las proporciones de esa idea parecen absurdas y desequilibradas. Sin embargo, esa misma idea es la que me ha motivado. Para mi, la fuerza de la fotografía reside en su habilidad para evocar un sentimiento de humanidad, y si la guerra intenta anular la humanidad, la fotografía podría ser percibida como lo opuesto a la guerra.’

Es vital que los lectores de las publicaciones entiendan que muchas de las fotos que ven de las victimas son tomadas en centros de nutrición. No tomamos fotos de gente que muere de hambre. No tratamos de ayudarlos pero tampoco les damos la espalda ni los dejamos solos. Lo principal es que mi trabajo aparezca en los medios masivos. No solo quiero que mis fotos sean vistas como objetos artísticos sino como una forma de comunicar.

En cierto modo, si un individuo se arriesga a estar en medio de una guerra para poder comunicar al mundo lo que allí ocurre, esta tratando de negociar la paz. Quizá por eso a quienes quieren perpetuar una guerra no les gusta que haya fotógrafos cerca. Lo peor es sentir que por ser fotógrafo, me beneficio con la tragedia de otro. Esta idea me acosa y es algo con lo que debo luchar a diario, porque sé que si permito que la verdadera compasión sea tomada por sorpresa por la ambición personal, habré vendido mi alma.

James Nachtwey.- 

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