"No tengo dinero ni recursos ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo ... Un hombre escribe para expulsar el veneno que ha acumulado debido a su estilo de vida falso. Está intentando recapturar su inocencia, pero todo lo que logra hacer (escribiendo) es inocular el mundo con un virus de su desilusión. Ningún hombre pondría una sola palabra en un papel si tuviera el coraje de vivir aquello en lo que creía."
Henry Valentine Miller (Nueva York, 26 de diciembre de 1891 - California, 7 de junio de 1980), novelista estadounidense. Su obra se compone de novelas semiautobiográficas en las que el tono crudo y sensual suscitó una serie de controversias en el seno de una América puritana que Miller quiso estigmatizar denunciando la hipocresía moral de la sociedad norteamericana. Influyó notablemente en la llamada Generación Beat.
Se le ha considerado, incluso, un precursor del postmodernismo. Sus trópicos (Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio), tachados de pornográficos, generaron una gran polémica y fueron prohibidos en los países anglosajones. En 1964 la Corte Suprema de los Estados Unidos anula, de la Corte de Estado, el juicio contra Miller por obscenidad, lo que representa el nacimiento de lo que, más tarde, será conocido con el nombre de revolución sexual. Los libros de Miller fueron escritos en cuartos baratos, con sexo y eyaculaciones, sin embargo todo eso lo llevó al papel con una poética feroz, todo escrito con inteligencia y desfachatez. Su obra ha sufrido los ataques de la crítica feminista, debido a su retrato de la potencia masculina frente al masoquismo femenino. No obstante, sin duda nos encontramos ante un escritor de una increíble fuerza arrolladora, con frases y metáforas que son como una daga mortal a cualquier percepción que tengamos de la vida y la sociedad. Un libro para gozar con su inquietante lectura, uno de esos libros que te dejan huella en tu andar por la vida.
TROPICO DE CANCER (Fragmentos Escogidos)
Habrá más calamidades, más muertes, más desesperación. Ni el menor indicio de cambio por ningún lado. El cáncer del tiempo nos está devorando. Nuestros héroes se han matado o están matándose. Así que el héroe no es el Tiempo, sino la Intemporalidad. Debemos marcar el paso, en filas cerradas, hacia la prisión de la muerte. No hay escapatoria. El tiempo no va a cambiar.
El mundo que me rodea está desintegrándose, y deja aquí y allá lunares de tiempo. El mundo es un cáncer que se devora a sí mismo ... Cuando todo vuelva a retirarse a la matriz del tiempo, remará el caos de nuevo, y el caos es la partitura en la que está escrita la realidad.
Soy un ser sensible apuñalado por el milagro de esas aguas que reflejan un mundo olvidado ... un hombre que nunca ha padecido una neurosis no sabe lo que es sufrir.
Las revoluciones quedan segadas en flor, o bien triunfan demasiado de prisa. La pasión se consume rápidamente. Estamos viviendo un millón de vidas en el espacio de una generación.
Las personas son como los piojos: se te meten bajo la piel y se entierran en ella. Te rascas y te rascas hasta hacerte sangre, pero no puedes despiojarte permanentemente. Dondequiera que voy las personas están echando a perder sus vidas. Cada cual tiene su tragedia privada. No obstante, el efecto que me produce es estimulante. En lugar de desanimarme, o deprimirme, disfruto. Pido a gritos cada vez más desastres, calamidades mayores, fracasos más rotundos. Quiero que el mundo entero se descentre, que todo el mundo se rasque hasta morir.
La ciudad retoña como un enorme organismo enfermo por todas partes, y las avenidas magníficas son algo menos repulsivas simplemente porque les han quitado el pus ... Cuando salíamos del hotel, la examiné de nuevo a la cruda luz del día y vi claramente lo puta que era ... Me daba placer sentarme en la terraza del pequeño tabac y observarla ejercer su oficio ... era una buscona ... aquel aliento compuesto de café flojo, coñac, apéritifs, Pernods y demás cosas que se trincaba en los intervalos, en parte para calentarse y en parte para hacer acopio de fuerza y valor, pero su fuego la penetraba, y le abrasaba ese lugar entre las piernas donde las mujeres deben abrasar, y así se establecía ese circuito que le hace a uno volver a sentir la tierra bajo los pies. Cuando estaba tumbada con las piernas abiertas y gimiendo ... decía lo que un hombre quiere oír cuando está montando a una mujer ... Cuando un hombre está ardiendo de pasión, quiere ver las cosas; quiere verlo todo, verlas orinar incluso ... No sabes lo apetitosa que es una mujer mancillada, hasta qué punto puede dar lozanía a una mujer el cambio de semen ... Lo único que quiere es que se la follen ...
Y llega una noche en que todo ha acabado, cuando tantas mandíbulas se han cerrado sobre nosotros, que ya no tenemos fuerza para resistir, y la carne nos cuelga del cuerpo, como si todas las bocas la hubieran masticado.
Las ideas manan de mí como el sudor. Tendría que ser lo bastante rico como para tener una secretaria a la que poder dictar mientras camino, pues las mejores ideas siempre se me ocurren cuando estoy lejos de la máquina.
¡Dios! ¿En qué me he convertido? ¿Por quién me tomáis? ¿Acaso soy un animador a sueldo a quien exigen cada mañana que presente una farsa intelectual ante vuestras estúpidas narices? ¿Es que soy un esclavo, comprado y pagado, para arrastrar el vientre por el suelo ante vosotros, holgazanes, y poner a vuestros pies todo lo que hago y todo lo que sé? ¿Soy acaso una prostituta en un burdel que ha de levantarse las faldas o quitarse la camisa a petición del primer hombre vestido con traje a medida que se presente?
Soy un hombre que desearía vivir una vida heroica, hacer el mundo más soportable a su vista ... Soy un hombre libre... y necesito mi libertad ... No es difícil estar solo, si eres pobre y fracasado. Un artista siempre está solo ... si es un artista. No, lo que el artista necesita es solitud.
La vida ... consiste en lo que un hombre piensa todo el día.
La tensión era ya tan intensa, que la introducción de una sola partícula extraña, aunque fuera una partícula microscópica, como digo, habría hecho añicos todo. Por una fracción de segundo quizá, experimenté esa claridad total que, según dicen, el epiléptico tiene el privilegio de conocer. En aquel momento perdí completamente la ilusión del tiempo y del espacio: el mundo desplegó su drama simultáneamente a lo largo de un meridiano sin eje. En aquella especie de eternidad pendiente de un hilo sentí que todo estaba justificado, supremamente justificado; sentí mis guerras interiores, que habían dejado esa pulpa y esos despojos; sentí los crímenes que bullían allí para surgir mañana en titulares sensacionales; sentí la miseria que estaba moliéndose a sí misma con almirez y mortero, la larga y triste miseria que se derrama gota a gota en pañuelos sucios. En el meridiano del tiempo no hay injusticia: sólo hay la poesía del movimiento que crea la ilusión de la verdad y del drama ... lo monstruoso no es que los hombres hayan creado rosas a partir de este estercolero, sino que deseen rosas ... Por una razón u otra, el hombre busca el milagro y para lograrlo es capaz de abrirse paso entre la sangre. Es capaz de corromperse con ideas, de reducirse a una sombra, si por un solo segundo de su vida puede cerrar los ojos ante la horrible fealdad de la realidad. Todo se soporta —ignominia, humillación, pobreza, guerra, crimen,— gracias al convencimiento de que de la noche a la mañana algo ocurrirá, un milagro, que vuelva la vida tolerable.
Detesto follar con una mujer que esté hambrienta. Es como si le metieras comida dentro y después se la sacases otra vez ...
Es agradable tener un cuerpo joven y caliente a tu lado, cuando te despiertas por la mañana. Te da una sensación de limpieza. Te espiritualizas ... hasta que empieza a soltar ese rollo sensiblero sobre el amor. ¿Por qué hablan tanto del amor todas esas tías? ¿Me lo puedes decir? Al parecer, no tienen bastante con un buen polvo ... quieren tu alma también ... Cuanto menos caso les haces, más te persiguen. Hay algo perverso en las mujeres ... en el fondo todas son masoquistas ...-Pero, entonces, ¿qué es lo que quieres de una mujer? Quiero ser capaz de entregarme a una mujer, Pero para eso tiene que ser mejor que yo; tiene que tener inteligencia, y no sólo un coño. Tiene que hacerme creer que la necesito, que no puedo vivir sin ella.
Hay personas en este mundo cuya figura es tan grotesca, que hasta la muerte las vuelve ridículas. Y cuanto más horrible es su muerte, más ridículas parecen. Es inútil atribuir un poco de dignidad a su fin: hay que ser un mentiroso o un hipócrita para descubrir algo trágico en su partida.
Cuando las miras vestidas, te imaginas toda clase de cosas: les confieres una individualidad, que desde luego no tienen. Lo que hay es una raja ahí, entre las piernas, y te excitas con ella ... y lo único que piensas es en meterle la baqueta dentro; es como si tu pene pensara por ti. ¡Es una ilusión! Te consumes por nada... por una raja con pelo, o sin pelo. Es tan insignificante, que me fascinó mirarlo. Debí de estudiarlo durante diez minutos o más. Cuando lo miras de ese modo, como con distanciamiento, se te ocurren ideas extrañas. Todo ese misterio sobre el sexo y después descubres que no es nada: un vacío. ¿No sería gracioso descubrir una armónica dentro ... o un calendario? Pero no hay nada dentro ... nada de nada ... De un libro puedes sacar algo, hasta de un libro malo... pero un coño, es pura y simplemente una pérdida de tiempo.
Todo lo que pertenece al pasado parece haber caído al mar; tengo recuerdos, pero las imágenes han perdido su intensidad, parecen inanimadas e inconexas, como momias roídas por el tiempo y metidas en un lodazal.
Los que son sensibles a la alquimia del sonido y de los sentidos, son capaces de transformar la realidad negativa de la vida en las formas sustanciales y significativas del arte. Sólo quienes pueden admitir la luz en sus entrañas pueden expresar lo que hay en el corazón.
Tras las minucias, el caos, la mofa de la vida, detecta la pauta invisible; anuncia sus descubrimientos en el pigmento metafísico del espacio. Ni búsqueda de fórmulas, ni crucifixión de ideas, ni otra compulsión que la de crear. Incluso cuando el mundo va camino de su destrucción, hay un hombre que permanece en el centro, que queda fijo y anclado más sólidamente, más centrífugo, a medida que se acelera el proceso de disolución.
El mundo cada vez se parece más a un sueño de entomólogo. La tierra se está saliendo de su órbita, el eje se ha desplazado; la nieve desciende desde el norte en enormes ráfagas de azul acerado. Se nos viene encima una nueva era glacial, las suturas transversas se están cerrando y por toda la zona del maíz el mundo fetal se muere, y se convierte en mastoides inerte. Los deltas se secan centímetro a centímetro y los lechos de los ríos están lisos como cristales. Amanece un nuevo día, un día metalúrgico, en que la tierra va a resonar con chaparrones de mineral amarillo brillante. A medida que desciende el termómetro, la forma del mundo se va desdibujando; todavía hay osmosis, y aquí y allá articulación, pero en la periferia las venas están todas varicosas, en la periferia las ondas de luz se arquean y el sol sangra como un recto roto ... Ha adornado a la odalisca con malaquita y jaspe, ha ocultado su carne con mil ojos, ojos perfumados y bañados en esperma de ballenas. Dondequiera que se alza una brisa hay pechos tan frescos como la gelatina, palomas blancas llegan a revolotear y a aparearse en las venas azul hielo del Himalaya.
El empapelado con que los hombres de ciencia han cubierto el mundo de la realidad se cae a jirones. La gran casa de putas en que han convertido la vida no requiere decoración; lo único esencial es que los desagües funcionen adecuadamente. La belleza, esa belleza felina que nos tiene cogidos por los cojones en América, se ha acabado. Para sondear la nueva realidad primero es necesario desmantelar los desagües, hay que abrir los conductos gangrenados que componen el sistema genitourinario que proporciona las excreciones del arte. El olor del día es el de permanganato y formaldehído. Los desagües están atascados con embriones estrangulados ... Me resulta sedante y refrescante moverme entre esas criaturas con poros vivos y palpitantes cuyo fondo es estable y sólido como la propia luz.
Encontrarse con una mujer que se ofrece a la puerta de un urinario, donde hay anuncios de papel de fumar, ron, acróbatas, carreras de caballos, donde el pesado follaje de los árboles corta la espesa masa de paredes y tejados, es una experiencia que comienza donde acaban los límites del mundo conocido.
Incluso cuando el mundo se desintegra, el propio aire está sereno a causa de la esperma estancada, y los árboles enredados como los cabellos. En su eje bamboleante la rueda gira cuesta abajo sin cesar; no hay frenos, ni rodamientos, ni neumáticos. La rueda se desintegra, pero la revolución sigue intacta ...
Tienes que ser vida para mi hasta el final ... todavía no había apurado el cáliz de la amargura. Estaba conqueteando simplemente con el desastre ... No existen infiernos preconcebidos para los atormentados.
¡Qué delicia debe de ser para la sádica encontrar a su propio masoquista! Morderse a sí misma, por decirlo así, para probar el filo de sus dientes.
Nos juntamos en una danza de la muerte y tan rápidamente me vi absorbido en el torbellino, que, cuando volví a salir a la superficie, no pude reconocer el mundo. Cuando quedé libre, la música había cesado; el carnaval había acabado y a mí me habían descarnado ...
El vuelo que el poeta hace sobre la faz de la tierra y después, como si le hubieran ordenado representar un drama perdido, el heroico descenso hasta las propias entrañas de la tierra, la tenebrosa y temible estancia en el vientre de la ballena, la sangrienta lucha por liberarse, por salir limpio del pasado, un dios sol brillante y sangriento reflejado en una playa extraña.
Caminas por las calles sabiendo que estás loco, poseído, porque es más que evidente que esas caras frías, indiferentes, son los rostros de tus carceleros. Aquí todos los límites se desvanecen y el mundo se manifiesta como el matadero demencial que es. La noria se extiende hasta el infinito, las compuertas están cerradas herméticamente, la lógica corre desenfrenada con su cuchilla ensangrentada y fulgurante. El aire es frío y está paralizado, el lenguaje es apocalíptico. No hay indicación de salida en ninguna parte; no hay otra alternativa que la muerte. Un callejón sin salida en cuyo extremo hay un patíbulo.
Las cunas de la civilización son los pútridos vertederos del mundo, el osario al que las matrices hediondas confían sus sangrientos paquetes de carne y huesos.
Todo es antiguo, horrible, erizado de júbilo, henchido de futuro como un flemón ... escucha con oídos de col el borbollar de los depósitos de gas, esos bellos sapos hinchados que se agazapan al borde del camino.
Te arrojan al mundo como una momia pequeña y sucia; los caminos están resbaladizos de sangre y nadie sabe por qué ha de ser así. Cada cual sigue su propio camino y, aunque la tierra se pudra con cosas buenas, no hay tiempo para arrancar los frutos; la procesión se abalanza hacia el letrero de la salida, y hay tal pánico, tal ansia por salir, que los débiles y los indefensos quedan pisoteados en el fango y no se escuchan sus gritos.
Por fervorosas que sean mis plegarias, por desesperado que sea mi anhelo, hay un océano entre nosotros; ella seguirá allí en la miseria, y yo caminaré aquí de una calle a otra, con lágrimas ardientes quemándome el rostro.
El mundo nunca deja de morir de hambre a una mujer guapa ...
Es mejor conservar a América así, siempre como telón de fondo, una especie de tarjeta postal que contemplamos en momentos de debilidad. De ese modo, te imaginas que siempre está ahí esperándote, inmutable, intacta, un gran espacio patriótico y abierto con vacas y ovejas y hombres compasivos dispuestos a dar por culo a todo lo que haya a la vista, hombre, mujer o animal. América no existe. Es el nombre que se da a una idea abstracta ...
París es como una puta. Desde lejos parece cautivadora, no puedes esperar hasta tenerla en los brazos ...
Todo hubiera ido bien si me hubiera ofrecido el coño de vez en cuando. Si yo hubiese sido una mujer, habría tenido mucho gusto en ofrecerle el coño ... Sin embargo, cuando salía el sol, todo parecía diferente. Había un rayo de esperanza en sus ojos ... Bastaba con mirarla para tener una erección. Sus ojos parecían flotar en esperma ...
Dondequiera que haya luces hay un poco de calor. Entra uno en calor con mirar a los cabrones gordos y seguros que beben sus licores, sus cafés humeantes. Donde hay luces, hay gente en la acera, que chocan unos con otros, que despiden un poco de calor animal a través de su sucia ropa interior y su aliento fétido y maldiciente. Puede que por un trecho de ocho o diez manzanas haya una apariencia de alegría, pero después vuelves a caer en la noche, una noche deprimente, asquerosa, negra como grasa helada en una sopera. Manzanas y manzanas de casas descascarilladas, todas las ventanas bien cerradas, todas las puertas de las tiendas atrancadas y con el cerrojo echado. Kilómetros y kilómetros de prisiones de piedra sin la más tenue sensación de calor; todos los perros y los gatos están dentro con los canarios. Las cucarachas y las chinches están encerradas a salvo ... Si no tienes un céntimo, pues nada, coge unos cuantos periódicos viejos y hazte una cama en los peldaños de una catedral. Las puertas están bien cerradas con cerrojo y no habrá corrientes de aire que te molesten. Mejor aún es dormir en las bocas del metro: ahí tendrás compañía. Miradlos tumbados una noche de lluvia, tiesos como colchones: hombres, mujeres, piojos, todos apiñados y protegidos por los periódicos contra los gargajos y las sabandijas que andan sin patas. Miradlos bajo los puentes o bajo los cobertizos de los mercados. Qué aspecto tan repugnante ofrecen en comparación con las limpias y brillantes verduras apiladas como joyas. Hasta los caballos muertos y las vacas y los corderos colgados de los grasientos garfios presentan un aspecto más atractivo. Por lo menos, mañana nos comeremos estos últimos y hasta los intestinos serán aprovechables. Pero esos inmundos mendigos tumbados bajo la lluvia, ¿para qué sirven? ¿De qué provecho pueden sernos? Nos hacen sufrir durante cinco minutos, y nada más. éstos son pensamientos nocturnos provocados por un paseo bajo la lluvia después de dos mil años de cristianismo.
Sin embargo, no me puedo quitar del pensamiento la discrepancia existente entre las ideas y la vida. Una dislocación permanente, aunque intentemos cubrir unas y otra con un toldo brillante. Y no servirá de nada. Las ideas tienen que ir unidas a la acción; si no hay sexo ni vitalidad en ellas, no hay acción. Las ideas no pueden existir solas en el vacío de la mente. Las ideas están relacionadas con la vida: ideas hepáticas, ideas renales, ideas intersticiales. Si sólo hubiera sido por una idea, Copérnico habría hecho añicos el macrocosmos existente y Colón habría zozobrado en el mar de los Sargazos. La estética de la idea produce macetas, y las macetas se colocan en el alféizar de la ventana. Pero, si no hubiera lluvia ni sol, ¿de qué serviría colocar las macetas fuera de la ventana?
Los hombres lllegarán a ser más inteligentes y más agudos, pero no mejores, ni mas felices, ni más fuertes en la acción... O, por lo menos, sólo en ciertas épocas. Preveo el momento en que dios dejará de recibir gozo de ellos y destruirá todo con vistas a una nueva creación. Estoy seguro de que todo está planeado para ese fin, y de que el tiempo y la hora en el futuro lejano para el advenimiento de esa época renovadora ya están fijados. Pero primero transcurrirá mucho tiempo, y todavía podemos divertirnos durante miles y miles de años sobre esta vieja y querida superficie.
¿Son hombres y mujeres, me pregunto, o son sombras, sombras de marionetas pendientes de cuerdas invisibles? Aparentemente, se mueven en libertad, pero no tienen dónde ir. Sólo en un ámbito son libres y en él pueden errar a voluntad: pero todavía no han aprendido a alzar el vuelo. Hasta ahora no ha habido sueños que hayan alzado el vuelo. ¡Ni un solo hombre ha nacido lo bastante ligero, lo bastante alegre, como para dejar la tierra! Las águilas que batieron sus poderosas alas por un tiempo se estrellaron pesadamente contra la tierra. Nos aturdieron con el batir y el zumbido de sus alas. ¡Quedaos en la tierra, águilas del futuro! Se han explorado los cielos y están vacíos. Y lo que yace bajo la tierra está vacío también, lleno de huesos y sombras. ¡Quedaos en la tierra y nadad otros centenares de miles de años!
Todas las imágenes y recuerdos que se habían clasificado, rotulado, documentado, archivado, sellado y estampado laboriosa o distraídamente brotan desordenadamente como hormigas que salen de una grieta en la acera; el mundo cesa de girar, el tiempo se detiene, el propio nexo de mis sueños se rompe y se disuelve y mis tripas se derraman en un gran torrente esquizofrénico, evacuación que me deja frente a frente con lo Absoluto.
Cuando me asomo a la raja, veo un signo de ecuación, el mundo equilibrado, un mundo reducido a cero y ni rastro de residuos. No el cero que enfocó Van Norden con su linterna, no la raja vacía del hombre prematuramente desilusionado, sino un cero árabe, el signo del que brotan mundos matemáticos infinitos, el punto de apoyo que equilibra las estrellas y los sueños ligeros y las máquinas más leves que el aire y los miembros livianos y los explosivos que los produjeron ...
Cuando me asomo a ese coño exhausto de una puta, siento el mundo entero debajo de mí, un mundo que se tambalea y se desmorona, un mundo usado y pulido como el cráneo de un leproso. Si hubiera un hombre que se atreviese a decir todo lo que pensaba de este mundo, no le quedaría ni un metro cuadrado de suelo en que plantar los pies. Cuando aparece un hombre, el mundo cae sobre él y le rompe la espalda. Siempre quedan en pie demasiados pilares podridos, demasiada humanidad infecta como para que el hombre florezca. La superestructura es una mentira y el fundamento un inmenso miedo trémulo. Si a intervalos de siglos aparece efectivamente un hombre con expresión desesperada y ávida en los ojos, un hombre que pondría el mundo patas arriba para crear una nueva raza, el amor que trae al mundo se convierte en cólera y él se vuelve un azote. Si de vez en cuando encontramos páginas que explotan, páginas que hieren y estigmatizan, que arrancan gemidos y lágrimas y maldiciones, sabed que proceden de un hombre arrinconado, un hombre al que las únicas defensas que le quedan son sus palabras y sus palabras son siempre más resistentes que el peso yacente y aplastante del mundo, más resistentes que todos los potros y ruedas de tormento que los cobardes inventan para machacar el milagro de la personalidad. Si algún hombre se atreviera alguna vez a expresar todo lo que lleva en el corazón ... el mundo se haría añicos, que volaría en pedazos, y ningún dios, ningún accidente, ninguna voluntad podría volver a juntar los trozos, los átomos, los elementos indestructibles que han intervenido en la construcción del mundo.
En los cuatrocientos años transcurridos desde que apareció la última alma devoradora, el último hombre que conoció el significado del éxtasis, ha habido una decadencia constante, en el pensamiento, en la acción. El mundo está acabado: no queda ni un pedo seco. ¿Quién ... puede sentir el menor respeto hacia estos gobiernos, leyes, códigos, principios, ideales, ideas, totems y tabúes existentes? ... Si alguien supiera lo que significa interpretar el enigma de eso que hoy se llama una «raja» o un «agujero», si alguien tuviese la menor sensación de misterio en relación con los fenómenos calificados de «obscenos», este mundo se rajaría en pedazos. El obsceno horror, el aspecto aburrido, agotado de las cosas es lo que hace que esta civilización loca parezca un cráter. Ese profundo abismo, ese bostezo de la nada, es el que los espíritus creativos y las madres de la raza llevan entre las piernas ... Cuando un espíritu ávido y desesperado aparece y hace chillar a los conejos de Indias, es porque sabe dónde poner el cable cargado del sexo, porque sabe que bajo la dura concha de la indiferencia se oculta la fea cuchillada, la herida que nunca cicatriza. Y pone el cable cargado justo entre las piernas; golpea bajo la cintura, hiere en las entrañas mismas. De nada sirve ponerse guantes de goma; todo lo que puede manipularse fría e intelectualmente pertenece a la concha y un hombre que está empeñado en crear siempre se mete por debajo, hacia la herida abierta, hacia el obsceno horror infecto. Conecta su dinamo a las partes más sensibles; aunque sólo brote sangre y pus, ya es algo. El cráter seco, agotado, es obsceno. Más obscena es la inercia. Más blasfema que el juramento, más horrible es la parálisis. Si sólo queda una herida profunda, debe manar, aunque sólo produzca sapos y murciélagos y homúnculos.
Todo va contenido en un segundo, que es consumado o no consumado. La tierra no es una meseta árida de salud y comodidad, sino una gran hembra tumbada con torso de terciopelo que se hincha y se eleva con las olas del océano; se retuerce bajo una diadema de sudor y angustia. Desnuda y sexuada, se balancea entre las nubes a la luz violeta de las estrellas. Toda ella, desde sus generosos senos hasta sus centelleantes muslos, arde con pasión furiosa. Se mueve entre las estaciones y los años con gran alboroto que se apodera del torso con furia paroxística, que sacude las telarañas del cielo; se hunde en sus órbitas pivotantes con temblores volcánicos. A veces es como una cierva, una cierva que ha caído en una trampa y que espera con el corazón palpitante que estallen los címbalos y ladren los perros. Amor y odio, desesperación, piedad, rabia, hastío: ¿qué son entre las fornicaciones de los planetas? ¿Qué es la guerra, la enfermedad, la crueldad, el terror, cuando la noche presenta el éxtasis de las miríadas de soles resplandecientes? ¿Qué es esta paja que masticamos en nuestro sueño, sino la reminiscencia de espirales de colmillos y de constelaciones de estrellas?
Soy uno que se perdió entre la multitud, a quien las luces chisporroteantes aturdieron, un cero a la izquierda que vio todo lo que le rodeaba reducido a objeto de burla. Pasaron junto a mí hombres y mujeres inflamados con azufre, porteros con librea de calcio abriendo las mandíbulas del infierno, la fama caminando con muletas, empequeñecida por los rascacielos, masticada y reducida a jirones por la boca cubierta de púas de las máquinas. Caminé entre los altos edificios hacia el frescor del río y vi las luces elevarse como cohetes entre las costillas de los esqueletos. Si yo era verdaderamente un gran ser humano, como ella decía, en ese caso, ¿qué significaba esa idiotez babeante que me rodeaba? Era un hombre con cuerpo y alma, tenía un corazón que no estaba protegido por una bóveda de acero ... Ella era tan ligera como un cadáver flotando en el mar Muerto. Los dedos le sangraban de angustia y la sangre se convertía en baba.
Si soy inhumno es porque el mundo ha pasado los límites de lo humano ... Los seres humanos constituyen una fauna y flora extrañas. De lejos parecen insignificantes; de cerca parecen feos y maliciosos. Más que nada necesitan estar rodeados de suficiente espacio: de espacio más que de tiempo.-
EL CANCER DEL TIEMPO NOS ESTÁ DEVORANDO ...
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