sábado, noviembre 05, 2005

NO SOMOS HIJOS DE NUESTROS PADRES


Venimos de incontables generaciones. En nosotros inciden fuerzas cósmicas, telúricas. Diversas. Todo lo que somos viene del siempre. Nacemos viejos, antiguos de herencias, con más años de los que numeramos. No somos descifrables, porque pertenecemos a los jeroglíficos de un tiempo infinito. Las informaciones genéticas que contiene un cromosoma humano rompen los cálculos matemáticos. Ese caudal es imposible de simplificar. El ser humano, además de su construcción física tiene un alma y un cerebro que lo singularizan. El pensador francés Gastón Bachelard dijo “el alma es una materia tan grande que uno no se atreve a contemplarla”.

¿Qué quimera es, pues, el hombre? ¡Qué novedad, qué monstruo, qué caos, qué contradicción, qué prodigio! Juez de todas las cosas, débil gusano; depositario de la verdad, cloaca de incertidumbre y error; gloria y desecho del universo.

Mucho antes de nacer, el oscuro mecanismo de las reacciones celulares nos ha compuesto el juego cromosómico con el que jugaremos la partida de la existencia. “La criatura no ha elegido su origen”, según la genial palabra de Shakespeare. Es terrible que la naturaleza fabrique indiferentemente, al bueno y al malo, al tonto y al listo, al bello y al feo, que otorgue a unos todas las recompensas e impone a otros todos los castigos .... Qué quimérica es la existencia!!!.

Pepita Turina (escritora chilena, 1908-1968)
www.pepitaturina.cl

Ilustración: Wojtej Siudmak (Polonia)

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