La ley de la selva no solo se aplica en la selva, sino también en el hogar. Si uno se para a pensarlo, quizá no resulta tan extraño aceptar tal afirmación al descubrir el inmenso universo vivo que revolotea cerca del techo o se arrastra por el suelo de nuestras casas. Lamentablemente y por ignorancia, solemos ver a estos minúsculos seres como intrusos que merecen ser exterminados. Lo cierto es que todo el tiempo estamos rodeados por insectos, y por vida en general. Hay que aprender que muchas de las especies son benéficas y benignas. Es decir, muchas de ellas tienen el potencial de resolver graves problemas de la sociedad (residuos tóxicos, necesidad de nuevos tipos de comida, ayudarnos a enfrentarnos a enfermedades…). Hay que saber que utilizando biocidas, estamos diezmando a esas especies y fortaleciendo a aquellas a las que esos biocidas no matan. Estamos favoreciendo la resistencia. Haga lo que se haga siempre habrá vida en casa.
La creciente obsesión por la limpieza extrema puede terminar convirtiéndose en un riesgo. Hay que moderarla y saber implementarla racionalmente. Primero de todo hay que lavar a menudo las manos con agua y jabón. En segundo lugar, necesitamos hacer un trabajo colectivo para asegurar que la gente tenga agua potable sin patógenos. Son dos pasos increíblemente importantes en la salud pública y para tener una sociedad sana.
Al mismo tiempo, hay que utilizar los biocidas más potentes solo cuando realmente sean necesarios. No emplear antimicrobianos que matan especies pero favorecen a otras, cuando puedas usar jabón. Usa solo antibióticos cuando realmente los necesites. Abre las ventanas de tu casa (si el aire exterior no está contaminado) para dejar entrar los microbios del suelo y de las hojas que ayudan a los sistemas inmunitarios a desarrollarse. Come alimentos fermentados. La meta no es abandonar la higiene; el objetivo es mantener lejos a las especies malas y favorecer a aquellas que nos prestan servicios. La meta es la jardinería y la moderación.
Uno de los aspectos más interesantes del libro 'Never Home Alone' de Rob Dunn es llevar la ciencia a la gente, comprender que una de las cosas más importantes de cada ser humano es conocer el hábitat personal que habita todos los días. Porque la vida abunda en el sótano, en el desván, bajo el entarimado del suelo, en la alcachofa de la ducha, en las almohades, en todas las partes de un hogar. ¿Solos en casa? En absoluto. El fascinante libro de Dunn nos presenta a los diminutos habitantes de nuestras casas para poner de manifiesto que en casi todos los casos nos benefician, y que intentar acabar con los organismos perniciosos solo sirve para empeorar nuestra vida y poner en peligro los ecosistemas que la cobijan. Pero también nos revela algo más: lo asombroso que es nuestro mundo, incluso esa parte de él que tenemos delante de las narices. Quien lea esta obra apasionante, reveladora y llena de humor nunca más volverá a ver su casa o la vida que hay en ella de la misma manera. Como dije al principio, no todo es política, por suerte. Hay otras cosas a las que no prestamos más atención y son prioritarias en todos sus sentidos.