“Hay una chispa dentro de todo. Una luz que vive en los ojos de una
persona, un recuerdo que se enciende, el brillo de una pasión que nunca fue
declarada. Un rostro siempre dice más de lo que sabe, lo cual es la razón por
la que una fotografía no es una mera reproducción de lo que es”.
Sylwia Makris
Sylwia Makris es una
fotógrafa nacida Gdynia, Polonia, durante1973.
Empezó trabajando como escultora antes de descubrir en el 2007 su pasión por la
fotografía. Actualmente vive en Munich, Alemania.
Sylwia Makris nos
presenta un trabajo a medio camino entre la fotografía y el efectismo de la
pintura clásica, con claros despuntes hacia un personalismo arcano. Sus trabajos
son como lienzos donde la figura destaca sobre fondos oscuros y juegos
perversos de cromas ancianos, resaltando la personalidad de sus protagonistas
como almas encerradas en sus propios castillos olvidados. Es la exaltación dramática
de un mundo onírico y oscuro, en cuyo seno laten los remolinos sensitivos que
se entrelazan a modo de un psicodrama emergente; sus rostros emanan gélidas
expresiones, dibujadas a través de maquillajes patológicos, ropajes mixtados
entre barroquismo, rococó y tendencias retro, neogóticas y metálicas, un arco alquímico
que desprende historias rasgadas como un carnaval de sangres nobles entre
llantos y hielo. Es un mundo que cuartea la visión del que lo mira, que lo engulle
y lo eriza como el pelaje de un espín; es un cosmos gráfico que se gesta desde el vientre profundo del
sueño perturbado, ese punto cero cuando los seres detienen su soplo de vida ante la presencia angustiante de la muerte,
simbolizada ésta por su blanquezina piel marmórea, y la mirada inerte del olvido
eterno; son existencias clavadas en el fondo del abismo, como una piedra caída
desde la cima hasta el fondo; son figuras suspendidas, en la dimensión
intangible, de lo cálido y lo frío, de lo muerto pero vivo, de lo enfermizo
pero transmisible; son ninfas veladas por el rasgueo contínuo de la luz definitiva,
cuando el destello cegador absorbe la existencia como un papiro dejado en el
tiempo.
No cabe duda de que Sylwia Makris es un punto divergente, una línera que sale de su tangente para orbitar otras anti geometrías, como un diamante penetrado por el haz luminoso que se transforma en un prisma; su firma es arte puro, sus trabajos se envuelven de un finísimo metal noble que irradia aristocracia y luminiscencia. Su técnica destila perfeccionismo, detallismo de lujo, estudio previo, concepto trabajado, atrezzos distintivos; su manejo de la luz y la sombra es ciencia y técnica enamoradas de lo sensible con delicadeza extrema, rozando casi la rotura anímica. Son trabajos que te dejan aprisionado en el abismo donde todo termina y empieza.
No cabe duda de que Sylwia Makris es un punto divergente, una línera que sale de su tangente para orbitar otras anti geometrías, como un diamante penetrado por el haz luminoso que se transforma en un prisma; su firma es arte puro, sus trabajos se envuelven de un finísimo metal noble que irradia aristocracia y luminiscencia. Su técnica destila perfeccionismo, detallismo de lujo, estudio previo, concepto trabajado, atrezzos distintivos; su manejo de la luz y la sombra es ciencia y técnica enamoradas de lo sensible con delicadeza extrema, rozando casi la rotura anímica. Son trabajos que te dejan aprisionado en el abismo donde todo termina y empieza.
KarlFM.-