lunes, enero 31, 2011

LA RIQUEZA DE UNOS POCOS ES LA POBREZA DE TODOS


El desarrollo de una nación es mucho más que la cifra del crecimiento del PIB, es la igualdad social, la protección de los más débiles, una cobertura sanitaria mundial de calidad, educación superior competitiva, protección del medio ambiente y una administración honesta.

Los autoritarismos impiden la innovación que surge en el libre flujo horizontal de las ideas en equipo. Sin democracia en una sociedad abierta nadie puede inventar nada.

Brahma Chellaney
Geoestratega, analista internacional, experto en países emergentes

La vida no es tan simple como algunos creen ni tan desarrollada como otros dicen que está. Inventamos grandes obras de ingeniería, edificios que tocan casi las nubes, tecnologías punta que parecen importadas de otras galaxias, sin embargo, no sabemos resolver lo más simple: mantener un sistema de gestión que permita vivir a las personas dentro de un equilibrio razonable. El mundo anda revuelto, distorsionado y despendolado como una traca en una feria de artificios y por más inteligencia que supuestamente se aplique, la situación no mejora. Hoy en día la gente a pesar de trabajar no sabe si llegará a fin de mes ni tan siquiera si cobrará la pensión el día que lo manden para el asilo. Todas esas cosas que inventamos no sirven para nada si un día el ser humano desaparece como por arte de magia. Con el paso del tiempo todo ese legado de cosas materiales quedará absorbido por el polvo del tiempo. El documental La Vida Sin Nosotros lo deja bien claro. Entonces … ¿para qué trabajamos?

En principio trabajamos para poder vivir pero no sólo trabajamos por obtener un dinero que nos permita estar y cubrir en parte de nuestras necesidades, se trabaja por orgullo, por el sentido de haber conseguido algo, por una misión social, por sentirnos útiles y productivos al margen de los años que puedas tener. "Nunca midas tu riqueza por el dinero que tienes, mide tu riqueza por aquellas cosas que no cambiarías por dinero", dijo alguien una vez.

Desvalorar y marginar laboralmente a las personas por su edad es un terrible error que tiene sus gravísimas consecuencias en el seno de la sociedad y de la economía. Mantener a los jóvenes sin trabajo es frenar el aporte de nuevas ideas y energías. Las sociedades modernas deberían haber alcanzado de sobras la igualdad en todas sus áreas, pero es lamentable que tras miles de años existencia humana aun sigamos atados a las desigualdades y a las inoperancias de los sistemas y sus formas de gobierno; por ejemplo, hoy en día parece un chiste de mal gusto el hecho de que no tengamos más remedio que retrasar la jubilación porque peligra el sistema de pensiones, a pesarf de las múltples supuestas super inteligencias económicas que pueblan el planeta; otro chiste parece ser el hecho de que haya tantísimo paro en una sociedad donde precisamente todo se basa en la economía y la producción y  que los salarios sean tan bajos que la gente deba hipotecarse para tener lo mínimo parcialmente asegurado. Teniendo en cuenta de que los países, las empresas, las sociedades están gestionados por personas con muchos estudios y títulos, no es lógico ver pues como nuestro sistema de vida sigue plagado de los mismos errores del pasado e incapaz de establecer una sociedad donde todo el mundo pueda vivir armoniosamente. ¿Para qué demonio sirve entonces el progreso?

Progresar es avanzar, desarrollarse, dejar lo que caduca por algo nuevo y mejor que permite gozar y descubrir  nuevas cosas, aprender a superar los errores y madurar en nuestras gestiones, conseguir que todo nuestros sistema vital nuestra sea mejor en todos los sentidos y para todos; eso debería ser el fin de toda sociedad, de toda cultura, de todo un país y por supuesto, de toda la Humanidad. Sin embargo, no lo es.

Es triste hoy en día saber que una bomba inteligente es capaz de hacer volar el globo terrestre en menos de 2 segundos pero al mismo tiempo conocer a alguien en cualquier parte que te responda … “tienes suerte de tener un trabajo hoy en día tal como están las cosas” o “aunque te paguen poco al menos trabajas, eso hoy en día es un lujo”, etc. Parece impensable que eso sea asi pero es real. Con el grado de desarrollo tecnológico y cultural obtenidos hasta el momento todo el mundo debería poder trabajar sin problemas y disfrutar de sus esfuerzos como personas y no como animales de granjas industriales, desde los jóvenes hasta los más maduros e incluso dar ocupaciones útiles a los jubilados porque sentirse útil es la base del equilibrio mental de las personas. Las edades laborales que se mueven dentro de las sociedades de algunos países frenan el avance de las dinámicas productivas y sociales y generan por sí mismas un montón de secuelas que curiosamente representan más gastos y cargas para los Estados. El mundo es una olla de contradicciones.

El mundo es una inmensa baraja desorganizada cuyas cabezas visibles viven acolchadas en base a despojar a los demás. En muchos países ese desorden y desigualdad alcanza cotas más allá del surrealismo. Por su parte los bancos no representan un apoyo para las personas sino más bien sus verdugos. Pero es que al margen de que lo bancos sean el mayor símbolo de la avaricia que se creado jamás, su ética se salta todas las reglas posibles ya que tras sus aparentes cortinas legales se hallan multitud de negocios oscuros y turbulencias encubiertas con los cuales obtienen enormes beneficios. Los bancos son, como dicen algunos analistas, “los hampones de guante fino” y lo más triste es que se les da crédito y cobertura. Nunca hay que olvidar que las relaciones de mercado son relaciones humanas y por lo tanto susceptibles a convertirse en relaciones de dominación y poder. Bancos y grupos financieros son la gran causa del mal vivir de todas las personas.

La concentración de la riqueza entre los integrantes de la élite empresarial y financiera ya no es sólo un problema político y moral, sino también económico, porque si todos los beneficios del crecimientos van a los más ricos, éstos invertirán el dinero en mercados como la Bolsa o el inmobiliario; y eso crea burbujas; en cambio si la  riqueza se reparte, se estimula el consumo y el crecimiento de la economía real.

Fareed Zakaria
Director de Newsweek, en Davos.

La desigualdad es el reto más grave al que tenemos que hacer frente,  va en paralelo con las subidas de la Bolsa y no sólo en Occidente, sino también en Rusia, China, India y Latinoamérica.

Zhou Min
Economista chino, director del FMI.

Los sobresueldos elevados no mejoran el rendimiento; los accionistas deberían cortarlos. ¿Por qué? El dinero puede motivar pero también estresar causa de lo que los psicólogos denominan como “aversión a las pérdidas”, es decir, miedo a la posibilidad de perder lo que has ganado en caso de que tu rendimiento resulte insuficiente. Los incentivos económicos sólo funcionan para gente en trabajos de baja remuneración.

Dan Ariely
Economista psicólogo de la Universidad de Duke.
Autor del libro “Previsiblemente Irracional”

El dinero se convierte en el principal motivo del trabajo porque medimos constantemente el valor del trabajo por el baremo del dinero. Incluso puedes estar contento con lo que cobras hasta que te enteras del está a tu lado cobra el doble o más que tu para hacer el mismo trabajo o parecido.

Lo curioso de la desigualdad es que si haces un experimento donde la gente tiene que elegir la clase de sociedad en la que le gustaría vivir, sin saber de antemano la posición socioeconómica que le tocará ocupar, todos eligen una sociedad igualitaria. Sin embargo, como dijo en cierta ocasión Upton Sinclair, “Es muy difícil hacer que un hombre entienda algo si su salario depende de que no lo entienda”.


KarlFM.-

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